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En Antioquia se dispararon en 2021 los casos de recién nacidos con bajo peso

Tiene la octava tasa más alta del país. Incide la reducción de ingresos en los hogares.

  • El bajo peso al nacer aumenta riesgo de deficiencias en el desarrollo cognitivo y futuras enfermedades crónicas. FOTO colprensa
    El bajo peso al nacer aumenta riesgo de deficiencias en el desarrollo cognitivo y futuras enfermedades crónicas. FOTO colprensa
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10 de diciembre de 2021
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Por cada 1.000 nacidos vivos en Antioquia más de 102 bebés llegan al mundo pesando menos de 2.500 gramos. Desde el minuto cero les toca jugar con la cancha inclinada.

En el último lustro la tasa de nacimientos con bajo peso al nacer en el departamento y, en general, en el país no había tenido cambios significativos, ni para bien ni para mal, pero la pandemia intensificó los determinantes sociales y agravó un problema de salud pública que endeuda seriamente el bienestar de la población.

Los factores que pueden incidir para que un bebé nazca con bajo de peso son múltiples, de acuerdo con Nelly Castillejo, docente de la Universidad CES y líder de su semillero de Nutrición Materno-Infantil. Uno con prevalencia histórica en el país es el embarazo adolescente que conlleva un alto riesgo de parto prematuro pues la madre generalmente no tiene las condiciones en su organismo, en pleno desarrollo, para garantizar el correcto término una gestación.

También repercute la malnutrición en mujeres en etapa reproductiva. Por un lado, por exceso y malos hábitos alimenticios que causan obesidad y con ello comorbilidades como hipertensión, diabetes o problemas cardiovasculares que propician partos prematuros.

Según los resultados del Perfil Alimentario y Nutricional de Antioquia 2019, el 58 % de la población adulta sufre de sobrepeso. Y aunque la investigadora señala que es un problema ampliamente diagnosticado, lamenta que el país todavía no ha tomado acciones de fondo para abordarlo.

Por otro lado, está la malnutrición por déficit, ya sea por falta de educación alimentaria y nutricional para lograr una dieta equilibrada o por carencias. La insuficiencia en la dieta de alimentos fundamentales que garanticen la provisión de proteínas, vitaminas y minerales hereda a sus bebés deficiencias difíciles de compensar.

Las barreras para lograr una alimentación adecuada se extendieron por barrios, cabeceras municipales y veredas durante la pandemia. En la capital antioqueña, por ejemplo, según el Informe de Medellín Cómo Vamos, el 22 % de las personas afirmaron que alguno de los integrantes del hogar comió menos de las tres comidas diarias por falta de alimentos.

Juan Carlos Burgos, nutricionista de la Fundación Éxito, señala que una vez los hogares entran en situaciones económicamente frágiles se ven obligados a descartar paulatinamente alimentos que dejan grandes vacíos nutricionales. Ocurre con la proteína animal: res, pollo, cerdo, leche, hoy con precios por las nubes y que normalmente –anota– se supliría con ingesta de huevos, también hoy encarecidos.

Por eso la prioridad cambia y en lugar de buscar dietas que suplan las necesidades de cada miembro del hogar el objetivo se centra en encontrar alimentos que mitiguen la sensación de hambre. Esa es la realidad, sentencia Burgos, con la que han convivido millones de colombianos y particularmente embarazadas, mujeres con jefatura de hogar y niños.

Los expertos señalan que en el país no se dimensionan todavía las profundas huellas que deja en la población la falta de acceso a alimentos y la forma en la que compromete el capital humano de la Nación (ver para saber más).

Lo que está en juego

Aunque es posible revertir las consecuencias del bajo peso de los neonatos, muchas veces el déficit evoluciona hasta convertirse en desnutrición crónica. En sus primeros días el bebé podría enfrentarse a problemas metabólicos, renales e infecciones graves por las defensas bajas.

Si superan estas pruebas pueden experimentar en los primeros años retrasos en su desarrollo cognitivo y una vez adultos, enfermedades crónicas como diabetes o patologías cardiovasculares.

En retrospectiva, cifras como las que entrega el Dane en sus Estadísticas Vitales son apenas la punta del iceberg de un problema de salud pública plagado de aristas y que ya ofrecía pistas muy claras desde antes de la pandemia, apunta Castillejo.

Leidy Johana Herrera, nutricionista de la Clínica Universitaria Bolivariana, dice que no se puede desconocer que a los servicios de maternidad como en los que labora nunca han dejado de llegar mujeres en labor de parto de poblaciones rurales o contextos socioeconómicos vulnerables que atestiguan no haber recibido nunca una atención prenatal.

Para colmo, la cobertura de hasta el 100% en seguimiento y controles prenatales que habían logrado zonas urbanas como Medellín se desdibujaron en pandemia, impidiendo que, independiente de su condición socioeconómica, las embarazadas tuvieran una valoración médica e información suficientes para reducir sus riesgos y los de su futuro hijo. Por ejemplo, ilustra Herrera, recibir instrucción nutricional con la que sea posible llevar una dieta efectiva con productos al alcance de su bolsillo.

Sin tiempo para el bienestar

Además de ser más golpeadas por la pérdida de empleos que los hombres, la carga de las labores de cuidado que recae sobre ellas alcanzó niveles insostenibles entre 2020 y 2021. En Antioquia, según datos de la Gobernación, las mujeres dedican en promedio 28 horas a la semana en estas labores, mientras que los hombres no llegan ni a las 10 horas.

Más tiempo dedicadas a tareas no remuneradas es menos tiempo para preocuparse por su bienestar y su crecimiento profesional y formativo. Diferencias que marcan, en el caso de las maternas, el destino de los primeros 1.000 días de sus hijos. Por ejemplo, dice Herrera, la evidencia actual concluye que a mayor formación intelectual y profesional las mujeres lactan mejor. Y sin buena lactancia es difícil recuperar cualquier déficit con el que un bebé nazca.

¿Qué se puede hacer?

Juan Carlos Burgos dice que la OMS deja claro entre las intervenciones con eficacia comprobada para prevenir bajo peso al nacer que en poblaciones con riesgo de inseguridad alimentaria es necesario implementar programas de complementariedad nutricional. En esta tarea la Fundación Éxito ha marcado el camino. Incluso en la dureza de la pandemia la estrategia de apoyo a maternas logró reducir la prevalencia de bajo peso al nacer en los grupo atendidos por debajo del promedio nacional.

Leidy Herrera subraya que es imperativo amplificar la estrategia de las Iami –Instituciones Amigas de la Mujer y la Infancia – que desde 2011 definieron una ruta con 10 pasos para garantizar una valoración integral (con todo el personal y especialistas involucrados).

Una valoración oportuna durante el embarazo, concluye Herrera, puede hacer la diferencia al momento del parto y garantizar ese umbral que marca un peso adecuado en el bebé y que, aunque se mide por gramos, tiene un valor incalculable para el desarrollo del país.

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