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Los resultados del ISE del Dane muestran que la reactivación económica no sólo se detuvo, sino que se revirtió en agosto. El principal golpe provino de las restricciones a la actividad económica impuesto por la administración de Bogotá durante ese mes. En contravía al resto del país que buscaba un retorno seguro a la actividad económica, la capital, que explica por lo menos una cuarta parte de ella, decidió continuar su política de freno a la economía buscando inciertos resultados en materia de control epidemiológico. Ese frenazo se extendió a la economía nacional por los cerrados encadenamientos a las demás regiones. Todo indica que la economía colombiana vivirá una recuperación incompleta con un impacto duradero sobre el ingreso, el empleo y la salud de las empresas. Tomará años recuperar el nivel de ingreso de finales del 2019; debemos acostumbrarnos a un país en el cual cuatro millones de personas que lograban obtener algún ingreso, ahora dependerán de la asistencia social o la solidaridad en sus hogares. Particularmente duro ha sido el golpe para las mujeres y las pequeñas empresas. El deterioro del tejido empresarial tomará varios años para remendar, mientras que sólo un nuevo contrato de trabajo, así sea de emergencia, permitirá compensar la ampliación de la brecha de ingresos y oportunidades para las mujeres.