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Eva, la niña judía que cuenta su historia durante el holocausto en Instagram

  • Esta es Eva, la niña judía que cuenta su historia del holocausto en Instagram. Foto: @eva.stories
    Esta es Eva, la niña judía que cuenta su historia del holocausto en Instagram. Foto: @eva.stories

“Hola, soy Eva”, dice la niña judía de 13 años, posando con soltura, sonriendo con alegría. Su video, primera publicación en Instagram, es largo para la costumbre, pero entretenido. Eva habla de sus abuelos, de su prima, de su vida en Budapest, Hungría.

Con emoticones, sonidos graciosos, bailes y momentos cotidianos en su casa, en el parque y en su barrio, todo parece ser la historia de cualquier niña de 13 años en el mundo digital del siglo XXI. Pero Eva no es de este siglo. Eva es de 1944 y su vida no es un cuento con final feliz.

Eva no existe, pero existió. Millones de Evas existieron. Niñas, y también niños, que nacieron con una estrella atravesada en su destino. No la del éxito, como es común asociar. Ellos fueron castigados, torturados y asesinados por ser judíos, en la Europa de mediados del siglo XX, en lo que hoy se conoce como el holocausto. Y esa historia, la historia del pueblo judío, de Israel, de Alemania, de Europa, es la que ahora el empresario de altas tecnologías Mati Kochavi y su hija, Maya, quieren relatar en los términos del mundo digital.

Juntos, crearon a Eva en Instagram en homenaje a la historia de 6 millones de judíos que murieron en los campos de exterminio. Por medio de 70 pequeños clips en la red social, la “ficticia” Eva pasa de la alegría de cualquier niña de su edad, al asombro ante la invasión nazi de Hungría. Con su tono de voz dulce e infantil, la escuchamos y la vemos protagonizar el viaje en tren hacia un campo de concentración nazi, en Polonia; el confinamiento acompañado de largas jornadas de trabajo; y el miedo que siente cuando se enfrenta a la muerte.

Eva es un proyecto audiovisual en el que Kochavi invirtió más de 4 millones de euros, contratando y movilizando más de 400 personas en varias locaciones en Hungría. Su cuenta social ya tiene más de un millón de seguidores y cuenta con el apoyo de diferentes y poderosas personalidades políticas y del entretenimiento de Israel. Benjamín Netanyahu, primer ministro de ese país, respaldó la iniciativa el pasado lunes, cuando señaló en su cuenta oficial de Twitter que “Episodio a episodio, la gran tragedia de nuestro pueblo se expresa en su esencia a través de una chica, para que el mundo recuerde y comprenda”.

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Pero todo no han sido apoyos. Algunos académicos, y en general sectores de la población judía en el mundo, han criticado mediante redes sociales el experimento audiovisual, aduciendo una banalización de la tragedia del holocausto. Kochavi se ha defendido señalando que este es solo un nuevo formato para acercarse a la población joven y evitar que la historia se olvide. Esta es una nueva disputa narrativa que enfrenta los formatos tradicionales y los digitales, masivos y populares.

¿Lo digital banaliza?

Antes de la publicación completa de los clips, la cuenta de Eva hizo una campaña de expectativa en Israel dominada por la pregunta siguiente: “¿Qué hubiera pasado si una niña hubiera tenido Instagram durante el Holocausto?”. Según reseñan medios hebreos como el Haaretz, la campaña incluyó avisos y pancartas en las calles. De fondo a la frase, una imagen de una mano sosteniendo un celular, tras un alambre de púas, llamaba la atención.

“Me pregunto dónde guardaría el celular la niña”, respondió con sarcasmo un usuario de la red social a la campaña. También criticó la iniciativa, con un tono mucho más duro, el profesor de Educación Cívica, Yuval Mendelson, en las páginas de Haaretz. Según reseña la periodista Judy Maltz para una nota de ese diario, Mendelson consideró la iniciativa como una “una muestra de mal gusto”, señalando incluso que el camino del Instagram de Eva a “a las selfies en las puertas de Auschwitz-Birkenau, es corto y empinado”.

Que la juventud consume de una forma distinta los contenidos que hace unos años solo estaban disponibles en formatos tradicionales, parece ser una verdad de la que ni siquiera Mendelson escapa, al reconocer que los jóvenes son más difíciles de atraer hoy, sin embargo, dice el profesor, “(...) una cuenta ficticia de Instagram de una niña asesinada en el Holocausto no es ni puede ser una forma legítima”. ¿Puede ser un prejuicio? ¿Es justo afirmar que los contenidos en redes sociales son por naturaleza livianos, poco profundos y tendientes a banalizar?

Para Juan Sebastián Delgado, consultor digital, “la discusión, más que en el formato, se debería centrar en el contenido. Las redes sociales son solo un medio para comunicar. Lo profundo o liviano que sea lo que se comunica, no es culpa de las redes, es culpa del emisor del mensaje”. Para el experto, en el mundo hay diversos experimentos de redes sociales donde se comparte información, ya sea noticia o ficción basada en hechos reales, que tienen detrás largas horas de investigación y base académica. “ (...) Comunicar eso tal vez tiene más potencial en una red social donde se pueden usar diferentes formatos complementarios”.

En el caso de Eva, el Instagram transporta una historia narrada en un medio impreso, a un formato digital al que además pueden acceder millones de personas, no solo en su país de origen sino en todo el mundo. ¿El error estuvo entonces en intentar relatar, de una forma no tradicional, un capítulo aún muy doloroso para una nación?

Hernán Olano, exdecano de Historia de la Universidad de la Sábana, señala que el pueblo judío es especialmente cuidadoso de las narrativas de su historia. “Pese a eso, yo creo que siempre es un experimento positivo intentar acercar a las nuevas generaciones la historia, su historia, de una forma más consumible para ellos. Todo basado, necesariamente, es un trabajo académico serio que respalde lo que se relata en esa narrativa”.

En Colombia la historiadora Diana Uribe es un ejemplo similar. La académica es reconocida por sus populares relatos de la historia colombiana y del mundo en su canal de Youtube. Aunque en repetidas ocasiones la han señalado de ligereza y poca profundidad, Uribe se ha defendido respaldada por su amplia experiencia y bagaje académico. De nuevo, la conclusión no parece girar en torno al formato sino al contenido que se emite.

Eva quería ser fotógrafa. En su perfil en Instagram, se señala que su sueño era viajar por el mundo, mostrando su trabajo. Sus “creadores” dicen haber cumplido su sueño, aún después de su violenta muerta.

¿Y usted? ¿Está de acuerdo con el uso de las plataformas digitales para el relato de este tipo de capítulos de la historia?

Juan Diego Quiceno Mesa

Periodista de la Universidad de Antioquia con estudios en escritura de guión de ficción y no ficción.

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