viernes
8 y 2
8 y 2
Mientras la Policía Metropolitana confirmó a EL COLOMBIANO que la explosión del pasado jueves 4 marzo en una vivienda del barrio Kennedy se dio por acumulación de gases, pasados seis días de la tragedia, que estremeció con su impacto dos manzanas a la redonda, la comunidad no termina de sacudirse del susto y las afectaciones. La incertidumbre, como es obvio, pesa más en algunos de los afectados que en otros.
El brigadier general Pablo Ruiz, comandante de la institución, precisó que se descarta de plano cualquier tipo de explosivo.
“Información aportada por Dagrd, bomberos y por los expertos en Antiexplosivos, establecieron que fue una acumulación de gases”, por algunas pipetas que se encontraban en el lugar. La mezcla de gas propano con la atmósfera originaron una chispa que dio origen a la explosión, indicó el oficial.
Pese al diagnóstico confirmado, en la zona siguen las incertidumbres en espera de ayudas. A Zoila Valencia Monsalve, que reside al frente de la vivienda explotada, en calle 92 con la carrera 75A, aún le zumban los oídos. Dice que siente como abejas volando a su alrededor.
"Es muy incómodo sentir todo el tiempo ese zumbido, pero gracias a Dios no pasó algo más grave", dice y precisa que su casa sufrió daños en las puertas del garaje y de entrada y no quedó un solo vidrio en ninguno de los tres pisos. Espera que le ayuden económicamente con los gastos en que deberá incurrir para dejar todo como estaba.
En la misma situación se encuentran Jesús Antonio García y Mariela Muñoz Grajales, vecinos que también sufrieron afectaciones similares en vidrios y puertas de sus casas.
"Yo quedé aturdido y todavía me siento así, el impacto fue muy fuerte, pensé que se había caído el apartamento en el que vivo", sostiene Jesús Antonio, que reside hace 14 años en la casa ubicada exactamente al frente de la que explotó. Él, incluso en el momento del estallido, no pudo salir de inmediato, pues la puerta se atoró y tuvieron que abrirla con una barra de hierro.
Mariela, que reside a tres casas de distancia, habita en un segundo piso con su hijo. Como no quedó ningún ventanal con vidrios, estos días la ha pasado enferma, pues sufre una enfermedad respiratoria y el viento lo siente más fuerte, en especial en las noches.
“Mi hijo no puede trabajar por enfermo y no tenemos para comprar los vidrios, ¿será que consigo prestado para comprarlos y después paso la factura?”, pregunta, pero como periodistas no tenemos respuesta para ofrecerle.
Pero la más golpeada con las secuelas de la explosión es sin duda María Cleofe Morales, una de las dueñas de la vivienda que explotó y que este miércoles sigue acordonada con cintas amarillas e ingreso prohibido, ya que aún no se sabe si hay riesgo de colapso. Ella siempre estuvo segura de que el hecho lo desató una fuga de gases.
"Yo estoy segura de que la explosión fue por gases acumulados, porque la explosión fue hacia el interior de la casa y los mismos policías Antiexplosivos me lo dijeron, que si hubiera sido una bomba la onda habría sido hacia afuera", afirma parada en el andén de la casa donde, dice, residían ella, dos hijas y una nieta en el segundo piso y al lado una familia venezolana; su hermano Fabián en parte del primero: y un negocio de comidas en la otra parte.
El recuerdo del momento de la explosión aún taladra en su cabeza: "eran exactas las 2:38 de la mañana, yo estaba con mi nieta acostada cuando ocurrió, sentí que me alzaron de la cama y ahí mismo salí corriendo con mi nieta cargada, y vi a mi hija con muchos vidrios, nos salimos a la calle, yo pensé que había explotado la casa del frente, pero al salir vi que era la mía, imagínese el susto y la tristeza", relata María Cleofe, y afirma que tuvo que ser atendida en el lugar de los hechos, no por haber sufrido heridas sino por el impacto emocional.
En las afueras de la casa aún se acumulan vecinos y curiosos. Muchas personas que pasan en vehículos o motos detienen la marcha para conversar sobre el tema y no falta quién haga fotos.
"Para mis hermanos y yo esto es muy duro, porque de repente, en un segundo, quedamos sin nada, en la calle. Mis padres fueron fundadores de este barrio, empezaron con dos piezas y el patio y fueron construyendo, y a los hijos que no teníamos independencia nos ayudaron y nos dejaron construir acá, somos ocho hermanos y la casa es familiar", sostiene.
