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No es de ahora, las plantas, además de permitirle a los seres vivos existir, de producir oxígeno, convertir la luz del sol en energía y en alimento, han posibilitado a los humanos superar un sin número de enfermedades.
Dice el libro Los secretos de las plantas (2014) de la Fundación Secretos para contar, que en China se conservan hoy en día tratados de plantas medicinales que tienen más de 5.000 años de antigüedad y los egipcios las usaban para la salud, belleza y para embalsamar a sus muertos hace más de 3.000 años.
En el caso colombiano, la medicina tradicional o empírica tiene orígen en el cruce de los legados indígenas, de los españoles y de los negros africanos. A este saber se ha recurrido por varias razones, se lee en la publicación Medicina tradicional en los corregimientos de Medellín (2012), de la Alcaldía de Medellín, una de ellas, el “posible alto costo de los servicios de salud”.
Las especies de plantas registradas de uso medicinal son 28.187 de acuerdo con el informe titulado El estado de las plantas del mundo y publicado en 2018 por investigadores del Royal Botanic Gardens, Kew, del Reino Unido. Y 143 bases de datos y publicaciones citan 415.180 nombres únicos para medicamentos a base de plantas: un promedio de 15 nombres alternativos para cada especie. En cientos de casos las hierbas proporcionan la materia prima para aislar o sintetizar drogas convencionales. Por ejemplo el principio activo de las pastillas anticonceptivas se obtuvo por síntesis de los componentes hallados en el ñame silvestre (Dioscorea villosa).
El vademecum del Ministerio de Salud y Protección social del país registra cerca de 2.000 con sus respectivos principios activos, riesgos y contraindicaciones. La información cuidadosa y detallada abunda en internet, pero en varios casos prevalece la desinformación, anota el médico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia con doctorado en neurociencias y especialización en medicina alternativa, Luis Guillermo Duque Ramírez.
Uno de los libros que el doctor Duque recomienda consultar es Plantas medicinales aprobadas en Colombia (Universidad de Antioquia, 1999), del biólogo Ramiro Fonnegra G y el profesor Roberto Giraldo. Esto porque la información que se publica en entornos digitales y sin cuidado podría esperanzar a una persona enferma con falsas promesas.
“Algunos suelen idealizar plantas en búsqueda de una cura milagrosa, con la idea de que por naturales no hacen daño. Fácilmente, estas personas caen en trampas sobre las verdaderas indicaciones de las plantas medicinales”, agrega el doctor.
Existen claves que podrían ayudarlo a detectar información de la que debería desconfiar. La primera, dice Duque, es dudar ante la planta que sirve para todo. Que la alerta se encienda cuando lea o le digan que una hierba sirve para múltiples indicaciones. Más aún si la recomendación va acompañada de adjetivos como “infalible” o “garantizada”. Esto porque “ninguna sustancia actúa en todos los sistemas”.
Otra sugerencia se relaciona con los testimonios personales. Estos son importantes para entender cómo actúan ciertas plantas en el interior del cuerpo de algunos individuos. Sin embargo, esta misma experiencia que se acumula en varios casos ha probado que la diversidad humana abre la posibilidad de que unas plantas actúen diferente en distintos grupos poblacionales. Por eso, es importante acompañarlas de un concepto médico.
Las hierbas de uso más frecuente son seguras, pero algunas pueden producir efectos secundarios, y al igual que las medicinas, los remedios de hierbas deben tratarse con cautela.
Es común escuchar que esa planta es buena para equis condición, pero ¿qué parte de la planta?, ¿el tallo?, ¿la corteza?, ¿la semilla?
Porque no todas sus partes generan las mismas interacciones químicas. Por ejemplo, cuenta Carla Bajonero, socióloga y aprendiz de los usos de las plantas, la manzanilla pierde sus propiedades si se pone en agua en su punto de ebullición por ser una hierba delicada, en cambio el jengibre, una raíz, necesitará de calor intenso para liberar sus particularidades.
Duque por su parte agrega que “los derivados de plantas (usos fitoterapéuticos) tienen una limitación por su potencial de ser hepatotóxicos, es decir que intoxican el hígado. Ningún medicamento se debe usar por más de tres meses seguidos y si son de origen natural no pueden pasar de tres meses de uso continuo porque pueden producir hepatitis”.
Bajonero dice que se curó de una gastritis haciendo uso de caléndula en un preparado con un poco de alcohol. Pero ella es consciente de que una gastritis puede darse por algo más que el aumento de ácido en el estómago. El doctor Duque dice que también se puede deber a un tumor maligno.
Por eso, recuerda el médico de la UdeA, “algunas plantas medicinales tiene efectos paliativos, o curativos. Pero detrás tiene que haber un buen diagnóstico médico, para que no se retrase el tratamiento requerido porque el paciente se sienta un poco mejor con el uso de determinada planta”.
Hay un adagio popular ruso que dice “quien conoce las plantas no debería estar nunca enfermo”. Y es que a casi todas se les puede encontrar algún tipo de uso dice Héctor Fabio Célis, campesino de San Cristóbal que se dedica a cultivar desde que tiene ocho años. Él, luego de intentar con legumbres y vegetales, hoy dedica el verde de su finca –de unos 15 metros de largo por unos 7 de ancho–, a alojar unas 15 especies de hierbas aromáticas.
De hecho, la línea divisora entre alimentos y medicinas no siempre está clara. ¿Son medicamentos los limones, las papayas, las cebollas? El limón mejora la resistencia a las infecciones, la papaya se usa en algunas partes para expulsar las lombrices y la cebolla alivia las infecciones bronquiales. Tal vez, como dicen los fitoterapeutas, no es tan precisa esa afirmación de “uno es lo que come”, sino “uno es lo que absorbe de lo que come”.
A medida que la gente se esfuerza para estar sana frente al estrés crónico y la contaminación, las plantas vuelven a ser populares. Pero recuerde, no todas sirven para todo y al usarlas, convérselo con su médico de confianza