Demoras que pueden superar los 30 minutos (sobre todo en horas pico), inconstancia en los horarios de frecuencia vehicular y sobrecupos en los buses, son algunas de las quejas que hacen los usuarios de las rutas alimentadoras del metro de la Cuenca 3 y la Cuenca 6, con injerencia en el suroccidente y el nororiente de Medellín.
En estas zonas hay nueve rutas integradoras para conectarse al sistema de transporte masivo –también conocidas como cuencas–, fundamentales para el desplazamiento de un alto porcentaje de usuarios del metro.
De hecho, en 2019, 140.000 medellinenses usaron los buses de las cuencas 3 (que cruza los barrios Belén, Conquistadores y Laureles) y 6 (que pasa por las comunas de Popular, Santa Cruz, Manrique, Aranjuez, Villa Hermosa, Buenos Aires y Candelaria).
Hoy, 18 meses después del inicio de la pandemia, las mismas cuencas han movilizado alrededor de 110.000 usuarios, según el Metro de Medellín.
El Servicio Masivo de Occidente (MDO) y el Sistema Alimentador Oriental (SAO) son los operadores de las rutas alimentadoras de las que se quejan los usuarios.
Por eso, EL COLOMBIANO buscó explicaciones con el Metro de Medellín.
Frente a las quejas por las demoras y la poca frecuencia en el paso de los alimentadores, el Metro señaló que esto se debe a las congestiones que suceden en gran parte de la ciudad, no solo en horas pico, sino a cualquier hora del día.
Pedro Buitrago, jefe del área de buses del Metro de Medellín, indicó que desde su dependencia se tiene estipulado que la frecuencia entre alimentadores en las horas pico sea cada cinco o seis minutos, mientras que en las horas valle sea de 10 minutos.
También señaló que si bien el Metro hace un monitoreo constante de la demanda de pasajeros de estas rutas en todas las franjas horarias (con lo que ajusta el número y el despacho de buses), la espontaneidad con que suceden las congestiones hace inviable las planificaciones para suplir las necesidades del servicio.
El tema de los trancones no es exclusivo de los principales corredores que atraviesan a Medellín. De hecho, las dificultades que tienen los 371 buses que operan ambas cuencas se concentran en las estrechas calles de los barrios y las periferias en las que el irrespeto por el espacio público y las normas de tránsito son el pan de cada día.
“Si tenemos vehículos mal estacionados, actividades como ventas, construcciones, descarga de materiales, o camiones repartidores que afectan la circulación de los alimentadores; entonces ahí no se puede cumplir con la planificación. Es decir, hay factores externos que nos impiden cumplir con la programación”, agregó Buitrago.
La situación es confirmada por Fabio Mesa, subcomandante del Tránsito de Medellín. Él indicó que en algunos sectores el parqueo en vía pública es un comportamiento “histórico”, por lo que los agentes de Movilidad no solo se dedican a hacer controles, también pedagogía para erradicar esta práctica que afecta a los usuarios de los buses que van al metro.
El subcomandante reconoció que así como hay ocasiones en las que se han obtenido buenos resultados generando consciencia para que la gente no obstaculice las vías por donde pasan los alimentadores, también cuenta que el personal y los vehículos de la Secretaría de Movilidad han sido agredidos, por lo que han tenido que contar con acompañamiento policial en los operativos hechos en estas zonas.