Jerusalén es la capital de Israel, es el pueblo sagrado para las religiones abrahámicas, el judaísmo, el cristianismo y el islam. También es el título de la canción más escuchada y bailada a través de la popular red social Tik Tok en 2020.
Se publicó el 29 de noviembre de 2019 y se llama Jerusalema porque está escrita en venda, uno de los 11 idiomas oficiales de Sudáfrica, puntualmente el de la región de Limpopo, una de las más pobres de África. Allí nació Máster KG, cuyo nombre de pila es Kgaogelo Moagi, el dj y productor de 24 años que creó la canción y quien ahora tiene 181 mil seguidores en Twitter.
La voz oficial de este tema que le ha dado la vuelta al mundo es de la corista Nomcebo Zikode, quien nació en Mpumalanga, Sudáfrica, en 1985. (Ver Para saber más)
La canción cuenta con más de 35 millones de reproducciones en Spotify, lo que representó un crecimiento del 48,000 % en esa plataforma desde su lanzamiento hasta octubre de 2020, y ocupa el top 50 Viral Chart de esa aplicación de música. Además, el video tiene más de 302.270.000 de reproducciones en YouTube.
Por otro lado, el sencillo alcanzó el puesto número dos en el Global Shazam Chart y el puesto 16 en Global ViralX de Spotify, con casi un millón de reproducciones al día. Actualmente, el tema se posiciona en el número 45 de la lista Global Top 200 de Billboard.
Buscar su origen
La palabra tiene un origen bíblico y un mensaje basado en la existencia de un “Dios Madre”. Máster KG explicó a la emisora LOS40, en España, que Jerusalema "es una canción muy espiritual, por eso aporta esperanzas al mundo. Es una canción sanadora y que hace que la gente esté feliz”.
Es más, según su creador, Jerusalema es la alegoría de Sara y Agar, que “tiene mucha connotación para las tres religiones monoteístas del mundo, porque Agar era la esclava de Abraham, que es el padre de la fe para los cristianos, los musulmanes y los judíos”, explicó el sacerdote Juan David Quintero, párroco de la iglesia María Madre Admirable de la Arquidiócesis de Medellín y teólogo que actualizó sus estudios bíblicos en Roma en 2019.
Según las Sagradas Escrituras, Abraham desconfió de la promesa de un hijo que le hizo Dios y por eso tuvo un hijo con su esclava Agar, que se llamó Ismael, sin imaginar que luego, con su esposa Sara, nacería Isaac.
“Así comienza la alegoría. Con un conflicto entre Sara y Agar, las madres de Isaac y Samuel (...) Para las religiones, Jerusalén es la ciudad de la paz, donde conviven los hermanos, pero Pablo relaciona Jerusalén con estas mujeres, al decir que Agar es la imagen de la Jerusalén que se construye con los esfuerzos o méritos, mientras que Sara representa la ciudad de la mujer libre y la que se construye con la gratuidad de Dios, como un don”, agrega el sacerdote.
En definitiva, el éxito musical en las redes sociales se basa en la creencia de que existe un Jerusalén de abajo (La Tierra) y uno de arriba (lo celestial). Está inspirado en versículos bíblicos: Gálatas 4:21, Apocalipsis 21:1 – 4 y Juan 18:36.
Éxito en redes
El boom de Jerusalema se explica en la tendencia de videos cortos y pasos de baile fáciles que se creó en Tik Tok y que se repitió en el mundo.
Aunque la canción se lanzó en 2019, se hizo viral en febrero de 2020 cuando un grupo de bailarines de Angola, conformado por dos mujeres y 4 hombres, bailó el tema imitando sus bailes tradicionales para un matrimonio. Todos danzaron mientras sostenían un plato de almuerzo, lo que convirtió la coreografía en un reto viral en redes sociales: bailar con un objeto en la mano.
¿Pero cómo una canción cantada en venda, un idioma poco conocido, se vuelve un éxito mundial? Mauricio Vásquez Arias, profesor asociado al departamento de Comunicación de la Universidad Eafit, explicó, en diálogo con EL COLOMBIANO, que “en la música hay que entender que una canción se vuelve mundial porque va más allá del hecho mismo del componente lingüístico. Lo que se viraliza es el componente rítmico o melódico, que toca la sensibilidad de quienes escuchan la canción y la cantan, así no entiendan el idioma”.
Y agrega que este fenómeno de esta canción, “es similar al de escuchar rock en inglés en América Latina hace unas décadas. Muy pocas personas lo entendían, pero muchas lo escuchaban. Gran sorpresa para muchos fanáticos del rock ver la traducción al español años después. En ese caso lo que se contagiaba de una cultura a otra era el ritmo y la melodía, más allá del idioma”.
En redes sociales el #JerusalemaChallenge es un reto que consiste en bailar como el primer grupo de Angola: con coordinación en los pies y preferiblemente en la calle.
A ese reto se han sumado miles de personas en Tik Tok y YouTube, donde hay cientos de contenidos que muestran a trabajadores de la salud, atletas, celebridades y ciudadanos, desde Suráfrica hasta el Reino Unido, Nigeria, Angola, Portugal, Francia, Italia, España, México y Colombia bailando una coreografía única para la canción que contagió al planeta.
“En el mundo se asumen los procesos culturales con lógicas distintas. Hoy leemos, de nuevo, con mucho interés, el siglo XIX y eso genera otros fenómenos de interés que no despertaron en su momento. Los bienes culturales no responden a las lógicas de evolución que se tienen para otros fenómenos. Es más, pasó mucho tiempo con el arte de vanguardia: en su época no se comprendió, pero empieza a decirle cosas al éxito contemporáneo y se vuelve un filtro de photoshop, lo que se globaliza en el contexto de las redes sociales”, agrega el profesor Vásquez Arias.
Versión en español
El remix latino de Jerusalema es del rapero venezolano de 21 años Micro TDH, junto a la colombiana Greeicy, artistas escogidos por la disquera Warner.
Para la traducción latina, la letra trasciende la religión y habla de un sentido de pertenencia, de búsqueda de bienestar y de eventualmente encontrar el camino a casa. Por lo tanto, ya sea entre los creyentes religiosos o como un tema alegre y bailable, la canción fundamentalmente habla de la felicidad y el camino para llegar a ella
Jerusalema es un hit sudafricano, que tiene una versión en español, y que se popularizó por la coreografía creada para las redes sociales. Su autor la considera como una canción espiritual.