Es uno de los principales maestros y está presente desde que el feto se encuentra en el vientre de la madre, en el momento en que el cordón umbilical se convierte no solo en sustento de vida, sino en un divertido juguete para tirar. Más tarde, vemos que la comida, las mucosidades y los órganos genitales son los favoritos, y que todo lo que hay en el mundo exterior es una posibilidad de juego.
Lo extraño, sin embargo, es que “la mayoría de las personas suponen que el juego es algo que se debe crear para entretener al niño, pero resulta que es innato y espontáneo al ser humano. Proporciona placer y satisface situaciones en las que el niño no es capaz de expresarse a través de la palabra”, explica Claudia Pérez Peláez, psicóloga cognitiva conductual.
Adicionalmente, es uno de los primeros pasos del ser humano para aprender y aprehender sobre el mundo que lo rodea, sobre los otros seres humanos y sobre sí mismo. Permite establecer una relación con el propio yo y con los demás.
Por otro lado, el juego fomenta la imaginación y la creatividad, estimula la concentración, observación, atención y memoria. Es un aliado determinante para incentivar el desarrollo saludable de músculos y huesos, así como para estimular el cerebro y sus conexiones neuronales. Como si fuera poco, posibilita que los niños exploren el universo emocional mientras fomentan la expresión corporal y oral; lo cual permite sanar el cuerpo y fortalecer la esencia.
Los padres pueden acudir al juego de manera ilimitada y hacer presencia consciente en la vida de sus hijos para conocer sus intereses particulares, dones, talentos y características de su personalidad.
“Como padres es importante ser conscientes de lo relevante que resulta jugar. Que lejos de ser una pérdida de tiempo, como muchos creen, nos permite enseñarles el respeto por los acuerdos y las reglas (...) que aprendan a seguir instrucciones y a experimentar la victoria y el fracaso”, comenta Andrea Namen Pulgarín, coach emocional.
Para Claudia Pérez, los juegos tienen un papel significativo en el desarrollo de las funciones neurológicas como la atención, introspección, retroalimentación y aprendizaje. Sin embargo, es clave conocer los criterios de evaluación y las características específicas. Además, es importante encontrar aquellos que le gusten al niño para que así se conecte realmente con el gozo y el placer. ¡Así que manos a la obra y a jugar!