Cuenta que Fabián está albergado en la casa de su hija, pero ella, por tener una familia más amplia, está pagando $450.000 de arriendo en una casa cercana. Sostiene que está allí para poder estar pendiente de su vivienda semiderruida y porque, además, es el barrio donde tiene arraigo.
"A mí y a mi familia nos quieren, porque hemos estado toda la vida por acá. Aunque mi papá (Esteban de Jesús) murió hace 20 años y ni mamá (Clementina Morales) hace cuatro, nos gusta esta zona porque acá nos criamos. Con decirle que la misma comunidad nos ha dado cositas, nos regalaron un mercado y con eso nos hemos ido sosteniendo".
El parte oficial entregado por el Dargd horas después de ocurrido el hecho precisó que nueve personas resultaron heridas y rescatadas tras el colapso de la estructura, entre ellas 7 adultos, un joven y un niño.
El reporte indicó que todos los heridos fueron traslados a centros asistenciales de la ciudad para su atención y valoración. Según María, todos fueron dados de alta, pero un joven venezolano que sufrió afectaciones graves en una pierna sigue bajo atención médica.
El informe también señaló que como el origen de la explosión era indeterminado, la investigación quedaba en manos de la Unidad Antiexplosivos de la Policía.
Un reporte recibido este martes por parte del Dagrd indica que en el hecho resultaron 3 viviendas afectadas y un local comercial; 3 familias fueron evacuadas definitivamente y también tres familias fueron atendidas, una de ellas conformada por once personas de nacionalidad venezolana, para un total de 17 personas atendidas. El Dagrd sostuvo que en el hecho hubo pérdida de enseres y que ya se les entregaron ayudas humanitarias.
Extraoficialmente se habló de que habían resultado afectadas 30 viviendas. Nuestra visita al sector evidenció más de diez casas cuyas ventanas están todavía con plásticos negros en vez de vidrios.
Junto a María Cleofe y su familia dueña de la vivienda, un afectado directo fue Jorge Luis Zalamea, un joven venezolano quien tenía un negocio de venta de comidas en el primer piso de la edificación.
Dice que el local lo tenía en arriendo su padre y que le ayudó a montar su negocio para que pudiera sostener a su hija y a su esposa.
"El negocio iba bien, vendíamos desayunos, pasteles, café y teníamos clientela propia, pero con la explosión se me perdió todo, estoy donde un amigo mientras llega una oportunidad".
La oportunidad que busca es que le den un empleo, pues no quiere ser una carga para el Estado colombiano: "a mí me dan un trabajo y yo mismo me encargo del resto, no estoy pidiendo que me paguen arriendo un año ni que me den mercados ni nada, solo la oportunidad de trabajar".
Jorge Luis es fisicoculturista y agradece que la Liga Colombiana de este deporte, por la que compite, le ha brindado apoyo en medio de su drama.
Consultada sobre el tema, la Fiscalía seccional sostiene que a la dependencia no se han presentado personas a denunciar un presunto atentado terrorista. Fuentes de la institución aseguran que hasta ahora las lesiones sufridas por las personas que estaban en el inmueble son culposas, porque no está probado que haya sido un atentado. Mientras no haya denuncia el caso no será investigado por el ente judicial.
Por el momento, desde la alcaldía, a través de la Secretaría de Inclusión Social, se les brinda asistencia a los afectados. El informe entregado a EL COLOMBIANO detalla que a los afectados se les entregaron 4 paquetes alimentarios, 3 kits de cocina, 16 kits de aseo y 3 kits de hogar compuestos por colchonetas, sábanas, almohadas y cobijas. Las familias venezolanas que habitaban la casa perdieron sus enseres.
Esta dependencia también remitió al Isvimed dos familias para el pago de arrendamientos temporales; mientras a entidades de cooperación internacional se pidió transferencia monetaria para dos familias venezolanas.
La vivienda tampoco tiene los resultados de la evaluación del riesgo por parte del Dagrd, a partir del cual se podrá determinar si puede ser reparada, reforzada o derruida definitivamente, lo que mantiene la incertidumbre para María Cleofe y su familia, dueñas del inmueble, sobre lo que vendrá para ellos en cuanto a ayudas se refiere.
Periodista egresado de UPB con especialización en literatura Universidad de Medellín. El paisaje alucinante, poesía. Premios de Periodismo Siemens y Colprensa, y Rey de España colectivos. Especialidad, crónicas.