Hace unas semanas, el empresario Elon Musk, quien todavía no define si comprará Twitter, publicó en esa red social un tuit en el que le dijo a sus casi 100 millones de seguidores que esta plataforma manipula a los usuarios con su algoritmo.
Seguido de esa advertencia (ninguna novedad: así funcionan las redes), los invitó a acceder a la configuración de sus cuentas para cambiar el modo cronológico de Twitter, es decir, elegir que aparezcan las publicaciones más recientes y no lo que Twitter destaca o recomienda.
El proceso es el siguiente: en la pantalla de Inicio, se pulsa sobre el icono con unas estrellas que aparece arriba a la derecha, después se abre un menú con las opciones Tweets más recientes y Tweets de Inicio.
En el caso de Instagram el proceso es similar: en la parte superior izquierda están las opciones para decidir si quiere que la red social le entregue los contenidos a la medida de los intereses: que salga en el Inicio solo que publica la gente que sigue o sus Favoritos.
¿Quién manipula a quién?
En palabras sencillas, la definición de algoritmo significa pasos estructurados para cumplir una tarea, como si fuera una receta de cocina.
Llevado al mundo de las redes sociales, son programas computacionales que, a partir de ecuaciones matemáticas, procesan las características (lo que se publica, a lo que se le da like) que recibe para después dar una salida (recomendaciones y tendencias). Esta es la explicación técnica.
Sergio Gutiérrez, profesor de la Universidad Autónoma Latinoamericana, dijo que las interacciones de los usuarios dentro de la red son la mina de oro para el algoritmo. “Internamente las plataformas tienen programas que implementan esa lógica, todo desde modelos matemáticos basados en probabilidad y de cierta complejidad que como resultado entrega una salida que dice que es muy probable que lo que se le recomienda a la persona sea de su interés”, indicó Gutiérrez.
Los algoritmos aparecieron mucho antes que los computadores, porque son básicamente la representación de un proceso de pensamiento del ser humano. “La máquina lo que hace es procesar esas características que le entran para generar una respuesta en tiempos muy cortos”.
Detrás Facebook, Twitter, YouTube, Instagram, TikTok hay algo que se llama data center (centros de procesamiento de datos), que son una especie de bodegas llenas de computadores interconectados entre sí, los cuales ejecutan los programas (modelos matemáticos) que contienen una lógica para capturar, almacenar y procesar los datos de los usuarios que interactúan con cada red social.
Hace unas semanas, el empresario Elon Musk, quien todavía no define si comprará Twitter, publicó en esa red social un tuit en el que le dijo a sus casi 100 millones de seguidores que esta plataforma manipula a los usuarios con su algoritmo.
Seguido de esa advertencia (ninguna novedad: así funcionan las redes), los invitó a acceder a la configuración de sus cuentas para cambiar el modo cronológico de Twitter, es decir, elegir que aparezcan las publicaciones más recientes y no lo que Twitter destaca o recomienda.
El proceso es el siguiente: en la pantalla de Inicio, se pulsa sobre el icono con unas estrellas que aparece arriba a la derecha, después se abre un menú con las opciones Tweets más recientes y Tweets de Inicio.
En el caso de Instagram el proceso es similar: en la parte superior izquierda están las opciones para decidir si quiere que la red social le entregue los contenidos a la medida de los intereses: que salga en el Inicio solo que publica la gente que sigue o sus Favoritos.
¿Quién manipula a quién?
En palabras sencillas, la definición de algoritmo significa pasos estructurados para cumplir una tarea, como si fuera una receta de cocina.
Llevado al mundo de las redes sociales, son programas computacionales que, a partir de ecuaciones matemáticas, procesan las características (lo que se publica, a lo que se le da like) que recibe para después dar una salida (recomendaciones y tendencias). Esta es la explicación técnica.
