Antioquia nunca hubiera sido Antioquia sin el ferrocarril, y el ruido de la locomotora no se hubiera escuchado en Medellín en 1914 sin que, por una extraña conspiración de la historia, hubiera aparecido el ingeniero y revolucionario cubano Francisco Javier Cisneros.
Los caminos se cruzaron sin buscarse. Cisneros nació el 28 de diciembre de 1836 en Santiago de Cuba. La solvencia de su abuelo militar y su padre abogado permitieron que el joven pudiera estudiar Ingeniería Civil en La Habana y, posteriormente, especializarse en París y Nueva York.
Paralelamente, Antioquia vivía un nuevo auge de las actividades mineras después de 1850, con la llegada de ingenieros alemanes, ingleses y estadounidenses que trajeron su tecnología y nuevas técnicas de...
ESTE CONTENIDO ES EXCLUSIVO
PARA SUSCRIPTORES
¿Ya sos un suscriptor? Iniciá sesión
Al realizar el registro de tus datos por medio de estas redes sociales, aceptas los términos y condiciones, el
uso de tu información personal y el uso de tu información por terceros de El Colombiano disponibles en
www.elcolombiano.com y el envío de noticias a tu correo.
¿QUERÉS SER UN SUSCRIPTOR?
TENEMOS PLANES DESDE
$14.900,
Seleccioná el que más te convenga:
Nueve razones para suscribirme a EL COLOMBIANO