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¿Qué tienen que ver el cambio climático con la violencia contra las mujeres? ¿En qué se relaciona la escasez de agua con los aumentos de abusos sexuales? ¿O las lluvias e inundaciones con la desescolarización de niñas y jóvenes mujeres?
En Uganda hay una comunidad que depende de la agricultura para su sustento. Por el aumento de sequías, los cultivos y el ganado se redujeron y las mujeres y las niñas tuvieron que obtener alimento y agua de otras zonas, viéndose obligadas a realizar largos viajes. En esos trayectos estuvieron expuestas a vendedores, agricultores y terratenientes que las agredían sexualmente, según un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo de 2019. Además, una vez en sus hogares y cansadas por la jornada, no mostraban interés en el sexo con sus maridos y la respuesta fue más violencia.
O más cerca, en La Guajira, una pequeña de 10 años tiene que caminar seis horas diarias para conseguir agua y no podrá asistir a clases por falta de tiempo y recursos. En 2050, el cambio climático se estima que contribuya a que al menos 12,5 millones de niñas no completen su educación.
Aunque la crisis ambiental actual afecta a todos, no lo hace en las mismas proporciones. La ONU reconoce que las mujeres y niñas son las más vulnerables y enfrentan mayor riesgo y carga, sobre todo aquellas en situaciones de pobreza, más expuestas a la inestabilidad económica, el desplazamiento, la violencia sexual, entre otras.
Este martes el tema central de la 26° Conferencia de las Partes, o COP26, la cumbre climática más importante, fue el género y la participación femenina en la acción climática. ¿Fue suficiente un solo día para un problema de siglos?
Vulnerables
Como explica María Alejandra González, coordinadora de Ética y Responsabilidad Empresarial de la Universidad Eafit, en los roles de género culturalmente establecidos son las mujeres las que se encargan de la alimentación, de ir por el agua, la leña, los combustibles y son al tiempo las que menos derechos sobre la propiedad de las tierras tienen. Son cabezas de familia, dependen de la agricultura de pequeña escala y muchas veces dejan de alimentarse para alimentar a los demás.
Esto es injusto, dice Carolina Alzate Gouzy, directora de LowCarbonCity. El cambio climático es injusto en todos los sentidos, porque son las poblaciones más vulnerables las más afectadas y las mismas que menos tienen que ver con las causas del problema.
Perspectiva de género
Al final del día, en la COP26 se dedicó un día al género pero, como dice Alzate, terminó siendo una conversación de hombres blancos vestidos de traje, sin mucha participación femenina o de otras comunidades diversas. “Y no es capricho de las mujeres querer estar en estos ambientes, sino que es necesario porque está demostrado que cuando hay menos representación, son menos las políticas públicas dedicadas a nosotras”. Es como pintarse de rosa pero seguir haciendo lo mismo.
Entonces, ¿qué hacer? No basta con garantizar que haya mujeres en los eventos, o cuotas de 50 y 50. La clave está en la perspectiva de género.
Natalia Escobar Pemberthy, profesora del departamento de Negocios Internacionales de la Universidad Eafit, explica el enfoque de género como una necesidad de transversalizar que tiene en cuenta a las mujeres y sus diferentes problemáticas en las acciones y decisiones de la sociedad y que esto permita mayor capacidad de gestión y participación en sectores que van desde la gobernanza y las negociaciones hasta en las comunidades.
Para esto, dice González, es además necesario acercarse a las comunidades para entenderlas y poder, a partir de ahí, construir soluciones sostenibles. Así, si se sabe que una mujer debe cuidar a sus hijos y que eso le impide participar, una alternativa para garantizar su aporte sería brindarles guarderías en las que puedan dejar a los pequeños mientras asisten. Además, se debe atender primero a las poblaciones más vulnerables.
A largo plazo, el ideal sería tener representación en números de mujeres negras, blancas, mestizas, indígenas, y también acciones, pensando todas juntas en propuestas profundas y segmentadas a sus poblaciones.
Cuenta Alzate que en la presentación de la Estrategia a largo plazo de Colombia para 2050, proyecto en el que trabajaron en su mayoría mujeres, quienes lo presentaron ante el público fueron, de nuevo, cuatro hombres. Esto demuestra que es una problemática que no se ha interiorizado y que se ha naturalizado.