Es una anomalía frecuente que implica un problema en la estructura y el funcionamiento del corazón de los bebés al nacer. Dentro de las más comunes se encuentran las cardiopatías leves que incluyen defectos en la pared entre las aurículas y los ventrículos. En un buen porcentaje de los niños estas se resuelven espontáneamente durante los primeros siete años de vida.
“Las cardiopatías leves se suelen diagnosticar después de los tres meses de vida, cuando, por el cambio de las presiones en los pulmones, se empiezan a producir ruidos que se conocen como soplos cardíacos. Otra manera de identificar esta anomalía es cuando los bebés comienzan a presentar una coloración azulada en sus labios y piel durante los primeros días de vida”, explica la doctora Tatiana Padilla, cardióloga pediatra.
Si bien un gran porcentaje de cardiopatías se pueden identificar durante la gestación, existen otras que son más complicadas de diagnosticar prenatalmente. Sin embargo, existe un protocolo en la atención durante los primeros meses de vida para identificar cualquier anomalía.
Las familias con un bebé que padece de esta enfermedad enfrentan desafíos de alto impacto y de alto costo porque usualmente deben ingresar a un programa médico que incluye citas y exámenes de seguimiento periódicos, lo que genera dificultades emocionales, sociales y económicas. “Lo que le recomiendo a los padres que están pasando por una situación similar es buscar apoyo informativo, instrumental y emocional”, cuenta María Andrea González, madre de niña con cardiopatía.
Según el tipo de cardiopatía, se estipula el tratamiento. Algunas solo requieren seguimiento; otras, manejo médico con medicamentos a la espera de que se resuelvan espontáneamente; mientras que algunos casos requieren intervenciones, ya sea percutáneas o quirúrgicas