viernes
8 y 2
8 y 2
Según datos revelados por un estudio del Instituto de Investigaciones Marinas (Invemar, 2015), los ríos Atrato, Chigorodó, Carepa, Vijagual, León, Grande, Apartadó, Turbo, Currulao y Guadualito arrastran 15,4 millones de toneladas al año en sedimentos hacia las playas de Urabá, gran parte de estos eran trozos de madera que causan impactos ambientales, sociales y de paisajismo en las costas de la región.
Lo paradójico es que a pesar de su dimensión, el problema está a la deriva, pues no hay programas institucionales dedicados a darle solución. Y es en este contexto en el que surge Madera Salada, un emprendimiento de tres jóvenes mujeres del municipio de Arboletes que, angustiadas por la situación, tras estudiarla y analizarla, decidieron que una buena forma de empezar a encarar el tema era convertirlo en una opción empresarial que, además de combatir el problema, generara empleo y creara conciencia.
Cuenta Melanie Méndez, politóloga con especialización en Gestión Ambiental de la Universidad de Antioquia, que cuando visibilizaron la situación observaron tres grandes impactos que esta enorme cantidad de sedimentos generan: “Uno es a la pesca artesanal, que sigue siendo el sustento de muchas familias de la región; otro es que la aglomeración de los troncos de madera en las playas afecta el paisajismo, porque crearon el estigma de que las playas de Urabá (que suman 425 km entre los municipios de Turbo, Necoclí, San Juan y Arboletes) son sucias y peligrosas, ya que por el oleaje hay gente que ha sido golpeada por troncos mientras se baña; y el tercero es que se afecta la actividad turística, y en el norte de Urabá no hay muchas empresas generadoras de empleo, por lo que el turismo es esencial”.
Aunque Melanie reconoce que la gente de la región le ha dado uso a los troncos de madera que llegan, ha sido más para soluciones caseras, como sacar tablas y otros elementos. Ellas pensaron en algo mayor.
Las tres le habían dado vida, años atrás, a una empresa de asesorías y consultoría en temas ambientales llamada Ecoconciencia, con énfasis en brindarles soluciones a problemas ambientales de las empresas de la región. “Con Ecoconciencia tenemos una línea que se llama Proyectos de Innovación Sostenible y fue ahí que se nos ocurrió la idea de usar las trozas para fabricar productos de madera con el sello de nuestra región, pero no con el fin de crear un taller para hacer objetos, sino un lugar para explorar y para crear conciencia”, detalla Melanie.
Para llegar a este enfoque primero se asesoraron de líderes ambientales e institucionales, pues entendieron que no era sencillo darle vida a un proyecto que buscaba no solo generar un emprendimiento, sino que también hiciera un aporte ambiental y social.
Una primera conclusión fue que de toda la carga de madera que llega a las playas, entre 30 % y 35 % es aprovechable. En el proyecto involucraron gente de la zona para conformar un equipo que integran Jorge Eliécer Hernández, un carpintero de los más reconocidos y experto en identificar las especies de madera; Eliécer Geles Valdelamar, un motosierrista ducho y experto; y Luis Enrique Julio, Duván Ibarra y Neiver Cogollo. Acompañadas por ellos, cada semana las emprendedoras se van a los sitios de Arboletes y San Juan de Urabá a donde más llegan trozas de madera para rescatar y hacen la recogida.
La madera se corta y se lleva luego al taller, llamado Exploratorio Madera Salada, que más que un nombre es un concepto. “No es un taller creativo de madera de playa ni una carpintería, es meterle ciencia e innovación a lo que hacemos, es hacer que la gente conozca el origen del problema, por qué llega tanta madera a nuestras playas, que sepa la historia”, apunta Isabel Vargas, ingeniera ambiental y otra las integrantes del grupo junto a la administradora de empresas Andrea Doria.
Corpourabá, a su vez, las apoya y les reconoce su aporte ambiental. Así lo certifica Eduardo Hernández, que maneja la Línea de Negocios Verdes de la corporación.
“La mayor parte de esa madera viene de la deforestación y las talas y genera problemas de paisajismo, porque al fin y al cabo esa madera se descompone en material orgánico, pero eso tarda tiempo; también afecta especies marinas como las tortugas, que no pueden anidar en las playas; y lo que Madera Salada hace es recolectar esa madera y reconvertirla en elementos útiles, además de mostrar el camino para otros emprendimientos”, apunta Hernández.
Malenie dice que quienes adquieren sus productos no se llevan una mesa, una repisa, un portavasos o una lámpara, sino un pedazo de la historia de Urabá, “algo único, perfectamente imperfecto, con sabor a mar y a playita, lleno de nuestra historia y de nuestra idiosincrasia”
Periodista egresado de UPB con especialización en literatura Universidad de Medellín. El paisaje alucinante, poesía. Premios de Periodismo Siemens y Colprensa, y Rey de España colectivos. Especialidad, crónicas.