Es bien sabido por los científicos que algunas bacterias y alérgenos (como el polvo) pueden ocasionar crisis de asma. Sin embargo, las razones, las respuestas al “por qué”, no eran todavía muy claras.
Un estudio publicado a inicios de este año en la revista Science Translational Medicine daría respuesta al interrogante. Una sola molécula explicaría cómo las bacterias desencadenan uno de los tipos más graves de asma.
Esta afección (el asma), que consiste en la inflamación de las vías respiratorias (se estrechan y producen más mucosa dificultando la respiración), afectó para 2019, según la Organización Mundial de la Salud, a cerca de 262 millones de personas en el mundo y causó 461.000 muertes. Entre sus síntomas más evidentes están la tos, las sibilancias y la opresión torácica.
¿Qué hay detrás de ella?
Científicos estadounidenses descubrieron que bacterias como la Klebsiella pneumoniae estimulan la actividad de una molécula llamada oncostatina M (OSM), que es finalmente la responsable de la inflamación y la sobreproducción de moco.
Utilizando tejido pulmonar humano primario, células epiteliales o mesenquimales humanas, los científicos demostraron que la OSM es necesaria y suficiente para impulsar las características fisiopatológicas observadas en el asma grave después de la exposición a Klebsiella pneumoniae.
Con esto claro, los investigadores desarrollaron un anticuerpo específico capaz de bloquearla (a la OSM) logrando así prevenir, en modelo animal (en un ratón), la inflamación y, por ende, la crisis de asma.
De este modo, fue abierta la puerta a nuevas terapias personalizadas que mejorarán la calidad de vida de aquellos que sufren de crisis graves cada tanto.