Francisco Gutiérrez fue la segunda persona en mudarse al barrio Obrero de Bello en 1947. La casa le costó 2.340 pesos y se los iban descontando de su sueldo en Fabricato, compañía en la que se desempeñaba como electricista de la represa La García, en donde se producía la energía necesaria para las labores de la empresa.
Su hijo, que recibió el mismo nombre del padre, contó que vivir allí era como “estar en el paraíso. Era un barrio hermoso en el que todas las casas tenían amplios antejardines con plantas como curazaos y, cuando florecían, era un verdadero espectáculo”.
Ahora ya no hay nada que florezca porque casi que ni zonas verdes quedan, lamentó Gutiérrez, quien señaló que la construcción vertical ha aumentado considerablemente en los últimos 10 años en el sector. Llevándose consigo, según él, la riqueza cultural, histórica y patrimonial de un barrio que hace parte de la memoria de los bellanitas, e incluso de los habitantes del Valle de Aburrá.
Historias de un barrio obrero
Al que también se le conoció como San José Obrero es un barrio que se construyó en la década de los 40 por la organización textil Fabricato. Esta obra “significó y propició el modelo empresarial de Antioquia con cualidades paternalistas que pensaba en sus empleados pero también, y mucho, en la productividad”, comentó el escritor y periodista Reinaldo Spitaletta.
Para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores la empresa les permitía diferentes modelos de pago y subsidios para obtener casas propias, configurando un barrio insignia para el Aburrá en el que solo vivían obreros. Con el tiempo, se fue convirtiendo en un referente deportivo y cultural: contaba con una cancha, también hecha por la empresa, famosa por ser el escenario de torneos como La Primera, en donde participaban fábricas y universidades.
“A mí me tocó una vez en ese escenario deportivo un partido entre Medellín y Nacional. Era tanta la gente, en una cancha que no tenía ni una sola tribuna, que empezaron a subirse a una torre de energía. Un hombre, quien sabe si valiente o arriesgado, llegó hasta lo más alto y allí la energía lo alcanzó, murió electrocutado”, narró Spitaletta.
Crecimiento hacia arriba
A la zona llegó la violencia del narcotráfico en los 80 y con el tiempo se fue perdiendo el paraíso que conoció Gutiérrez. “Después llegaron los edificios. Esto era muy sabroso porque no había tantos apartamentos, las casas eran de un solo piso, todas con techo y era muy agradable. Ahora con tanta construcción ha cambiado mucho. Aparte, en la cuadra de abajo hicieron dizque una zona rosa con una cantidad de negocios que han transformado al barrio”, dijo Aníbal Patiño Gómez, habitante de la zona.
En el Plan de Ordenamiento Territorial, según Julián Machado, secretario de Planeación de Bello, está contemplado el uso mixto del territorio, lo que ha permitido que cada vez más se vayan integrando los locales comerciales y que aumente la cantidad de viviendas.
El funcionario comentó que el crecimiento vertical de Bello se debe a una situación que “no es oculta para nadie: en el sur del Valle de Aburrá ya no hay donde construir. Bello, por sus facilidades, se convirtió en un lugar atractivo y la construcción se disparó. Eso no quiere decir que no esté siendo planificado”, indicó.
Distinta es la concepción de Spitaletta, quien afirma que “Bello es un prostituto de la planeación”, argumentando que las administraciones han convertido al municipio y al barrio en un conjunto de edificios, más bien ‘‘tuguriales’’, sin ningún diseño arquitectónico interesante, olvidándose de cuidar y conversar con el patrimonio de la ciudad.
“Los imaginarios de Bello siempre han sido como negativos. A eso ha ayudado unas administraciones que han sido indelicadas y que manejan la planeación a su antojo. Les han abierto las puertas a lo más cuestionado: un basurero (el de Rodas), un manicomio, una cárcel y acabaron con el Barrio Obrero, sin tener en cuenta la memoria y las artes. Claro, eso no da votos”, añadió.
Con su punto de vista coincide Gutiérrez, quien lamenta que por el afán de construir y generar recursos se pierdan los espacios para la misma gente que habita las unidades residenciales. “Esos funcionarios de aquí dan permisos para hacer semejantes monstruos, con la construcción del 100% del terreno. Los constructores no se dignan siquiera en comprar otras dos casas para hacer áreas comunes y zonas húmedas”, afirmó.
