Se nos había advertido. Primero retomaría la vida económica y mucho después la vida social. La flexibilización gradual de la cuarentena consistió en permitir el funcionamiento de algunos sectores productivos, pensar en que los colombianos podían reunirse socialmente estaba fuera de consideración. La apertura de la economía se hace al tiempo con el aumento de contagiados y fallecidos por el coronavirus, así las cosas, hay que mantener algunas restricciones confiando en que el autocuidado haga lo demás. La vida social, relacionarse con los otros socialmente, queda aplazado.
Por eso es extraño el mundo que se avizora después del confinamiento. Al fin y al cabo la consigna es mantener el aislamiento social. Estar lejos de los otros, evitar las reuniones de un número determinado de personas, no congregarse. El hecho de que todavía estén cerrados muchos negocios como restaurantes, hoteles, estadios, teatros y sitios de espectáculos facilita que se cumpla el aislamiento, pero eso irá cambiando. O debería, muchos volverán después del confinamiento y estarán obligados a ofrecer protección a empleados y clientes. Y la gran pregunta es si lo pueden hacer.
Al pensar en eso y buscar soluciones es que sorprenden las imágenes que llegan de los países que van más adelante en la salida del confinamiento y aplican las normas de bioseguridad. Mucho teletrabajo. Gimnasios con cabinas individuales o restaurantes con burbujas de plástico para separar los comensales, atendidos estos por meseros que parecen salidos de un viaje espacial. Peluquerías inauditas. Niños en pequeños cubículos, sin poderse ver. Puestos marcados en los parques, distancia obligada en las playas. Y tapabocas, muchos tapabocas, en el transporte público, con puestos separados. Aunque con restricciones, empiezan a activarse muchas actividades culturales, se abren museos y galerías. Ya hay turismo interno en ciertas condiciones.
No es claro que en Colombia puedan tomarse todo ese tipo de medidas para cumplir con el aislamiento social, habría varias inalcanzables. Es demasiado costoso aplicarlas de forma generalizada y sin eso se complica todo. Cada situación en que se piense implica miles de detalles para tener en cuenta. Si no se resuelven, aumenta el riesgo de contagio y no se pueden ignorar. Todo esto hace que sea complicado retomar la vida social, por lo menos la que había antes de la pandemia y que se añora tanto.
Parece que está lejos todavía el día en que se pueda salir tranquilamente a comer con los amigos o a bailar, como antes. O simplemente conversar. Ir a un concierto o a teatro es todavía improbable. Asistir a algún evento deportivo. Mucho menos pensar en ir a cine. La vida social de los jóvenes se da en torno a las universidades que van a estar cerradas o a media marcha. Sin olvidar los vestigios de los sitios que se acostumbraban visitar y ahora dejan ver un letrero de se arrienda o vende.
En esas condiciones, el desconfinamiento colombiano será doloroso porque va a ser difícil contener la enfermedad ante nuestra realidad. Una nueva cuarentena sería impensable en términos económicos y sociales, hay que insistir en la educación, perseverar en el mensaje del cuidado de sí mismo para cuidar a los otros. La normalidad de la vida social se va a demorar, hay que vivir con eso y evitar que el sistema de salud colapse .