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Hace unos 40 o 50 años el hogar era el centro desde el que se compartían recetas familiares y el amor por la comida, según dice el cocinero inglés Jaimie Oliver.
Hoy, el ritmo de la vida ha cambiado esta situación y el afán, incluso para comer, “se ha transmitido a unas tres generaciones; la comida principal de muchos niños es la chatarra, altamente procesada y sin ingredientes frescos a la vista”, agrega Oliver, reconocido por promover integrar a los niños en la cocina en escuelas y otros espacios de varios países como Estados Unidos e Inglaterra.
Muchos chicos no reconocen el brócoli, la berenjena, la cebolla o el apio. Oliver relata que al visitar escuelas se da cuenta de que muchos de ellos ni siquiera saben de dónde vienen los alimentos.
El tema es cultural: en muchas familias si un niño está cachetón y “bien repuestico” no preocupa a sus padres y al contrario asumen que “está comiendo bien”, pero, ¿qué es comer bien? ¿Es comer en gran cantidad?, ¿incluye esta idea la adopción de un estilo de vida sano?
La clave, dice Beatriz Solórzano, nutricionista de la Universidad de Antioquia y autora del libro La dieta flexitariana (Editorial Día Uno, 2015), está en alimentarlos mejor e incentivar a que se muevan más. El problema radica en que a pesar de que existe consenso sobre la importancia del ejercicio, nadie parece ponerse de acuerdo en cuanto a cuál es la mejor forma de alimentarlos. Unos dicen que con dietas bajas en grasas como la tocineta o la mayonesa y otros con bajas en carbohidratos como los panes y cereales.
Lo que sea, dice Oliver, debe incluir involucrarlos en la cocina y, obviamente, sin gaseosas en el tetero, exceso de dulces o papas fritas asumidas como vegetales.
De tener cuidado
La obesidad infantil no es un asunto estético ni superficial, sino de salud pública. El número de niños y adolescentes con sobrepeso en el mundo se ha multiplicado por 10 en los últimos 40 años.
Así, los adultos de las últimas cuatro generaciones “hemos heredado a nuestros hijos un destino que les dará una vida más corta que la de sus padres. Los suyos morirán diez años más jóvenes que ustedes solo por el entorno de alimentación que hemos creado a su alrededor”, agrega Oliver en su charla Ted, El deseo de Jamie Oliver. Enseñarle a todos los niños acerca de la comida.
En el caso colombiano las alarmas se encendieron a partir de la Encuesta de Salud Nutricional publicada en 2010, en la que se evidenció que uno de cada seis niños entre los 11 y 17 años presenta sobrepeso u obesidad.
Incluso la ausencia de esta no debería ser un tranquilizador si igual toman gaseosas y comen comida ultraprocesada. El doctor Sean C. Lucan, del Albert Einstein College of Medicine, dijo en un artículo que hizo para le revista médica Jama que “los edificios altos y delgados no son menos propensos a derrumbarse cuando están débiles en sus bases, y cuando alimentamos a nuestros niños con basura, construimos una base de mala salud”.
Por esto, más allá que recomendar incrementar el consumo de verduras y disminuir el de productos procesados y con altos contenidos de azúcar, estas tres recomendaciones de la American Academy of Pedriatrics podrían darle ideas sobre cómo manejar esta situación en casa.
Muchas recetas de alimentos para bebés usan sabores de frutas dulces para alentar al niño a comer. No obstante, si al dejar el tetero se incluyen vegetales variados desde el principio en la dieta del niño, es menos probable que su paladar desarrolle una preferencia solo por los sabores de frutas. Las papas, la zanahoria y la remolacha equilibrarán los vegetales menos populares como el brócoli, la espinaca y la coliflor, y las hierbas y las especias suaves (como la cúrcuma, el cilantro y el comino) agregarán profundidad a los platos.
No vea la cocina como un lugar inseguro para los chicos. Hay muchos trabajos de preparación de alimentos en los que ellos pueden ayudar y son seguros. Permítale explorar un arcoíris de colores, sabores y texturas allí. Esto los alentará, con el tiempo, a probar nuevos alimentos. Entre más colorida sea su dieta, más lo beneficiará por su gran variedad de vitaminas y antioxidantes.
Ignore la irritabilidad que produce el rechazo de los alimentos por parte de los niño, ya que esto puede convertirse en una batalla en la que ellos ganarán más atención por resistirse que por no hacerlo. Y si se siente inclinado a ofrecer recompensas, conviértalas en una actividad en la cocina más allá que proveerlo de alimentos: no les dé las galletas, prepárelas con ellos .
* Academia Americana de Pediatría (AAP). Esta tiene aproximadamente 67.000 miembros en varios países.