Hay preocupaciones
En ese edificio, indicó Gutiérrez señalando una estructura de más de 20 pisos, había dos casas de familia, la de los Crespo y la de los Martínez. “No sumaban entre todos más de 10 personas y a ambas casonas les tocó pagar, al igual que a nosotros, el alcantarillado”, contó. El vecino del sector relató que hace 37 años la alcaldía de ese entonces pasó, casa por casa, para hacer el cobro respectivo de las nuevas instalaciones de tubería que se iban saldando poco a poco en las cuentas del predial.
Pero ahora, comentó el habitante, donde vivían menos de una decena de personas pueden estar viviendo al menos 200, pues, según hace cuentas, el edificio tiene 64 apartamentos y en cada uno pueden haber en promedio tres o cuatro. “¡Toda esa cantidad de gente con el mismo sistema de alcantarillado y acueducto que construimos y pagamos nosotros, hace más de tres décadas!”, denunció.
Al respecto el secretario de Planeación señaló que para ese tema existen alianzas entre el municipio con Empresas Públicas de Medellín, con las que se está haciendo la remodelación del alcantarillado y acueducto. Destacó que las obras de adecuación no son responsabilidad del constructor, pues según afirmó, a ellos les corresponde de la puerta para adentro y a la empresa de servicios de la puerta para afuera. Añadió que esta última es la que debe garantizar la factibilidad para suplir la demanda en el momento en que se están expidiendo los permisos para la construcción.
“Me pongo en el lugar del ciudadano, que cuando desconoce la ley piensa que todo lo que ve y no está acorde con lo que uno piensa está mal hecho. Sin embargo, pueden observar que, en este momento, hay varias vías de Bello vueltas nada porque precisamente están modernizando todas estas redes”, señaló Machado.
Lo que se va con las casas
“Yo soy nacido y criado en este barrio, te puedo decir que esto era una sola familia. Cuando alguno se levantaba de primero en la casa abría la puerta y le ponía una piedra. Así permanecía hasta que se cerraba con el último que entraba a las 9 o 10 de la noche”, recordó Francisco, que con nostalgia rememora aquellos tiempos en los que en cualquier residencia donde entraba un vecino y estaban sirviendo almuerzo le decían, “¿oiga, usted ya almorzó?”, y le daban comida al que llegaba.
Lo que ahora es inaudito para Gutiérrez es que hace poco salió a hacerle una recarga a su celular “¡Y no encontré a nadie para saludar! Ya somos más desconocidos los que nacimos en el barrio que los que llegan a los nuevos edificios”, manifestó.
Cuando se van los vecinos de sus casas para darle paso a las edificaciones se pierden, no solo los lazos sociales, sino también la historia e identidad, señaló Spitaletta. “La memoria de este barrio no es sólo un tema urbanístico, pasa también por los relatos y narraciones mismas sobre el trabajo en el Valle de Aburrá. En este caso, de los obreros de una fábrica que fue muy importante en los imaginarios bellanitas”, destacó.
Los obreros originales que trabajaron en Fabricato han ido muriendo, dijo Patiño al evocar a sus vecinos, y la mayoría de estas casas quedan a la merced de los herederos que “en muchas ocasiones lo que quien hacer es tumbarlas y hacer un edificio de 15 o 20 pisos”, comentó.
Un derecho que se les debe respetar, señaló el secretario de Planeación. “Nosotros no podemos ser irresponsables e ir afectando los lotes y a sus dueños”, afirmó y añadió que actualmente trabajan con la secretaría de Cultura para hacer la identificación de unos bienes de interés patrimonial. “Siempre con la mirada de no afectar a esta población y buscando mecanismos para ofrecerles una adecuada contraprestación y no afectar su patrimonio familiar”, determinó.
Mientras se definen esas rutas, los obreros ahora del barrio son los albañiles que se volvieron parte de la comunidad de la emblemática zona de Bello, que con el impedimento de crecer horizontalmente, ahora empieza a mirar a las alturas .