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Paro minero en el Bajo Cauca: “llegó la comida a los supermercados pero no hay con qué comprarla”

La región sigue sumida en una crisis social por las protestas mineras que ya cumplen 15 días. Líder de la región habla de las soluciones de fondo que necesita el territorio.

  • Locales comerciales, farmacias y tiendas siguen a medio abrir con surtidos que están a punto de acabarse; y se repiten convocatorias a nuevas marchas y plantones. Los barequeros y jornaleros no han podido volver a trabajar. FOTOS: EL COLOMBIANO Y CORTESÍA
    Locales comerciales, farmacias y tiendas siguen a medio abrir con surtidos que están a punto de acabarse; y se repiten convocatorias a nuevas marchas y plantones. Los barequeros y jornaleros no han podido volver a trabajar. FOTOS: EL COLOMBIANO Y CORTESÍA
18 de marzo de 2023
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Caravanas de camiones cargados de comida volvieron a llenar las estanterías de tres almacenes de cadena de Caucasia, aunque el problema ahora es que la gente no tiene con qué mercar. Los 15 días que completa el paro minero no solo desnudaron una vez más la fragilidad social y económica que padece el Bajo Cauca antioqueño, sino que empezaron a normalizar una cotidianidad llena de tensión y angustia por esa sensación tan natural en estas tierras de que todo puede empeorar en cualquier momento.

Locales comerciales, farmacias y tiendas siguen a medio abrir con surtidos que están a punto de acabarse, se repiten convocatorias a nuevas marchas y plantones, los barequeros y jornaleros están atados de manos sin poder volver de lleno a la brega diaria y los restaurantes y bares mantienen sillas y mesas arrumadas.

Los más afectados son los que viven del día a día, los que dependen del rebusque, incluidos los pequeños mineros que trabajan cerca a las explotaciones de grandes entables. Según la Encuesta de Calidad de Vida de Antioquia, el empleo informal en el Bajo Cauca supera el 68%. Al paro todavía le queda mucho oxígeno y la gente, acostumbrada desde que tiene memoria a sobrevivir en medio de los tropeles, trata de buscarle la comba al palo.

Lea acá: Especial | La minería ilegal: riqueza que atrapa y condena al Bajo Cauca y al Nordeste antioqueño

Muchos recuerdan que esta película ya la vivieron en 2013, cuando entre el 17 de julio y el 31 de agosto la región fue el epicentro de un largo paro minero nacional que se prolongó por 45 días y que tenía como principal motivo la protesta contra el decreto nacional que autorizaba a la fuerza pública destruir las instalaciones y maquinaria de las minas informales, el mismo motivo que una década después tiene al Bajo Cauca otra vez en crisis.

“Está grave. Ya está el rumor de que hay mucha gente aguantando hambre. Realmente yo solo tengo lo más básico, me quedan muy pocos huevos y tarros de aceite”, nos dijo un tendero en Cáceres esta semana. “No he aguantado hambre porque la gente me ayuda, pero los que no somos mineros estamos entre la espada y la pared”, alcanzó a expresar un motocarguero en Tarazá.

Además de la comida, el paro también ha afectado la movilidad, las clases, las citas médicas, las cirugías y hasta la llegada de los cilindros de gas. Si así de afectadas están las cabeceras urbanas, en las zonas rurales el panorama es más crítico y el hambre está regada como el miedo por las presiones de los grupos armados. En veredas de Caucasia volvieron a las varas de pescar y a los anzuelos para poder comer porque no hay condiciones para que entre una caravana con comida. En las veredas hay tiendas pequeñas, no supermercados de cadena.

Otro problema grave es la salud mental por lo que representa otro encierro. Hemos tenido muchos en los últimos tres años con la pandemia, los paros armados y ahora la protesta minera”, dijo otro líder.

¿Cuáles son las razones de la crisis de la región que a veces parece un callejón sin salida y qué planes estructurales pueden sacarla adelante? Conversamos al respecto con Diky Manuel Urrutia Rodríguez, director de la Asociación Laboratorio de Emprendimiento y Liderazgo Juvenil, organización que realiza proyectos de desarrollo en el Bajo Cauca, el Nordeste y el sur de Córdoba. Urrutia, además, es cofundador de la organización Red Nudo Paramillo, plataforma de organizaciones sociales y productivas de la región, e integra el Comité empresa - universidad - estado de Antioquia.

El Bajo Cauca es la subregión más pobre del departamento pese a sus grandes reservas mineras y a su potencial agrícola. ¿Qué le ha pasado históricamente, por qué ningún plan estatal lo ha sacado de la crisis?

“Son múltiples causas las que generan estas consecuencias que estamos viviendo. Voy a enumerar tres. Primero, si bien somos una región con gente pujante, emprendedora, resiliente y con gran capacidad de adaptación, también hemos sido responsables como ciudadanía por no tener el suficiente sentido de pertenencia, ni podernos organizar para tener representatividad política. Segundo, los niveles de corrupción que vive la región están asociados con el primer punto, hay municipios que no tienen estabilidad administrativa y financiera, como Nechí, Tarazá e incluso Caucasia. Y lo tercero obedece al control territorial que viene teniendo la ilegalidad desde la época de Pablo Escobar, el narcotráfico, el paramilitarismo y las bandas. Esos tres aspectos son sustancialmente nefastos para la región”.

Esos problemas estructurales están diagnosticados hace mucho, ¿qué salidas tiene hoy la región para superar este nuevo remezón social?

