Por muchos años la educación se basó en adquirir conocimientos y en desarrollar las habilidades cognitivas (lectura, escritura, razonamiento numérico). Hoy se tiene claro que no es suficiente y que tal vez es más importante que los niños se conozcan a sí mismos, identifiquen sus capacidades y tengan la oportunidad de desarrollar todas las aptitudes que les faciliten un crecimiento integral. Para ello son necesarias las competencias sociales, de relacionamiento, autorregulación, aptitud para enfrentar retos y dificultades, resiliencia y toma de decisiones.
“Hay que aprender a hacer, pero también a ser y a desarrollar herramientas de afrontamiento”, afirma la psicóloga Piedad Garizábal Carmona y agrega que a la vida no se le puede quitar la incertidumbre, las situaciones difíciles, ni las crisis inesperadas. Se trata de aprender qué hacer, cómo reaccionar y sobrevivir a las tormentas. “Esto no lo da el aprendizaje cognitivo y aunque son habilidades que se pueden adquirir a lo largo de toda la vida, es mucho más fácil si se desarrollan en la infancia o la adolescencia porque hay mayor plasticidad y se evita establecer respuestas mal adaptativas que luego se repetirán”, explica.
Fuera de brindar un espacio para un desarrollo integral de sí mismos, las actividades extracurriculares les permiten a los niños explorar sus habilidades (para lo que son buenos) y sus pasiones (lo que les gusta) y desarrollarse en muchos ámbitos diferentes.
Tres imprescindibles
Según Claudia Restrepo Serna, PhD en Neurociencia y creadora de Neurotips, tres básicos que no deberían faltar en la vida de cualquier niño son el deporte, aprender a tocar un instrumento musical y ser parte de actividades extracurriculares en familia.
Los deportes ayudan a detectar si el niño tiene un desarrollo motor coincidente con la edad, si hay una inmadurez o hay signos de alarma para su neurodesarrollo. También genera disciplina, compromiso y habilidades de liderazgo. Es importante darle la oportunidad de explorar varias opciones y que sea el pequeño el que decida qué le gusta.
Explorar un instrumento musical activa conexiones neuronales que no ocurren cuando simplemente se escucha música. Une muchas partes del cerebro para una sola actividad, lo que favorece el metabolismo de neurotransmisores. Tocar un instrumento da capacidad de concentración, permite permanecer en un estado mindful (concentración cerebral en el aquí y el ahora) y permite coordinar la parte cognitiva con la parte motriz. Estudios científicos aseguran que esta actividad fomenta la generación de “neuronas reserva”, que ayudan a retrasar la degeneración cognitiva en la vejez.
Las actividades extracurriculares en familia son fundamentales. No se trata de sentarse a ver televisión o estar todos en la misma habitación, pero cada uno haciendo una actividad diferente. Es una pasión o una experiencia que se puede compartir y disfrutar juntos, que se planea y se realiza en conjunto. Conocimiento compartido, experiencia compartida, emoción compartida.
Está científicamente probado que la oxitocina (la hormona del vínculo) aumenta cuando se realizan este tipo de actividades y por lo tanto hay mayor cohesión. Estos son espacios que brindan una serie de aprendizajes como seguir instrucciones, comprar con criterio o respetar el razonamiento del otro. Además, constituye un espacio para conocer a quienes más queremos