Por tercera vez, en catorce meses de pandemia, los centros de educación inicial o jardines infantiles retornaron en mayo a la presencialidad, pero aún no se sabe si este regreso es definitivo.
La incertidumbre ha sido la constante, asevera Beatriz Vélez, presidenta de la Asociación Antioqueña de Educación Infantil y a su vez directora del jardín infantil La Casa de los Colores, en Laureles. Tener que trabajar procesos discontinuos e interrumpidos no es lo ideal. Sin embargo, las instituciones se han encargado de mitigar los efectos que esto genera en los niños y sus familias.
“Nos hemos acomodado a las necesidades de las familias de acuerdo con su sentir, ya que son ellos quienes toman la decisión de enviar o no a los niños a los centros de educación inicial. Su colaboración ha sido fundamental para convertirse en guías y apoyo, y que ellos tengan una crianza sana e integral”, señala Vélez.
Agrega que han vinculado la virtualidad incluso para el fortalecimiento del vínculo comunicativo entre docentes y familias, y aunque reconoce que gracias a esto, hoy es más fácil enviarles instrucciones o atender sus solicitudes, insiste en que la presencialidad es indispensable para la socialización de los niños y como factor protector de su salud mental y las de sus cuidadores.