Sergio Gutiérrez, profesor de la Universidad Autónoma Latinoamericana, dijo que las interacciones de los usuarios dentro de la red son la mina de oro para el algoritmo. “Internamente las plataformas tienen programas que implementan esa lógica, todo desde modelos matemáticos basados en probabilidad y de cierta complejidad que como resultado entrega una salida que dice que es muy probable que lo que se le recomienda a la persona sea de su interés”, indicó Gutiérrez.
Los algoritmos aparecieron mucho antes que los computadores, porque son básicamente la representación de un proceso de pensamiento del ser humano. “La máquina lo que hace es procesar esas características que le entran para generar una respuesta en tiempos muy cortos”.
Detrás Facebook, Twitter, YouTube, Instagram, TikTok hay algo que se llama data center (centros de procesamiento de datos), que son una especie de bodegas llenas de computadores interconectados entre sí, los cuales ejecutan los programas (modelos matemáticos) que contienen una lógica para capturar, almacenar y procesar los datos de los usuarios que interactúan con cada red social.
Lo que aprenden
Mientras desliza en el feed (inicio de una red social) y se queda viendo un video varios segundos o le da Me gusta a una foto, al tiempo le está enseñando al algoritmo una parte de su vida: intereses, motivaciones y particularidades como consumidor para que él se adapte a las características del usuario.
Los algoritmos no tienen límites, porque en el fondo este lo que intenta es retener a la persona en la red social, dijo Carlos De La Ossa, asesor en estrategias digitales. ¿Y para qué les sirve tener tanto tiempo al usuario dentro de la plataforma? La razón es sencilla: las redes sociales son entidades con ánimo de lucro y entre más tiempo está una persona en estos espacios, hay mayor posibilidad de ofrecerle mensajes publicitarios, es parecido a lo que ocurre en los canales de televisión que ofrecen comerciales.
En la actualidad los algoritmos cada vez son más potentes por sus capacidades predictivas, cuentan con muchos más datos, explicó De La Ossa. De acuerdo a los patrones de comportamiento, estos sistemas pueden crear hilos conductores con otros usuarios y anticiparse a sus gustos.
Un ejemplo sencillo: le da Me gusta y escribe comentarios en contenidos relacionados con motos, después va a un buscador y consulta el precio de tiquetes aéreos a la ciudad donde tiene planeado irse de vacaciones. A los días en el feed le aparecen publicidad con descuentos de motos y tiquetes porque ya el algoritmo aprendió ese comportamiento con cruce de variables y actitudes dentro de la red social.
“Cuando estas compañías tienen tantos datos y son capaces de procesar toda la información de millones de usuarios alrededor del mundo, las capacidades predictivas en comportamiento de compras se convierten en un arma poderosa”, indicó Carlos.
Cada red social le da relevancia a determinados temas, o tiene una receta diferente y privada. Precisamente, Musk insiste que esa fórmula debería ser pública, que la gente debe conocer a qué le da importancia la plataforma.
Entonces, ¿beneficia en algo que el algoritmo sepa tanto del usuario? El experto responde que sí porque permite optimizar tiempo para consumir información teniendo en cuenta que la atención es escasa. “Que la inteligencia artificial reduzca esa infoxicación (intoxicación por tanta información) a lo que realmente interesa, que haya como un prefiltro, ayuda”.
De La Ossa dijo que aunque se desconoce cómo funciona el algoritmo de cada red, en los últimos años ha observado que el de Instagram, por ejemplo, se preocupa más por que la gente se quede viendo un video más que los likes y los comentarios; y para TikTok y Twitter es mucho más importante la temática de los contenidos para después entregarle más publicaciones relacionadas.
“Puede que sugieran algo que al usuario no le interesa o no quiera ver, pero a medida que la persona va interactuando con el algoritmo, este va aprendiendo a conocer más los gustos y manera de moverse dentro de la red, así va puliendo para ser más acertado”, dijo el profesor Gutiérrez.
Es un hecho que los gigantes tecnológicos están evolucionando para tener centros de datos más grandes y con mayor capacidad de almacenamiento para que sea posible capturar muchas más características (formas de interacción de los usuarios) y así mejorar la toma de decisiones de los algoritmos para que sean más inteligentes y acertados.
