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No fue un accidente: la historia de la avioneta que habría sido derribada por el Ejército en Frontino en 2018

En diciembre de 2018, un avión ultraliviano con dos tripulantes cayó en Frontino intempestivamente. Según sentencia de primera instancia, ataque militar lo tumbó.

  • Avión ultraliviano caído en Frontino en 2018. FOTO: CORTESÍA
    Avión ultraliviano caído en Frontino en 2018. FOTO: CORTESÍA
hace 4 horas
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Al mediodía del 12 de diciembre del 2018, un avión liviano cayó al lado de la pista Guillermo Gaviria Correa, en zona rural del municipio de Frontino, al occidente de Antioquia. Por el impacto fallecieron Juan Camilo Villegas Rodríguez, el piloto, y Gustavo Roldán, el acompañante.

De Villegas se sabe que era el dueño de la avioneta, que tenía cerca de 60 años y que llevaba más de una década como instructor de vuelo. De Roldán, solo que era su alumno.

La noticia del accidente se reportó casi que inmediatamente en los medios de comunicación gracias a un comunicado de la Cuarta Brigada del Ejército que reportó a los dos muertos y agregó que “Tropas del Batallón de Infantería n° 32 ‘General Pedro Justo Berrío’ de la Cuarta Brigada llegaron al lugar de los hechos con prontitud (...) y aseguraron el lugar para que la Aeronáutica Civil proceda a realizar las investigaciones pertinentes sobre este siniestro aéreo”.

En contexto, lea: Dos muertos tras accidente de aeronave en Frontino

Las primeras pesquisas de la Aeronáutica Civil confirmaron que efectivamente los ocupantes estaban realizando un vuelo de instrucción y que habían pasado varias veces por la pista haciendo maniobras de despeje y aterrizaje, y que en una de ellas “el ultraliviano presentó falla de la planta motriz; la tripulación dirigió la aeronave hacia el lado izquierdo, precipitándose a tierra e impactando unos árboles hasta que se detuvo”.

Pero la semana pasada, el Juzgado Noveno Administrativo de Medellín, en primera instancia, tras evaluar las pruebas y los testimonios que presentó la viuda de Villegas, aseguró que lo que ocurrió ese mediodía de diciembre en Frontino fue otra cosa: miembros del Ejército Nacional dispararon contra el avión hasta que lo derribaron. Los disparos los habrían hecho soldados del Batallón de Infantería No. 32 Pedro Justo Berrío, adscrito a la Cuarta Brigada y Séptima División del Ejército Nacional con dotación oficial.

En consecuencia, el juez declaró “administrativamente responsable a la Nación” por la muerte de Juan Camilo Villegas y la condenó a pagar 450 salarios mínimos mensuales a los familiares de la víctima por los perjuicios morales, así como más de $500 millones a la viuda por prejuicios materiales que deberán pagarse en los próximos 60 días.

Infográfico
No fue un accidente: la historia de la avioneta que habría sido derribada por el Ejército en Frontino en 2018

Los hechos

Villegas era instructor de vuelo desde 2006. El 12 de diciembre del 2018 estaba en una clase como cualquier otra con Gustavo Roldán Palacios. El ejercicio era hacer aproximaciones e intentos de aterrizaje. Despegaron desde aeropuerto Olaya Herrera hacia la pista de Frontino. Cuando estaban haciendo el segundo ejercicio de sobrepaso por la pista, se escucharon ráfagas de fusil que le dieron al avión, haciéndolo caer a apenas 130 metros de distancia de la pista.

La causa de la muerte de los tripulantes, según la necropsia, fue “politraumatismos contusos debido a accidente aéreo”. Los primeros que llegaron al lugar del accidente, como ellos mismos lo informaron ese mismo día, fueron los militares que estaban acantonados muy cerca. El primer informe de la Aerocivil detalló que el avión chocó de forma vertical contra la tierra y que en el impacto se desprendieron la hélice y el spinner (la cubierta de la hélice). También que la estructura del avión se deformó por el golpe y que el tren principal derecho estaba “íntegro”. Lo que no dijo el informe, y de eso solo se dieron cuenta los familiares de Villegas en agosto del 2019, cuando recibieron los restos del avión, es que había quedado como “un colador” lleno de agujeros.

