El Obispo de Istmina Tadó, monseñor Julio Hernando García, denunció que las comunidades originarias de las riberas de los ríos Baudó y San Juan están viviendo una “grave” crisis humanitaria, ya que se encuentran en medio del fuego cruzado.
Según explicó, aproximadamente 500 personas de las comunidades afros de Peña Azul, Apartadó, Boca de León, Cocalito y Amparradó, así como el confinamiento de las comunidades indígenas de Geandó, Vacal y Puerto Peña, son presas del miedo y la zozobra que causan los permanentes enfrentamientos entre grupos al margen de la ley.
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“Este era un pueblo tradicionalmente pacífico, pero en los últimos años se ha perdido la paz. La guerra, la zozobra, la desconfianza y la sangre afectan a la población civil, especialmente a mujeres y niños”, advirtió el prelado.
Monseñor García Peláez explicó que las comunidades, producto del miedo, huyeron a poblaciones donde “no se produce nada” y esto está generando una grave crisis humanitaria. “No estamos debidamente preparados para enfrentar estas emergencias”, lamentó.
Frente a esto, pidió la presencia “urgente” del Estado y las garantías para que la población pueda retornar a sus territorios. “Estamos permanentemente solicitando la presencia del Estado, su ausencia genera estas problemáticas”, aseguró el prelado.
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Comentó que hay una profunda desconfianza de la población sobre su seguridad. “Yo estoy convencido de que buena parte de la población cree que aquí no hay ley, aquí se obra una ley salvaje y se obra bajo la fuerza”, aseguró.
El obispo señaló que si bien el Defensor del Pueblo y las administraciones departamental y municipal han colaborado con estas poblaciones, estas ayudas resultan insuficientes por la gravedad de la situación que se está viviendo.