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Por Samuel Castro
Spiderman, Iron-man, Hulk y el Capitán América son los superhéroes más conocidos de Marvel, la editorial de cómics y ahora productora de series de televisión, videojuegos y películas. Pero en sus archivos reposan cientos de superhéroes que no son tan famosos y que también hacían parte del negocio cuando Disney la compró, hace un par de años. De ese archivo, la división de animación de Disney tomó la tira “Big Hero 6”, que ya tenía a algunos de los personajes de la nueva versión cinematográfica, aunque con otras historias y antecedentes, y la transformó para convertirla en un producto (no podemos ser tan inocentes de negar que el cine también es un negocio) apto para audiencias globales, ubicándola en una ciudad imaginada que es una mezcla de dos, Sanfrantokio, y conjugando en su propuesta, colores y tratamientos narrativos del Disney más clásico, con elementos reconocibles del manga (las historietas japonesas), como esos chistes desconcertantes salidos de ninguna parte, o ciertos elementos gráficos en el diseño de los personajes.
Hiro, el protagonista, es el adolescente más “real” de los últimos personajes humanos de Disney. No tiene ganas de estudiar, no se quita los audífonos nunca, y cree que el mundo jamás podrá hacerle daño, arriesgándose a participar en peleas clandestinas de robots. Su hermano, Tadashi, no sólo lo salva de los peligros en los que se mete sino que intenta encaminarlo, mostrándole de qué manera puede aprovechar su cerebro privilegiado y su talento en la universidad. Él mismo se encarga de enseñar con el ejemplo, mostrándole su propia creación, Baymax, un enorme robot enfermero, inflable y de aspecto bonachón, que le ayudará a Hiro cuando los acontecimientos le cambien la vida.
La interacción entre Hiro y Baymax es lo mejor de la película, pues el hecho de que Baymax sea un enfermero, permite que todo el tiempo estemos escuchando los mensajes que los adolescentes no quieren oír: hay que alimentarse bien, hay que ponerse el cinturón, abrazar a las personas es bueno para tu bienestar. Hiro intentará “mejorarlo”, añadiéndole a su programación movimientos de artes marciales y una poderosa armadura que incluso vuela, lo que lleva a que a veces sintamos que estamos viendo una repetición de la primera “Cómo entrenar a tu dragón”, pero Baymax es un personaje tan único que al final nos conquista con su caminado de pingüino y su rostro inescrutable.
Y aunque “Grandes héroes” no esté al mismo nivel de “Los increíbles” (aquello de “cuando todo el mundo es especial, nadie lo es” es insuperable), ni el desarrollo de la historia logra despegarse del esquema “héroe contra villano”, hay que reconocerle a Disney el atrevimiento de seguir explorando caminos para llegarle a los adolescentes de hoy en día. Si la mitad de los que la ven se animan a creer que el conocimiento es cool y que estudiar es una buena forma de encontrar soluciones a los problemas, la película habrá cumplido el objetivo de todo héroe: contribuir a crear un mundo mejor.