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“Mamá, ¿cómo se hacen los bebés?” y otras preguntas

La curiosidad de los niños pone en aprietos a más de un padre. No se preocupe, hay claves para responderles sin ponerse rojo.

  • “Mamá, ¿cómo se hacen los bebés?” y otras preguntas
03 de diciembre de 2019
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Justo esta semana Agustín Grajales Escorcia sorprendió a sus papás Mónica y Juan Pablo con una de las preguntas más difíciles que les ha hecho en sus tres años de vida: viendo una foto de la boda les preguntó, con lágrimas en los ojos, por qué no lo habían invitado. Después llegaron reclamos y solicitudes como que él hubiera querido ir a la fiesta y que por favor se casaran otra vez para él ir a la ceremonia.

Ambos trataron de explicarle que cuando ellos se casaron él no había nacido, pero surgió otra duda, y ¿yo dónde estaba en ese momento?

Dudas corchadoras seguro le han sucedido a papás, mamás, abuelos, tíos y hasta hermanos mayores. Para el psicólogo educador Luis Eduardo Cuervo, la pregunta no es difícil por el niño sino por el adulto que la recibe y se incomoda o no sabe cómo actuar. Hay tres respuestas, dice él, que no se deben dar: no sé, porque sí y porque no.

“Cuando tú le dices ‘no sé’ pierdes confianza y por eso uno los escucha decir que los papás no saben nada”, cuenta el educador.

Por partes

La psicóloga y psicoanalista Paola Votto aclara que los niños desde que nacen exploran. “Ellos fijan la mirada en los objetos y desde ahí comienzan un desarrollo sobre la curiosidad, después quieren tocarlo todo, sentir las texturas. Luego llega el lenguaje y ahí se da otra etapa en la que interactúan con su voz para que a partir de los 4 o 5 años hagan preguntas sobre cómo funciona el mundo”.

Una particularidad de los tiempos modernos son tantos estímulos y agitación que hacen que los adultos “usualmente anden corriendo para resolver un asunto”, indica Votto, quién sugiere que valdría la pena que hagan una pausa, se observen y piensen en cómo acompañar la curiosidad de los chicos, y más cuando no saben qué decir. “Los niños tienen dudas y comparten sus ocurrencias como búsqueda y explicación de lo que sucede consigo mismos, con los otros y el mundo que los rodea”.

La actitud y la honestidad

Juan Carlos Posada Mejía, psicólogo clínico de la Universidad San Buenaventura y escritor en el Blog de EL COLOMBIANO llamado Yo creo que, explica que la honestidad tiene que primar cuando se va a contestar cualquier consulta, sin importar la etapa de crecimiento, pero a su vez tener algo de suspicacia.

“Los papás deben investigar si en realidad el hijo no sabe la respuesta o lo que está haciendo es una demanda de amor o de compañía. Ahí hay que hablar con ellos y darles a entender que los acompañamos y que podemos buscar la solución a la pregunta o al problema”, destaca.

Por otro lado, comenta él, hay una edad del “por qué” en la que es mejor no dar una solución inmediata sino indagar cuál es la respuesta que tienen. “Hemos encontrado que ellos ya tienen una solución prediseñada y prefabricada, y que quieren comparar lo que ya saben con lo que les diga el papá y la mamá. Un ejemplo: ‘Mami, ¿por qué sale el sol por esa montaña?’ Entonces la mamá le puede decir: ‘Hijo ¿tú por qué crees que sale el sol por la montaña?’, y ahí él responderá que por ahí es el oriente y el oriente siempre es por donde sale el sol”.

Hay momentos, determina la psicóloga, en que tantos porqués pueden resultar agotadores. “Nuestra actitud será vital para la comprensión del mundo, cultivar su amor por el conocimiento, brindar seguridad al exponer sus ideas formando un criterio propio de los mensajes y aprendizajes, mejorar la capacidad de comunicación y favorecer sus relaciones interpersonales, por mencionar algunos beneficios”.

Están juntos en esto

A la hora de hacer las tareas, si un hijo le pregunta a los padres algo que se sale de su conocimiento básico, el psicólogo Posada explica que efectivamente el “no sé” es muy dañino. “Hay pistas muy importantes para seguir y la primera es ser sincero y decirles: ‘Hijo ese tema yo no lo manejo, no lo domino ni lo conozco, pero con mucho gusto investigamos y te ayudo’. Los papás deben colaborar, no hacerle la tarea, mas sí motivarlos a investigar, a leer y a consultar, y ahora es muy fácil utilizando herramientas que en otras épocas no se usaban”.

