Aunque el Valle de Aburrá se encamina hacia la temporada de menos lluvias, que usualmente abarca junio, julio y agosto, las autoridades meteorológicas advierten a la ciudadanía y a los organismos de socorro que no se debe bajar la guardia, ya que la atmósfera sigue siendo dinámica y se pueden presentar precipitaciones esporádicas de alta intensidad.
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Según el Sistema de Alertas Tempranas del Área Metropolitana del Valle de Aburrá (Siata), junio es el mes de transición a la temporada seca. Sin embargo, la presencia de dos fenómenos atmosféricos, las Ondas del Este y la temporada de huracanes en el Atlántico, pueden favorecer la ocurrencia de lluvias en el territorio metropolitano.
Las Ondas del Este, corrientes de aire que se originan en África, transportan humedad e interactúan con la Zona de Confluencia Intertropical, extendiendo su influencia al Valle de Aburrá. Por su parte, la temporada de huracanes del Atlántico modifica los patrones de viento y aumenta la humedad, creando condiciones propicias para lluvias esporádicas, según los expertos.
Daniel Ruiz Carrascal, coordinador del proyecto Siata, enfatizó que, aunque se está entrando en un periodo con menor frecuencia de lluvias, “la atmósfera se mantiene dinámica y fenómenos como las Ondas del Este o la temporada de huracanes pueden generar precipitaciones inesperadas”.
La principal preocupación por la ocurrencia de nuevos aguaceros radica en que los suelos del Valle de Aburrá permanecen saturados tras la primera temporada de lluvias de este año. Esta condición incrementa el riesgo de amenazas como: deslizamientos, inundaciones y avenidas torrenciales.
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El Siata ha indicado que el vapor de agua en la atmósfera es suficiente para que se produzcan lluvias de alta intensidad, especialmente durante las horas de la tarde y el periodo noche-madrugada.
Ante este panorama, la invitación del Área Metropolitana del Valle de Aburrá y del director del Dagrd, Carlos Andrés Quintero Monsalve, es a mantener la alerta y consultar de manera permanente los pronósticos del estado del tiempo. Se recomienda estar atento a los niveles de las quebradas cercanas y reportar cualquier anomalía o grietas en las laderas a través de la línea 123.
La esperanza para las próximas semanas es que se consolide la transición a la temporada seca. Sin embargo, la precaución sigue siendo la clave para la prevención de riesgos en Medellín.
Desastres invernales en junio
En la tarde del 6 de junio, un aguacero provocó la caída de tres árboles en Medellín: dos en la Avenida Las Palmas (uno antes de Chuscalito y otro a la altura del retorno seis) y uno en la Avenida de El Poblado a la altura de la calle 17 sur. Esto colapsó la Avenida Las Palmas. Afortunadamente, no se registraron personas lesionadas ni vehículos afectados. Además, debido a este aguacero, las líneas P y L del metrocable tuvieron que suspenderse temporalmente.
Las lluvias también han afectado drásticamente los trabajos en el deslizamiento en Los Balsos ocurrido hace más de un mes, el 6 de mayo pasado.
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Hasta la fecha, la Secretaría de Infraestructura ha removido 35.486 metros cúbicos de material, equivalentes a casi 2.136 viajes de volquetas. Adicionalmente, se ha realizado la fractura controlada de roca, terraceos para reducir peso y estabilizar el terreno, y la instalación de 350 metros de desagües horizontales y la excavación de zanjas para controlar aguas subterráneas.
La vía de acceso a esta zona con Las Palmas permanece cerrada, con una especulación de reapertura en aproximadamente un mes. Las investigaciones preliminares sugieren que construcciones ilegales y un mal manejo de las aguas superficiales por parte de propietarios en la parte alta de la ladera contribuyeron al deslizamiento, invadiendo los cauces de las quebradas y causando represamientos.
La Secretaría de Infraestructura Física de Medellín ha trabajado por lo menos en 37 zonas afectadas por deslizamientos, incluyendo siete veredas en San Antonio de Prado (removiendo más de 10.530 metros cúbicos de material), 13 sectores en Altavista (más de 7.100 metros cúbicos), tres veredas en San Cristóbal (más de 270 metros cúbicos), y una vereda en Santa Elena (10 metros cúbicos).
En el área urbana, se han intervenido sectores como El Popular, Llanaditas y la zona industrial, donde se han separado deslizamientos de más de 354 metros cúbicos. En total, se han atendido por lo menos 31 puntos críticos con una inversión de más de $1.600 millones25.
