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Por tercera vez, en catorce meses de pandemia, los centros de educación inicial o jardines infantiles retornaron en mayo a la presencialidad, pero aún no se sabe si este regreso es definitivo.
La incertidumbre ha sido la constante, asevera Beatriz Vélez, presidenta de la Asociación Antioqueña de Educación Infantil y a su vez directora del jardín infantil La Casa de los Colores, en Laureles. Tener que trabajar procesos discontinuos e interrumpidos no es lo ideal. Sin embargo, las instituciones se han encargado de mitigar los efectos que esto genera en los niños y sus familias.
“Nos hemos acomodado a las necesidades de las familias de acuerdo con su sentir, ya que son ellos quienes toman la decisión de enviar o no a los niños a los centros de educación inicial. Su colaboración ha sido fundamental para convertirse en guías y apoyo, y que ellos tengan una crianza sana e integral”, señala Vélez.
Agrega que han vinculado la virtualidad incluso para el fortalecimiento del vínculo comunicativo entre docentes y familias, y aunque reconoce que gracias a esto, hoy es más fácil enviarles instrucciones o atender sus solicitudes, insiste en que la presencialidad es indispensable para la socialización de los niños y como factor protector de su salud mental y las de sus cuidadores.
Ana Cecilia Ossa, directora general del Jardín Infantil Sol Naciente e integrante de la Junta Directiva de la Asociación Antioqueña de Educación Inicial, argumenta que estos centros educativos “deberían ser los últimos en cerrar y los primeros en abrir”.
La virtualidad con niños de uno a cinco años le parece “compleja”, sin mencionar el tiempo de exposición a pantallas. No obstante, han buscado las herramientas para que esta experiencia sea amena y con énfasis en la protección del vínculo entre los niños, los amiguitos y los docentes.
“No es lo ideal, pero es una manera de que haya conexión con ese mundo social tan importante”, dice Ossa, y afirma que para ello recurrieron a la literatura, la música, las expresiones artísticas y a que la casa fuese una especie de laboratorio para potenciar su desarrollo.
“Algunas familias se retiraron del jardín, nuestro rol fue el de acompañar y comprender la situación alrededor de cada familia. Por eso hicimos inversiones, adecuaciones y formamos a los docentes para hacer un trabajo integral y darles la posibilidad del retorno, que era urgente”, explica Ossa.
El apoyo de los centros de educación inicial es clave para generar tranquilidad y transmitir seguridad a las familias