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Al morir podrían pasar frente a sus ojos algunos momentos especiales

Por casualidad un hombre fue monitoreado mientras sufría un infarto. Esto fue lo que encontraron.

  • El evento reseñado, y que aún es preliminar, podría ser similar a los que han sido narrados por personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte. FOTO PIXABAY.
    El evento reseñado, y que aún es preliminar, podría ser similar a los que han sido narrados por personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte. FOTO PIXABAY.
28 de febrero de 2022
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El cerebro de un individuo de 87 años fue vigilado durante 15 minutos, a través de un electroencefalograma (EEG), mientras moría. No se había hecho nunca de manera tan precisa ni por tanto tiempo en un humano.

Sucedió en Canadá y tal fue el impacto de los registros, que científicos de siete universidades (algunas de ese mismo país, otras estadounidenses y otras chinas) los estudiaron y publicaron los hallazgos, a mediados de este mes, en la revista académica Frontiers in Aging Neuroscience, bajo el título de Interacción mejorada de coherencia neuronal y acoplamiento en el cerebro humano moribundo (Enhanced Interplay of Neuronal Coherence and Coupling in the Dying Human Brain, en inglés).

Entre las conclusiones, que siguen siendo incipientes por tratarse de un solo caso y de un paciente con una enfermedad neurológica previa, se contempla la posibilidad de que, estando el corazón detenido y justo antes de que deje de fluir sangre en el cerebro, aparezcan como recuerdos de una película (o flashbacks) algunas vivencias significativas.

Un estudio por casualidad

Este tipo de posibilidades no son una novedad, es común encontrarlas en las narraciones de personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte (ver Informe).

Hasta ahora su palabra ha bastado para ser tenidas en cuenta, pues registrar y medir lo que ocurre al momento de morir (mediante técnicas precisas como EEG, por ejemplo) es difícil, sobre todo porque la mayoría de veces la muerte llega de forma inesperada.

Este hecho ocurrió por casualidad. El paciente al que lograron hacerle los registros sufría de epilepsia y era monitoreado periódicamente a través de este tipo de exámenes. Durante una de tantas grabaciones el hombre sufrió un paro cardíaco (en consenso con la familia, teniendo en cuenta su estado de “no resistir”, no fue sometido a reanimación) y falleció, quedando anotado, gracias a un EEG, su tránsito hacia la muerte.

Ondas activas al morir

Todo cerebro humano vivo presenta patrones de actividad rítmica (pequeños impulsos eléctricos que indican la comunicación entre neuronas), que pueden ser medidos a través de sensores dispuestos en el cuero cabelludo.

Tales impulsos pueden traducirse en ondas observables en distintas frecuencias: las hay muy rápidas (como las gamma y beta) y más lentas (como las theta y delta).

Cuando la actividad de estas se detiene se habla de muerte encefálica, lo que es un cese irreversible de las funciones cerebrales, explica Leonardo Palacios, docente de Neurología de la Universidad del Rosario. Así, “aunque la persona tenga latidos, si las tres partes del encéfalo están muertas (cerebro, cerebelo y tronco cerebral) se considera que la persona falleció”.

En el paciente en cuestión esa actividad cerebral fue medida durante 900 segundos (15 minutos) mientras sufría un infarto, aunque el enfoque de los investigadores estuvo sobre todo en lo que sucedió 30 segundos antes y después de que el corazón dejara de latir.

Fue en ese lapso de tiempo, cuenta en el comunicado oficial de la noticia el doctor Ajmal Zemmar, neurocirujano de la Universidad de Louisville, Estados Unidos y organizador del estudio, que observaron cambios en una banda específica de oscilaciones neuronales: en las ondas gamma, beta, delta, alfa y theta.

Las gamma, según el análisis, aumentaron, mientras que las demás disminuyeron. Esto llama la atención porque aquellas que mostraron un incremento están relacionadas con funciones altamente cognitivas: la concentración, el sueño, la meditación, la percepción consciente y la recuperación de la memoria (los flashbacks).

Teniendo esto en cuenta, especula el doctor Zemmar, “el cerebro podría estar reproduciendo un último recuerdo de eventos importantes de la vida justo antes de morir”.

Visto también en ratones

Dentro del marco teórico del artículo publicado, los especialistas reseñan que hay correlatos disponibles que provienen de estudios experimentales en animales. Así, en entornos controlados han sido observados cambios similares en las ondas gamma de roedores a punto de morir, oscilaciones que se incrementan, sobre todo, 30 segundos después del infarto.

Ahora bien, aunque los descubrimientos canadienses son reveladores, los autores hacen varias salvedades a tener en cuenta: se trata de un único caso; el cerebro del paciente había sufrido un hematoma subdural traumático (acumulación de sangre entre el cerebro y su cubierta externa); debido a su enfermedad previa (epilepsia) había recibido dosis significativas de medicamentos anticonvulsivos y, finalmente, resaltan que no tenían una medición de la actividad cerebral en condiciones normales que pudiera servirles como línea de base comparativa.

No obstante, en las conclusiones defienden que lo encontrado es relevante en la medida en que los registros fueron tomados de la vida real y en un entorno clínico no experimental. Explican que recopilar datos y desarrollar estudios en personas no enfermas es complejo por definición, pues es imposible predecir la muerte de sujetos sanos.

Para el docente Palacios, por ahora es casi imposible verificar este tipo de situaciones, sin embargo, dice que lo encontrado por los médicos “abre puertas a investigaciones más grandes en individuos que quizá, habiendo firmado un consentimiento informado, acepten ser monitoreados (si las condiciones del deceso lo permiten) antes, durante y después de morir”.

Finalmente, en palabras de Zemmar, “algo que podemos rescatar de esta investigación es que, aunque nuestros seres queridos tienen los ojos cerrados y están listos para morir, sus cerebros pueden estar reproduciendo algunos de los mejores momentos de sus vidas”

30
segundos después de un infarto las ondas gamma aumentan, según estudios.
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