Votar no es fácil en Estados Unidos. Las barreras son numerosas. Las elecciones revitalizan la democracia, y tanto más cuanto más alta es la participación. Y el primero que debe respetar la democracia es el presidente, exactamente lo contrario de lo que ha hecho Trump, que solo acepta la regla de juego cuando va a su favor.
Antes de que termine el recuento ha gritado ya que se lo estaban robando. Ha denunciado la adjudicación del triunfo a Biden en Arizona por prematuro, antes de que terminara el escrutinio, pero ha reclamado la victoria para sí en todos los Estados donde iba en cabeza sin que hubiera terminado el escrutinio. Ha extendido sus sospechas sobre el voto por adelantado y por correo, tan necesarios en tiempo de pandemia, los últimos en escrutarse y por tanto con capacidad de cambiar el signo de algunas votaciones.
La democracia siempre es un combate, que exige pelear voto a voto. Esta es la tarea en la que están comprometidos ahora los ciudadanos de Estados Unidos. Que sea su voto el que se cuente y el que cuente, y no la declaración de victoria por parte de un presidente o la interrupción del escrutinio por parte de un juez.