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Hay una aparente contradicción entre un hecho de interés nacional, como es la conclusión de uno de los conflictos más lacerantes de la historia colombiana, y que no sea capitalizado por uno de los gestores del acuerdo. El presidente Santos no logra sumar a su favor hechos positivos de su gestión. Hay un liderazgo en la gestión de los diálogos pero eso no le ayudó a mejorar en la percepción ciudadana. Creo que existe una especie de gobierno inconexo con el sentir popular. Santos hace parte del país político que no ha podido construir empatía con el país nacional.
Además, el interés político de Santos no es el mismo que aquel en el que los ciudadanos han fijado su interés para su vida cotidiana. El presidente volcó toda su gestión en asuntos macropolíticos y está profundamente desconectado de los asuntos microsociales, es decir, las preocupaciones cotidianas de la gente en términos de salud, educación, todas aquellas condiciones asociadas a la calidad de vida.
Esto nos hace recordar también que Santos hace parte de un país urbano, pero los acuerdos con las Farc aluden fundamentalmente a una Colombia rural. Por eso lo que vemos allí es un choque de percepciones.