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“Esta tendencia de bajo crecimiento de la región se relaciona con limitantes estructurales: la reprimarización, falta de productividad, el tipo de exportaciones, inserción internacional y una demanda externa que está a la baja. Son dos tipos de problemas; por un lado, los no resueltos al interior de nuestras economías y un contexto externo muy poco alentador. El bajo desempeño significa que hay una capacidad ociosa, que tenemos que echar a andar. Por lo tanto, en el corto plazo se requieren estímulos fiscales significativos, no ajustes. Estímulos que tienen que ir acompañados de políticas de sostenibilidad fiscal, con aumentos en la carga tributaria de mayor progresividad y reformas estructurales. Por ejemplo, en los sistemas de protección social. Además, se requiere priorizar la inversión que sustente un cambio de la estructura productiva, para salir de la reprimarización.
No cabe duda de que aumentar el gasto en el corto plazo traerá presiones en el endeudamiento público. No estamos diciendo que todos los países lo hagan, pero hay países que sí lo pueden hacer y es el momento de hacerlo. Esto dependerá de las capacidades diferenciadas de cada uno de ellos”.
