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Acorralado por la fuerza pública y atribulado con la posibilidad de su extradición, el narcotraficante Pablo Escobar libró una guerra sin cuartel contra la Policía.
El 18 de agosto de 1989 sicarios armados con fusiles asesinaron en Santa Lucía a Valdemar Franklin Quintero, comandante de la Policía Antioquia. Ya estaba vigente el ofrecimiento del cartel de Medellín de pagar entre uno y dos millones de pesos por la vida de cada uniformado.
Seis meses después, el 11 de abril de 1990, en Semana Santa, un grupo del Cuerpo Élite de la Policía realizaba un retén y cuando se desplazaba por la Autopista Sur, a 100 metros antes del puente Simón Bolívar, conocido como el Pandequeso, explotó, al paso del camión, un campero modelo 77 con 100 kilos de dinamita.
El saldo del ataque fue de ocho uniformados y ocho civiles muertos, entre ellos, una niña de tres años, además de un centenar de heridos.
En honor a las víctimas, ayer fueron develadas una placa, un mural y la portada de EL COLOMBIANO que registró el ataque, en el marco del proyecto #MedellínEsMás que lidera este diario y de Medellín abraza su historia de la Alcaldía de la ciudad.
León Mario Bedoya, alcalde de Itagüí, recordó la guerra contra las instituciones, durante la época más cruel, “cuando el narcotráfico, la droga y la violencia destruyeron hogares y dejaron tantos huérfanos” en su municipio.
Martha Ortiz Gómez, directora de EC, dijo que es deber del periodismo mantener el ejercicio de memoria para narrar la historia desde el valor de nuestros héroes.
Luis Eduardo León, comandante operativo de la Policía Metropolitana, anotó por su parte que en esos años “perdimos muchos compañeros. Los policías que murieron estaban cumpliendo su deber constitucional. Ahora debemos recordar su memoria” .
Redactor del Área Metro. Interesado en problemáticas sociales y transformaciones urbanas. Estudié derecho pero mi pasión es contar historias.