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Que sea el momento para hacer un gran reconocimiento al Museo de Arte Moderno. Para quienes nacieron en las últimas décadas tal vez sea difícil entender la importancia de este escenario, como uno absolutamente importante en la transformación de la ciudad, su cultura, su posibilidad de conectarse con el mundo.
Su surgimiento marcó un hito en la construcción de la urbe, hacia una un poco más liberal, civilizada y universal de lo que era Medellín entonces. El Museo abrió espacio a nuevos artistas, reflexiones y experiencias inéditas hasta entonces en la ciudad. Fue un acto revolucionario. Recuerdo con entusiasmo los Salones Rebeca y Arturo Rabinovich, y mucho más el Coloquio de Arte no Objetual. ¡Y ni qué decir del primer seminario que advertía la Postmodernidad! El Museo proponía a la ciudad y a Colombia una nueva mentalidad para entender el mundo. Y lo sigue haciendo.
Podemos relacionarnos con los relatos del mundo y relacionar nuestros relatos y expresiones con el mundo, para ser más ricos (la verdadera riqueza), porque contamos con un Mamm ejemplar, consistente y grande en sus propuestas. Que el nuevo espacio para albergar sus colecciones y las nuevas expresiones del arte y la vida le signifique a muchos lo que a nosotros su fundación en ese ya lejano 1978. Gracias a quienes han hecho posible su continuo crecimiento, porque como personas y como ciudadanos crecemos con el Museo.