Pensar que mudarse solo implica trasladar la ropa de un lugar a otro, resulta un sueño. No tener que lidiar con la búsqueda de cajas en los supermercados, empacar o contratar un camión de mudanzas, o pensar en tener presupuesto suficiente para comprar muebles y electrodomésticos son algunos atractivos para elegir una vivienda amoblada. Pero no son los únicos.
Desde hace ya varios años el arriendo de vivienda, sobre todo de apartamentos, ha ido en aumento en el país. Según cifras de la Encuesta nacional de calidad de vida del Dane, para 2021, 38,6 % de los hogares colombianos vivían en arriendo, siendo las ciudades quienes lideraron la categoría con el 45,9 %. Incluso, en América Latina, Bogotá, Medellín y Cali poseen una mayor cantidad de arrendatarios comparado con otras urbes de la región. Y así como aumenta el número de arriendos, también lo hace el rentar amoblado. Hoy en día quienes buscan este tipo de opción no solo son los clientes corporativos o estudiantes universitarios. Personas solteras, parejas jóvenes, recién casadas o que apenas están formando un hogar, jubilados y los nómadas digitales también la buscan debido a la mayor flexibilidad en términos de mudanza y contrato.
Por ejemplo, tan solo en los Estados Unidos, un estudio de la revista Multyfamily Executive señaló que durante el 2018 la búsqueda por vivienda amoblada residencial había incrementado un 13 % sobre la corporativa que lideraba la demanda. En el estudio encontraron también que los millennials son una generación que no quiere “lidiar con la organización de la casa, el pago de servicios, o asentarse en un lugar específico durante su vida adulta”.