En ese sentido Votto añade que la otra cara son esos padres con bastante conocimiento que en vez de ponerse a su altura los abruman, “con respuestas muy largas que tienen un lenguaje muy adulto”.

Y si la consulta no es de un tema académico sino de lo que pasa en el día a día, los adultos deben prepararse. “En esos momentos incómodos hay que generar un espacio de confianza, hay cientos de cuestiones que no se explican fácilmente”.

Justo al psicólogo Cuervo le ha tocado escuchar en estos días a estudiantes muy jóvenes que preguntan sobre la situación del país. “Pueden estar averiguando algo o buscando seguridad”. Votto agrega que “ellos también se forman una opinión de lo que ven, de sus emociones, de lo que escuchan en el noticiero que la mamá ve en la noche o el radio que el papá tiene encendido en la mañana”. Su influencia es importante.

La psicoanalista indica que en situaciones similares, que se pueden presentar a nivel social y del entorno, es vital lo de devolver la pregunta: “Por ejemplo qué piensas tú, qué estás observando tú, por qué crees que la gente sale con cacerolas, y a partir de esa respuesta ya tendría el adulto que validar las emociones del niño y darle confianza, explicarle de una manera sencilla lo que pasa y reiterar que están con él para ayudarlo y acompañarlo”.

Insiste Cuervo que ellos, hoy más que nunca, reciben bastante información de su entorno y por eso los padres a la hora de solucionar dudas tienen que ser certeros, veraces y adecuados, “y quiero rescatar esa última palabra ya que considero que no hay respuestas inteligentes sino adecuadas, la mejor es aquella en la que queden contentos y no más confundidos”.

Eso sí que no

Es muy importante que los adultos no evadan las preguntas incómodas, explica Cuervo, y que “respondan lo que les estén preguntando sin información extra o adicional que no estén pidiendo. Considero que lo primero que uno debe hacer es tratar de entender por qué el niño está preguntando lo que está preguntando”.

La psicóloga detalla que una equivocación que cometen los adultos es “usar el celular mientras el niño te esté hablando y que sigas haciendo tus cosas en el móvil o en el computador”. Hay que parar y ponerle toda la atención.

Otro gran error es dejar cada cosa en manos de la tecnología, “entonces los jóvenes le están preguntando todo a Google, a Siri y no a un interlocutor que pueda hablarles de frente. Ese peligro hay que advertirlo para que los padres actúen y protejan”.

Es claro que ellos se cansan de preguntar al papá o a la mamá y buscan otras personas de la familia, abuelos, tíos, primos, hermanos mayores o personas de confianza. Si resulta que la pregunta es bien corchadora, “aplique la regla de la honestidad y la indagación, y si no sabe indique que quizá alguien más podría ayudar. Es bastante común que otros familiares se burlen y eso es un gran problema, ya que no se deben reír de sus preguntas, no hay que desprestigiarlos con frases como ‘deja de hacer preguntas bobas’, a ellos hay que reforzarles la capacidad de preguntar”, anota el psicólogo Posada.

Cuando un niño recibe de manera adecuada las respuestas que necesita, le da valor, no solo al conocimiento sino al diálogo, “y es en esos años infantiles en los que se construye esa confianza, la que le dice a un hijo que puede contar con sus padres para todo. Muchas veces pedimos eso en la adolescencia, pero hay que cultivarlo desde que están pequeños”, comenta Votto. Por eso es importante fomentar espacios de diálogo en familia, esos en los que se pueda conversar, cuestionar, responder, contarse las cosas del día, establecer rutinas, ir jugando, hablando.

¿Y en algún momento dejan de preguntar? No, comenta Posada, “lo que pasa es que las preguntas van cambiando y el interlocutor va creciendo, cambia el motivo y se vuelve selectivo a la hora de escoger quien quiere que se la responda”.

Más que preguntas incómodas que pongan rojos los cachetes, hay poca preparación. .Alístese, que incluso en el futuro tendrá respuestas para reírse

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