Psicóloga, magister en Psicoanálisis, doctora en Psicología Educativa
Análisis
La figura materna, más que física es simbólica
Holena Klimenko
Psicóloga, magister en Psicoanálisis, doctora en Psicología Educativa
Hoy vemos gran diversidad en la conformación familiar. Madres solteras que deben vivir con sus hermanas y madre; hombres que se encargan de la crianza de los hijos... Desde la psicología, la función de madre no está sujeta, como lo entiende la cultura tradicional, a una mujer biológicamente hablando.
La función de madre se entiende como la capacidad de proveer protección y seguridad a los menores y de satisfacer sus necesidades afectivas y básicas. Estas composiciones diversas de la familia siempre han existido. Diferentes personas, no solo mujeres, han cumplido con el papel materno. La figura materna o paterna no se refiere tanto a lo físico, sino a lo simbólico. Buena madre o buen padre es quien tiene la capacidad de brindar amor incondicional a los hijos: afecto y formación, sin ponerles condiciones a este cuidado.
Hoy, el concepto ha cambiado. Se está abriendo paso en diversos países que parejas del mismo sexo sean adoptantes. Si bien para la sociedad es complicado aceptarlo, debe entenderse que no debe haber restricciones de sexo ni de edad para que una persona pueda cumplir la función de madre. Lo que se requiere es madurez y capacidad de amar.
Desde las teorías psicológicas y con mi experiencia docente y como madre, considero que en Colombia hay falencias en el proceso de adopción, al restringir la posibilidad de hacerlo por cuestiones de edad o sexo. Mientras tanto, miles de niños siguen huérfanos y con un futuro incierto, cuando hay personas dispuestas a darles cuidado. No es verdad que las abuelas tiendan a malcriar a los hijos. Hay, por ejemplo, otro mito: les dicen a la mamá de un recién nacido: “no lo cargues tanto, que se resabia”. Lo peor es dejar llorar a los bebés en la cuna. Ellos experimentan una angustia existencial insoportable. Mientras más se cargue y consienta a un bebé, más independiente será cuando crezca. En cuanto a la orientación sexual de los padres, no incide en la formación de los hijos. Hay tantas familias homoparentales, sin pensar en las de padres homosexuales: esas donde existe la madre, las tías y la abuela. Sobre esas, la sociedad no se preocupa sobre la orientación sexual de sus integrantes. Hay que colocarse en el lugar del niño. Esos mitos deben relegarse.
Albert Einstein decía: “Dos cosas son infinitas: el Universo y la estupidez humana; y yo no estoy seguro sobre el Universo».