Son objetivo de los delincuentes. Muchos de ellos llevan en sus morrales un computador portátil y un celular en el bolsillo. Los estudiantes universitarios de Medellín, en tantas ocasiones, recorren trayectos oscuros y desolados desde el transporte público al campus.
La inseguridad que los hace vulnerables ya ha dejado víctimas. La más reciente, una joven estudiante de la Universidad Nacional, que el martes pasado fue ultrajada en inmediaciones del Punto Cero. Pero son muchos los casos que se cuentan y repiten en diferentes centros educativos, sin que haya una solución de fondo.
Ante esto, directivas universitarias han prendido las alarmas y han dispuesto planes y campañas para evitar más atracos y agresiones contra la comunidad educativa.
En la Universidad de Antioquia el tema preocupa, por la cercanía a la Nacional, aunque advierte el vicerrector, Élmer Gaviria, que no conoce denuncias de estudiantes de esa institución atacados.
“Trabajamos con las autoridades en rondas permanentes para mejorar las condiciones de seguridad. A la par, con vecinos como Ruta N y el Parque Norte, intervenimos los espacios públicos para que estén limpios, iluminados, haciendo mantenimiento a los árboles para que haya mejor visibilidad”, explica.
Las privadas no se escapan
Para Samuel Correa, estudiante de la Universidad de Medellín, caminar por el barrio Belén Alpes, desde la estación más cercana del metroplús al campus de esa institución es atemorizante, sobre todo cuando sale de clase, y está entrando la noche. Esa institución no entregó información sobre los planes de seguridad.
Entre tanto, en el CES, desde que varios estudiantes fueron atracados hace 10 meses afuera de esa institución, en El Poblado, se garantizó el acompañamiento permanente de la Policía, según afirma el rector Jorge Julián Osorio.
“El problema no es de tener un vigilante. Es prevención. Tenemos un concepto de seguridad con cámaras adentro y afuera y la articulación de las autoridades con la vigilancia privada”, apunta.
En Eafit, Johan Albeiro Sánchez, coordinador de Seguridad, comenta que mantienen contacto con las autoridades civiles y policiales, que son las que tienen competencia para actuar afuera del claustro.
“La institución, por ejemplo, hace parte de la Mesa de Trabajo de la avenida Las Vegas, en la que se reúnen, cada mes, líderes o voceros de entidades ubicadas en el sector, entre Macrollantas y el Centro Comercial Monterrey”, acota Sánchez.
La Universidad Pontificia Bolivariana es otra que presenta una vulneración de la seguridad en sectores aledaños. Por eso, directivas crearon la línea de emergencia, “atentos todos, seguros todos”, las 24 horas, y que está comunicada con la estación de Policía Laureles.
La atención de autoridades y vigilancia del claustro, dijo esa universidad, está puesta en vías aledañas como las avenidas Nutibara y Bolivariana y la circular Primera con la 70.
Sobre la inseguridad de la que son víctimas los universitarios, hay más conciencia de las autoridades, aunque los esfuerzos se concentran en los alrededores de la Nacional.
No obstante, el secretario de Seguridad, Andrés Felipe Tobón, dijo que están enfocados en “garantizar que las universidades de Medellín sean espacios seguros para los estudiantes y puedan desarrollar sus actividades sin ningún tipo de inconveniente”.