A las bombillas anaranjadas que iluminan buena parte del espacio público de Medellín les llegó su relevo. Con la modernización del sistema, EPM ha instalado este año 13.621 luces LED de las 152.000 tipo sodio que pretende reemplazar. La intervención cobija a todas las comunas y en puntos como el Francisco Antonio Zea, en Castilla, la han celebrado. Pero hay barrios, como el Carlos E. Restrepo, en el que los residentes no están conformes y tienen un ramillete vasto de reparos, lo que podría ser el punto de partida de un debate de ciudad.
Aunque EPM y la Secretaría de Gestión y Control Territorial esgrimieron que las bombillas nuevas emiten menos calor, consumen menos energía, tienen mejor reproducción de color y más vida útil, las opiniones entre los vecinos de este barrio están divididas. Alegan que la intervención se ha hecho a la fuerza, que podría tener impactos negativos en la salud y el ecosistema, y que rompe con la vocación urbanística del lugar.
“Nos preocupan dos cosas: la forma como empezó la Alcaldía a ejecutar el proyecto, pues la socialización fue cerrada y hay desconocimiento; y lo otro es el componente ambiental: animales como los murciélagos han disminuido su presencia por el nuevo alumbrado”, expresó Carlos Andrés Serna, presidente de la Junta de Acción Comunal.
Razones de los vecinos
En la noche del pasado miércoles, en medio de un recorrido por las zonas peatonales del barrio, más de 30 vecinos compartieron sus inconformidades con la Alcaldía y EPM. Simón Murillo, periodista y habitante del Carlos E., se dio a la tarea de consultar los impactos de la tecnología LED en otros lugares.
Encontró que esta, a altas temperaturas, puede generar trastornos del sueño que desembocarían en episodios de depresión, insomnio y afectaciones cardiovasculares. Daños en la piel y hasta cáncer se cuentan entre los impactos que esta traería para los humanos, según sus hallazgos.
“No quiere decir que las bombillas de sodio no traigan problemas, pero la transición debe hacerse de manera sensible. Las luces que hay en la ciudad tienen una temperatura de 1.800 grados kelvin, mientras las que están instalando son de 4.000: se duplica la temperatura e intensidad”.
Ese, según Juan Torres, ingeniero eléctrico que lleva 50 años en el barrio, es el quid de las preocupaciones. Lo que EPM les ha dicho es que la nueva iluminación cumple con lo establecido en el Reglamento Técnico de Iluminación y Alumbrado Público (Retilap), pero su lectura es distinta.
“Nos dicen que la temperatura es neutra, pero no es así. Supera los 3.500 grados kelvin, que sería lo ideal para estos espacios. El reglamento dice que hay que proteger la vida humana, animal y vegetal”.
Este, precisamente, es otro de los frentes que ha levantado ampolla. No hay claridad sobre el riesgo fotobiológico para la fauna silvestre que habita en los corredores verdes de la zona. “La noche es vital para marsupiales y chuchas; igual para los pájaros y búhos que pernoctan en las copas de los árboles”, acotó Murillo, tras reseñar que las nuevas luces los impactan negativamente.
Los diseños de la intervención son desconocidos, según Cecilia Moreno, experta en urbanismo y habitante del lugar, quien sostuvo que lo que hasta ahora se ha visto no conversa con lo contemplado en el POT. “El barrio tiene una particularidad: la parte de atrás de cada bloque es como si fuera el solar de una casa, donde se albergan fauna y flora. ¿Para qué iluminar lo que no se constituye en zona de iluminación principal?”.
Pero no todos los residentes ven con malos ojos la iniciativa. Algunos consideran que iluminar los sectores más oscuros podría espantar a los ladrones. “Las luces nuevas mejorarán la seguridad, porque a uno le da hasta miedo salir a comerse un chuzo por la noche. Y si alumbran mucho, ¡para eso están las persianas!”, dijo una vecina.
Administración responde
Este diario consultó con la Alcaldía los detalles de la intervención que se ejecuta en el barrio Carlos E. Desde allí indicaron, en respuesta escrita, que la nueva iluminación cumple, a cabalidad, con la reglamentación fijada por el Ministerio de Minas y Energía.
“Todos los equipos cuentan con certificaciones nacionales e internacionales (...), se adaptan y garantizan la vida normal de las personas”, respondieron. Respecto a los efectos negativos en el ecosistema, aseguraron haber apelado a equipos que mitigan la contaminación, además de ubicar las luces a alturas idóneas, evitando impactar las casas circundantes y los árboles.
Insistieron, asimismo, en que la iluminación conversa con la vocación del barrio, sus actividades culturales y la vida nocturna que allí tiene lugar. Esto significa que, pese a los diálogos que adelantan con la comunidad, la modernización no se echará para atrás: la decisión, según expresaron, no está sujeta a consensos.
“La seguridad de los transeúntes (...), así como la prestación de los servicios públicos, no obedece a consensos, sino que son mandatos constitucionales (...)”. Agregaron, sin embargo, que están abiertos a hacer correcciones sobre aspectos “no finalizados ni permanentes”.