“Para lograr que el algoritmo manipule menos, recomiendo seguir cuentas y consumir contenido contrario a los gustos, así incomoden, es muy difícil ser consciente de eso después de estar sumergido en su micromundo, pero es la única forma de mitigar la influencia de la inteligencia artificial sobre los contenidos que se consumen”, puntualizó De La Ossa.
Lo que aprenden
Mientras desliza en el feed (inicio de una red social) y se queda viendo un video varios segundos o le da Me gusta a una foto, al tiempo le está enseñando al algoritmo una parte de su vida: intereses, motivaciones y particularidades como consumidor para que él se adapte a las características del usuario.
Los algoritmos no tienen límites, porque en el fondo este lo que intenta es retener a la persona en la red social, dijo Carlos De La Ossa, asesor en estrategias digitales. ¿Y para qué les sirve tener tanto tiempo al usuario dentro de la plataforma? La razón es sencilla: las redes sociales son entidades con ánimo de lucro y entre más tiempo está una persona en estos espacios, hay mayor posibilidad de ofrecerle mensajes publicitarios, es parecido a lo que ocurre en los canales de televisión que ofrecen comerciales.
En la actualidad los algoritmos cada vez son más potentes por sus capacidades predictivas, cuentan con muchos más datos, explicó De La Ossa. De acuerdo a los patrones de comportamiento, estos sistemas pueden crear hilos conductores con otros usuarios y anticiparse a sus gustos.
Un ejemplo sencillo: le da Me gusta y escribe comentarios en contenidos relacionados con motos, después va a un buscador y consulta el precio de tiquetes aéreos a la ciudad donde tiene planeado irse de vacaciones. A los días en el feed le aparecen publicidad con descuentos de motos y tiquetes porque ya el algoritmo aprendió ese comportamiento con cruce de variables y actitudes dentro de la red social.
“Cuando estas compañías tienen tantos datos y son capaces de procesar toda la información de millones de usuarios alrededor del mundo, las capacidades predictivas en comportamiento de compras se convierten en un arma poderosa”, indicó Carlos.
Cada red social le da relevancia a determinados temas, o tiene una receta diferente y privada. Precisamente, Musk insiste que esa fórmula debería ser pública, que la gente debe conocer a qué le da importancia la plataforma.
Entonces, ¿beneficia en algo que el algoritmo sepa tanto del usuario? El experto responde que sí porque permite optimizar tiempo para consumir información teniendo en cuenta que la atención es escasa. “Que la inteligencia artificial reduzca esa infoxicación (intoxicación por tanta información) a lo que realmente interesa, que haya como un prefiltro, ayuda”.
De La Ossa dijo que aunque se desconoce cómo funciona el algoritmo de cada red, en los últimos años ha observado que el de Instagram, por ejemplo, se preocupa más por que la gente se quede viendo un video más que los likes y los comentarios; y para TikTok y Twitter es mucho más importante la temática de los contenidos para después entregarle más publicaciones relacionadas.
“Puede que sugieran algo que al usuario no le interesa o no quiera ver, pero a medida que la persona va interactuando con el algoritmo, este va aprendiendo a conocer más los gustos y manera de moverse dentro de la red, así va puliendo para ser más acertado”, dijo el profesor Gutiérrez.
Es un hecho que los gigantes tecnológicos están evolucionando para tener centros de datos más grandes y con mayor capacidad de almacenamiento para que sea posible capturar muchas más características (formas de interacción de los usuarios) y así mejorar la toma de decisiones de los algoritmos para que sean más inteligentes y acertados.
“Para lograr que el algoritmo manipule menos, recomiendo seguir cuentas y consumir contenido contrario a los gustos, así incomoden, es muy difícil ser consciente de eso después de estar sumergido en su micromundo, pero es la única forma de mitigar la influencia de la inteligencia artificial sobre los contenidos que se consumen”, puntualizó De La Ossa.