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Decidieron no ser parte de los 3.810 millones de usuarios que tienen las redes sociales hoy en el mundo, según el último reporte de la agencia We Are Digital. Eso no quiere decir que estén pasando este periodo de cuarentena sin conexión emocional.
De hecho, hablan a diario con las personas que quieren pero prefieren limitarse a eso, a los que conocen, y no les interesa explorar más. No les hace falta ver lo que hacen los otros en la cuarentena ni mostrar lo que ellos están haciendo.
Si usted no se imagina el confinamiento sin redes sociales, lea estas tres historias de personas que poco o nunca las han usado. Así transcurren sus días.
Sergio Stpansky*, director de cine, 30 años
“Desde que las redes sociales se pusieron de moda decidí que no quería participar por dos cosas: no me interesa la vida de los demás y tengo acceso directo a quienes me importan. Tampoco me llama la atención compartir fotos mías, eso me parece una auto violación de la intimidad, la verdad es que lo veo inútil, no encuentro sentido en poner fotos de mi cumpleaños en Internet de manera pública. Para mis compañeros era muy extraño en la universidad que no pudieran contactarme porque no tenía Facebook, el último año cedí, la usé durante 6 meses y descubrí algo que ya sabía: no me interesaba. De repente mi percepción de las personas comenzó a cambiar y me pareció que en esa red cada persona construye una ficción de sí misma. Uso WhatsApp, aunque estuve muchos años sin ganas de hacerlo, pero es una herramienta que me sirve para trabajar. Yo soy productor audiovisual e Internet es súper importante, una herramienta fundamental para el trabajo. Muchas personas ven las redes como un lugar de encuentro pero no veo por qué quisiera encontrarme con más gente, suficiente tengo con los vínculos que he construido. Para mí es más orgánico conocer a la gente de otra manera. Quizá yo sea alguien que está un poco a destiempo con el mundo, pero me parece más coherente y más honesto. En parte tienen razón, estoy seguro de que me pierdo de un montón de trabajos y eventos, pero tampoco estoy perdiendo el tiempo. Siempre tengo trabajo y amigos.
En algunas épocas de la vida me ha pesado más la decisión (sobre todo cuando la situación laboral se pone difícil), pero justo hoy, creo que es el mejor momento para no tener redes sociales. Imagínate uno con la cantidad de tiempo libre que tiene, invirtiéndolo en eso, cocinando ansiedad, viendo lo felices que son los demás, lo exitosos, o deseando personas que es imposible contactar físicamente.
En el confinamiento también he pasado mucho tiempo frente a la pantalla, trabajando, escribiendo mucho, leyendo o a veces viendo contenido audiovisual en YouTube. Allí encuentro recetas y hay un montón de herramientas, pero Internet es un arma de doble filo”.
*Seudónimo del entrevistado.
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Eduardo Peláez Vallejo, escritor, 70 años
“No es que no me gusten las redes sociales, sino que no las necesito. He vivido solo y me gusta vivir solo y las redes sociales atentan directamente contra la soledad. Son el polo opuesto, la antípoda de la soledad. Ahora, son muy útiles, hay gente que vive su vida ahí y trabaja. No las utilizo porque no las necesito y si hay alguna cosa recurro a la novia, que es 30 años menor que yo. Ella por supuesto es de redes sociales, su trabajo funciona absolutamente por tecnología. Ella me va ilustrando, no hay día en el que ella no me mande una cosa que viene de las redes sociales. Tengo el correo electrónico y WhatsApp y por ahí me defiendo y me comunico con amigos. Ahora como todo el mundo está jodido me están buscando más. Con los amigos hablo paja, pero en los libros encuentro historias más interesantes y graciosas. En general yo estoy solo aquí, creo que muchos me consideran antipático. Tengo pudor y no soy capaz de hacer relaciones públicas para coger prestigio. No me interesa hacerme publicidad, ni volverme famoso, ni que compren muchos libros porque yo no vivo de la literatura. En esa cosa de la fama hay que renunciar a mucha individualidad para acomodarse al gusto de los demás, para que la gente te reciba bien. Y eso me parece bien para el que le guste, por supuesto, para el que vive de la literatura y le interesa ser reconocido. Mi rigor es conmigo mismo. Para un escritor es bueno no depender de la opinión de nadie. Me parece que las redes sociales para los escritores son relaciones públicas que les pueden servir, claro que sí, pero a mí no me interesan. A mí no me molesta estar con alguien y que esté metido en su aparatejo, eso lo respeto. Las redes sociales son como el calor en tierra caliente: no se pueden atajar y son hecho ajenos a las decisiones de las personas. Ya hacen parte de la vida social”.
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Juan Camilo Gómez, auxiliar administrativo, 34 años.
“Mi forma de entretenerme es con el deporte y la interacción personal con otros. No le he encontrado mucha diversión a las redes sociales, una vez abrí Facebook y la cerré porque me aburría. Noté que era muy adictiva por mis amigos y hay gente que se entretiene mucho en eso, pero creo que es tiempo que se malgasta mirando la pantalla horas y horas. Me gustan otras actividades como hacer deporte y montar bici. A veces cuando voy con amigos ellos toman fotos de todo lo que hacemos y a mí me da risa. Siento que me estoy salvando de mostrar mi privacidad al no tener redes sociales, pero creo que me pierdo de estar informado. A veces los amigos dicen: “hey viste tal noticia o viste tal chiste” y eso lo hace sentir a uno desactualizado. Uno queda ante los demás como un desinformado. Mis días libres, antes de la cuarentena, se basaban en salir, interactuar con la gente. Me ha dado muy duro el confinamiento porque ya uno no se puede reunir. Al montar cicla, ahora me toca ir solo. He pasado el tiempo viendo televisión, series y muchos videos de YouTube: ahí aprendo a hacer cosas nuevas y a arreglar otras”.