Esta es la historia de una monja que fingió su muerte para poder escapar del convento en el que estaba.
Para hacerlo, creó una figura doble, que sus compañeras de convento deberían enterrar y así no dejar huella. ¿Para qué se fugó?
El caso sucedió en los años 1300 en el Reino Unido, en York, y acaba de ser descubierto por la investigadora Sarah Rees Jones que estudiaba documentos del arzobispo de York de los años 1304 a 1405.
En el texto, el prelado describe un rumor escandaloso que había escuchado, el de una monja que había escapado, relatando al cura de Beverley, que tenía a su cargo el área de Yorkshire, a unos 64 kilómetros de York, la conducta pecaminosa de la monja, de nombre Joan,
La carta le pide ayuda al sacerdote para encontrar a la monja y devolverla al convento.
Aparentemente la monja fingió sentirse enferma, luego rellenó un sudario con tierra, cree Rees Jones, formando una figura humana para engañar a sus compañeras. En esa época las personas se enterraban con esa prenda.
En el texto, el arzobispo indica que Joan pudo escapar para dedicarse a los placeres carnales. Para la historiadora no puede ser tomado literalmente, porque podría referirse a abandonar sus votos para vivir como una persona más en la sociedad o también que se inmiscuyera en relaciones sexuales, dejando de lado el voto de castidad.
No es raro escuchar que religiosos abandonen su vocación para casarse o heredar algún bien.
En aquella época podía haber muchos casos de deserciones de los conventos, pues las adolescentes eran enviadas a ellos, incluso contra su voluntad, para convertirse en monjas y no tenían otra opción.
La investigadora y sus colegas siguen analizando los registros dejados por los arzobispos. Tal vez puedan resolver el misterio: ¿retornó Joan al convento? ¿No se volvió a tener noticia de ella?
La nota de la deserción data de 1318 y fue escrita por el arzobispo William Melton.
Nota: con datos del Smithsonian Institute, LiveScience, The Guardian