Juan Guillermo Rodríguez Gil caminaba ese miércoles al mediodía de regreso del trabajo. Pasaba con unos compañeros por la base militar cuando vieron y escucharon la avioneta. “Ella (la avioneta) entró y volvió a alzar vuelo y se fue. Cuando estábamos ahí parados, el Ejército se alistó de la base como es muy cerca a la pista, los vimos coger chalecos y cosas y arrancaron. Entonces yo seguí, no nos hizo nada porque acá no hay problemas de orden público, yo seguí mi camino hacia la casa (...) cuando sentimos fue los disparos de fusil. Yo conozco el sonido porque estuve en el Ejército, era puro disparo de fusil, cuando vimos que la avioneta se alzó de la pista y seguía andando dándole rafagazos de disparos, cuando la avioneta alzó y se ladió pa´un lado y cayó en la Vereda Las Azules”.

Juan Guillermo y sus compañeros se quedaron atentos a lo que pasara. Cuando los disparos pararon se fueron rumbo a donde había caído la avioneta. Dicen que llegaron antes que los soldados, tocaron los cuerpos y confirmaron que ya estaban muertos, “con esos disparos que tienen en su cuerpo, no había vida”, dijo.

Esperaron ahí hasta que llegaron los primeros soldados que les preguntaron que qué había en la avioneta, y él les respondió que nada, que solo dos muertos. Entonces, otro soldado dijo delante de Rodríguez: “Marica, la cagamos”. “Los soldados se quedaron rascándose la cabeza, como que sabían que habían hecho algo malo, porque en la avioneta no había nada, vi un bolso negro y las pertenencias de las dos personas muertas”, concluyó Rodríguez.

Las pesquisas posteriores y las entrevistas con expertos confirmaron no solo que el avión no tenía ninguna falla al momento del accidente sino que el piloto era lo bastante experimentado como para aterrizar dentro de la pista en caso de alguna emergencia. Para lo que si no estaba listo, era para recibir una inesperada ráfaga de disparos desde tierra.

En la última aproximación a la pista, Villegas dio un giro brusco hacia la izquierda y en ascenso, ese es el último movimiento que registra el GPS del avión. Robinson David García Jiménez, capitán piloto e investigador de accidentes, lo explica así: “En el desarrollo de la última maniobra la tripulación ejecutó una maniobra súbita porque el avión tuvo un viraje a la izquierda anormal de las condiciones de vuelo, perdió 17 nudos en un lapso muy corto. Estos 17 nudos son importantes, porque esa velocidad para cualquier avión de este tipo es muy abrupta (...). Es muy particular que la tripulación haya virado hacia la izquierda y hacia arriba, yo hubiera buscado el resto de la pista donde le quedaban más de 300 metros que para esta aeronave es suficiente”.

Puede leer: Estos son los rostros de las 10 personas que murieron tras emergencia aérea en las montañas de Urrao

El último testimonio clave del caso es el de un perito en balística del CTI llamado Moisés Núñez Gómez. “Tenía muchos orificios (la aeronave), no recuerdo cuántos presentaban características de haber sido producidos por proyectil de arma de fuego, no recuerdo cuántos, dos o tres, pueden ser uno de entrada y otro de salida, otros no se identifica la trayectoria, otros quedaron con la duda”. Según el experto, algunos de los orificios fueron producto del choque y otros podrían haberse hecho con medios mecánicos en la fabricación o modificación de la aeronave, pero en algunos sí pudo establecer que fueron disparos, aunque nadie encontró proyectiles. Uno de ellos en el espaldar del asiento de Villegas Rodríguez.

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