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¿A qué suena el universo, los planetas y las estrellas?

  •  La Nasa convirtió los datos del Observatorio de rayos X Chandra en sonidos que el humano puede escuchar. FOTO Nasa
    La Nasa convirtió los datos del Observatorio de rayos X Chandra en sonidos que el humano puede escuchar. FOTO Nasa
29 de mayo de 2022
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Si un árbol se cae en un bosque lejano donde no hay nadie para escucharlo, ¿hace ruido? La misma pregunta aplica en el espacio: en el Sol ocurren explosiones y cataclismos constantes, pero no hay nadie cerca para escucharlos; ¿de verdad esas explosiones hacen ruido?

La respuesta es más simple de lo esperado. Si no hay nadie con la capacidad de escuchar, entonces no hay sonido, no hay ese “ruido”. Lo que sí puede haber, por supuesto, son ondas sonoras o acústicas que pueden tener efectos en los medios en los que se desplazan, pero que no llegan a ningún oído o receptor. En el caso del árbol, emite ondas que nadie oye pero, en el caso del Sol, es más complicado, como todo en el espacio exterior.

Fuera del planeta Tierra, entre más arriba, menos materia hay y es menos densa y las ondas sonoras requieren de un medio, sea líquido, sólido o gaseoso, para viajar, porque se propagan como una vibración. Y sí, en el espacio interestelar e interplanetario hay átomos, moléculas de gas, granos de polvo, que podrían funcionar como medio, pero que están tan distantes, son tan poco densos, que no alcanzan a ser continuos.

Es decir que las películas nos han mentido siempre, cuando muestran explosiones o sonidos de motores en el espacio; todas, menos Alien, estrenada en 1979, que tenía como lema “en el espacio nadie puede escuchar tus gritos”.

Esto es hablando del espacio exterior, porque una vez se comienza a ingresar en algún cuerpo donde hay atmósferas, océanos y otros compuestos sólidos, líquidos o gaseosos, sí hay y se pueden escuchar sonidos y el humano ya lo ha logrado. Se han llevado micrófonos a la Luna, se han acercado al Sol y a planetas más lejanos como Saturno.

El silencio exterior

Entonces el espacio es, en su mayoría, silencioso. Es poco, muy poco, lo que el humano ha podido escuchar, pero eso no lo ha limitado. Sobre todo, la clave ha estado en romper con la definición de lo que se conoce como sonido y de utilizar la ciencia, la tecnología y, aunque parezca increíble, el arte.

El divulgador de Astronomía y Física, Enrique Torres, explica que estamos acostumbrados a referirnos a los sonidos como los que podemos escuchar, entonces los enfrascamos en los que ocurren aquí, dentro de esta atmósfera. “Se transmiten por aire, agua, por sólidos, incluso por metales. Crean vibraciones y zonas de mayor y menor densidad que se van propagando, alejándose de la fuente. Se llama onda longitudinal porque se desplazan hacia adelante y hacia atrás”.

También juega un papel importante la densidad. La del agua, por ejemplo, hace que el sonido se propague más rápido porque es mayor y entre menos densidad, más lento se mueve el sonido. “Cuando uno sale de la atmósfera terrestre, a medida que se eleva, va disminuyendo la densidad atmosférica y la velocidad del sonido disminuye, y también la cantidad de energía que se transmite, porque hay menos moléculas para poder transmitir esa energía y, por lo tanto, al disminuir, se escucha más apagado”, añade. De llegar a un espacio “vacío”, donde no hay aire ni casi moléculas y átomos, allí el sonido no se propaga.

La humanidad, en su exploración espacial, ha buscado alternativas: ha llevado micrófonos para captar sonidos en sus misiones, ha usado los datos recopilados por los telescopios para convertirlos en gráficos, imágenes y sonidos y ha inventado una propuesta más artística llamada sonificación, con un proyecto destacado que transforma los datos de los telescopios más poderosos del mundo en sonidos, dirigido por el Observatorio de rayos X Chandra de la Nasa y el programa Universe of Learning, también de la Nasa.

Micrófonos al espacio

Desde las primeras misiones que exploraban algunos planetas, sobre todo Júpiter y Saturno, ya llevaban micrófonos al espacio, algunas con menos éxito que otras. En la misión Cassini, explica Torres, se tenía planeado entrar a la atmósfera de Saturno y alcanzó a escuchar lo que allí sonaba; y la Huygens grabó durante más de dos horas y media el sonido de la atmósfera de Titán, el satélite de Saturno, mientras aterrizaba en 2005. En esta última, al tener una atmósfera densa, tierra y un mar de metano, el sonido podía propagarse y fue un éxito el descenso.

Ya en 1999 la Nasa había enviado a Marte un micrófono en la Mars Polar Lander, pero diez minutos antes del amartizaje se perdió el contacto con la sonda y más reciente, el Phoenix Lander de 2008, también llevó micrófonos, pero nunca pudieron encenderse. En 2014 se alcanzó a escuchar el golpe de la sonda Philae cuando se posó en el cometa 67P en 2014.

La sonificación

Al final del día, es muy poco lo que se ha logrado con micrófonos directamente en las misiones y, para el caso del espacio interestelar, no servirían de nada. Por eso, y combinando la ciencia, la tecnología y el arte, los científicos han encontrado formas de traducir los datos y convertirlos en sonidos.

A eso se le conoce como sonificación. El proyecto Chandra, de la Nasa, encargado de esta sonificación, lo define así: “Los telescopios nos dan la oportunidad de comprender cómo son los objetos en nuestro Universo en diferentes tipos de luz. Al traducir los datos digitales capturados por telescopios en el espacio en imágenes, los astrónomos pueden crear representaciones visuales de lo que de otro modo sería invisible para nosotros”. Y se pregunta, por qué no hacer lo mismo con otros sentidos, como el oído. Así, definen la sonificación como “el proceso que traduce los datos en sonido”.

Torres cuenta que hay diferentes tipos de sonificación, pero que son comunes los de imagen, donde se toma la imagen de una galaxia, nebulosa o cuerpo celeste y se le asigna un tono a cada estrella o a cada parte, “y cada vez que pasaba por el punto inicial sonaba un tono que luego formaba una melodía resonante”.

Se da en momentos y todos diferentes, unos más arriba que suenan agudos y otros más abajo que suenan graves

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