“Al ser una problemática con múltiples factores todo se agudiza y se vuelve muy complejo unificar la solución en una sola salida. No es solamente la problemática de los mineros, el Estado no ha garantizado un control territorial real y por eso reinan los ilegales. Eso afecta múltiples aspectos en el territorio. Y se ha intentado desde el gobierno (de Juan Manuel) Santos que estableció la llamada zona de conciliación que hoy se conocen como zonas Pdet (Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial). No se puede desconocer que algunos proyectos han avanzado pero sigue siendo problemática la situación por la falta de oportunidades”.

¿Qué planes prioritarios deben fortalecer la Gobernación y la Nación en la subregión?

“Desde el plan estratégico subregional se vienen hablando de cinco líneas. Venimos impulsando el distrito minero, un proyecto grande que busca la formalización de los mineros e inversión social productiva y ambiental alrededor de estas intervenciones mineras. Nos sorprende mucho que el Gobernador, cuando ya le faltan solamente ocho meses para terminar su periodo, hable de una gerencia para la región, cuando desde 2019 le dijimos que el Bajo Cauca necesitaba una línea estratégica específica para atender las problemáticas. Válido que se plantee ahora pero no va a surtir efecto cuando ya no va a estar incluido en un plan de desarrollo. Tiene que concertarlo con la región. También hablamos de la necesidad de una región interconectada con sus vías y con el internet. Esa región interconectada incluye que cumplan uno de los acuerdos con Nechí, que es pavimentar 5 kilómetros hasta el corregimiento Colorado. Otras líneas son un distrito agroalimentario, el fortalecimiento de los sistemas de salud y el ordenamiento territorial para garantizar la legalidad y las inversiones”.

¿Qué alternativas tienen hoy los jóvenes para romper las cadenas que los condenan a la falta de oportunidades?

“Urgen tres cosas. Oportunidades de deporte y cultura a gran escala, hoy no son fuertes y están aisladas con presupuestos reducidos; lo otro es la educación superior, hay un gran cuello de botella entre los jóvenes que logran graduarse de bachilleres y los que acceden a la universidad. Solo está la Universidad de Antioquia y ofrece muy pocos cupos; y la tercera es el plan de emprendimiento para jóvenes, hoy no lo tienen los municipios y los programas de la Gobernación y del país son muy cortos”.

¿En qué quedaron los programas de sustitución de cultivos ilícitos, surgieron proyectos que marquen la ruta del futuro?

“Hay programas de cooperación internacional con varias líneas que incluso han logrado exportaciones. Por ejemplo, el tema de Chocolate Colombia, que agrupó a las organizaciones productivas que trabajan con cacao en la región, logró tener incluso una planta de transformación que empezó en Caucasia. El tema de caucho, por ejemplo, tiene su sede en la vía a El Bagre, se llama RubberCorp y no solo agrupa a organizaciones productoras que siembran caucho, sino también que exporta y comercializa. También hay otra compañía que se llama Campo Dulce, que es una empresa de miel que está en El Bagre y también tiene aliados internacionales. Hay proyectos en curso con cultivos de maíz, arroz y yuca amarga, hay muchas posibilidades en la región”.

¿Qué coletazo se espera cuando la vía 4G Conexión Norte empiece a operar y todo el tráfico nacional se desvíe por el Nordeste? ¿Ese impacto ya se previó en Puerto Valdivia, Cáceres y Tarazá?

“Como región no nos hemos dado el tiempo de revisar y conversar sobre eso y es necesario, porque si bien hoy las autopistas no están terminadas, cuanto entren en operación van a pasar dos cosas en la región. La primera es que todo el transporte de carga ya no va a pasar por el Bajo Cauca, sino que irá a los futuros puertos que se están construyendo en Urabá. El resto de transporte de carga pasará por las autopistas del Nordeste que irán hasta Caucasia pero ya será una vía más rápida.

Traerá un coletazo negativo, en algún momento se habló de constituir una zona franca, una especie de puerto seco y un centro logístico. El territorio se debe preparar, es una discusión que no se ha abordado por múltiples distracciones, pero que es muy urgente y necesaria”.

¿Se avecina un paro minero nacional por los operativos?

Iván Velásquez, ministro de Defensa, confirmó que la Policía Nacional destruyó en el corregimiento La Esperanza, municipio de Nechí, tres dragones brasileños, avaluados todos en $4.500 millones. En esta zona, según las autoridades, opera la subestructura Úlder Cardona del Clan del Golfo. Velásquez indicó que cada mes estos dragones podían producir hasta siete kilos de oro, que se traducen en $1.850 millones que alimentaban las rentas criminales. Esta misma semana, el ministro también reportó la destrucción de cuatro dragones en el corregimiento San Isidro del municipio de Río Quito, Chocó, valorados en $6.300 millones. “El Gobierno no cederá en la lucha contundente contra la minería ilegal que alimenta las finanzas criminales”, dijo Velásquez, quien anunció más operativos similares.

Después del nuevo fallido intento de lograr un acuerdo en la mesa de negociación establecida en Bogotá entre los representantes mineros y las autoridades, las confederaciones nacionales de mineros y esmeralderos llamaron el viernes a sus asociados a declarar asambleas permanentes con el fin de realizar encuentros regionales en los que se planificará un paro nacional minero. “El oportunismo inaceptable de los grupos criminales en hechos violentos que no son nuestros métodos de expresión, y que rechazamos, ha sido utilizado por el Gobierno para desacreditar y estigmatizar la protesta, culpando a los mineros de los hechos deplorables de vandalismo y de confinamiento de centenares de ciudadanos en esas zonas”, reprocharon. Volvieron a pedir cambios normativos que no “criminalicen” su actividad.

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