Cuando la icónica frase “Dios salve a la reina” no es suficiente para llegarle a un pueblo que cada vez cree menos en la monarquía, la Casa de Windsor encontró la manera de entenderse con los más jóvenes.
Fotografías de la reina Isabel II en un mercado de Londres y saludando a los deportistas que llegaron con medallas de los Juegos Paralímpicos, también del Príncipe Harry en su viaje a África y del tierno príncipe Jorge de Cambridge jugando. Estos momentos aparecen en las redes sociales de esta familia real: una mezcla de declaraciones formales y un vistazo a su intimidad.
Estrategia de nicho
Mauricio Jaramillo Jassir, politólogo e internacionalista de la Universidad del Rosario, considera que “hoy con el tema de la democratización de la información, todos los gobernantes se inquietan por mantener una buena imagen. Como nunca antes un político necesita un nivel de aceptación mínimo, cosa que hace 40 años no se requería”.
En ese sentido, las redes sociales tienen un papel fundamental para darle vigencia de las monarquías. El académico señala que la mayoría de los jóvenes no se sienten representados en esa institución, porque los ven como una figura anacrónica y no confían en ellos; las redes sociales han ayudado a la Familia Real Británica, en este caso, a entrar en su mismo espacio e intentar generar empatía.
Un trabajo bien pago
Claramente, ni la Reina ni los duques se encargan de tomar y subir fotos a sus cuentas de Instagram, pero sigue siendo un trabajo que la Corona se toma muy en serio.
“Las Comunicaciones Reales” es un área conformada por un grupo de comunicadores entre los que se encuentra el encargado de manejar las redes sociales, el “director de la interacción digital”.
Quien ocupa este cargo, trabaja 37 horas y media semanales, tiene 33 días de vacaciones anuales, almuerzo gratis y un sueldo que oscila entre las 45 mil y 55 mil libras esterlinas, es decir, hasta 202 millones de pesos por año trabajado.