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Así traen las armas para la guerra del Bajo Cauca

Una operación de la Fuerza Pública permitió descubrir la ruta que pasa por Venezuela, Guajira y Cesar.

  • Dentro de las armas que maneja el cartel narcotraficante clan del Golfo hay fusiles, ametralladoras y pistolas. FOTO cortesía de policía
    Dentro de las armas que maneja el cartel narcotraficante clan del Golfo hay fusiles, ametralladoras y pistolas. FOTO cortesía de policía
Así traen las armas para la guerra del Bajo Cauca
23 de diciembre de 2020
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Desde Alemania, Brasil, EE.UU., México y Venezuela están enviando las armas de fuego y las municiones con las que los criminales han cometido las masacres de los últimos meses en el Bajo Cauca antioqueño.

De acuerdo con información judicial y de Inteligencia obtenida por EL COLOMBIANO, hay dos rutas principales para el acceso de esta mercancía bélica, según los grupos armados que actúan en la subregión: “Los Caparros” y el Eln importan desde suelo estadounidense y mexicano, mientras que el clan del Golfo las estaría trayendo por el mercado transnacional del país vecino.

Sobre esto último, tuvimos acceso exclusivo al dosier de la Operación Santa María, ejecutada por la Dijín de la Policía y la Dirección de Fiscalías contra el Crimen Organizado, para desmantelar la red de tráfico de armas de una de las estructuras más beligerantes del clan: el bloque Pacificadores de Córdoba y Bajo Cauca (Bpcbc, también llamado bloque Roberto Vargas Gutiérrez).

Lo primero que hay que explicar es que el clan está divido en cuatro bloques y 23 frentes, según la Policía, con células en España, Panamá y Venezuela. Por decisión de su comandante, Dairo Úsuga (“Otoniel”), cada bloque tiene autonomía para gestionar la consecución de su propio armamento.

Durante todo el 2020, los investigadores le han seguido la pista a dos de sus hombres más cercanos, Jobanis Ávila Villadiego (“Chiquito Malo”), el número tres de la organización y encargado de los contactos internacionales para el tráfico de drogas y de armas; y José Gonzalo Sánchez (“Gonzalito”), su primo de crianza y cabecilla del Bpcbc.

Fue así como se percataron que en el segundo semestre del año ingresaron al país 500.000 cartuchos de munición para armas largas y cortas y 20.000 proveedores para fusil y ametralladora, importados de Brasil, Alemania y Venezuela.

Según el expediente del caso, las municiones preferidas por los importadores fueron las balas 9 milímetros para pistolas como la Walther y Córdoba; y 7.62 para fusiles como el Galil y el G22. Sin embargo, durante las pesquisas hubo un hallazgo novedoso: la incautación de 10 proyectiles .338 Lapua Magnum, diseñadas para un fusil de francotiradores fabricado en Francia, el PGM Mini Hécate.

Esta clase de arma y cartucho es muy escasa en Colombia y, según el informe balístico, “puede penetrar un blindaje corporal militar a distancias de hasta 1.000 metros y su alcance máximo efectivo es de 1.750 metros”.

Los implicados

Tras establecer los contactos en el exterior, las red de “Chiquito Malo” y “Gonzalito” utilizó el mercado negro venezolano como plataforma para recibir los aparatos traídos de Alemania y Brasil. En el país vecino, los colaboradores aprovecharon los pasos fronterizos clandestinos, las trochas y rutas de contrabando, para pasar el arsenal hacia La Guajira y Cesar.

La mercancía se almacenaba en las ciudades de Maicao y Valledupar, donde se acondicionaron carros, taxis y camionetas con caletas secretas, para transportarla por tierra hacia Montería y Ayapel (Córdoba), San Pedro de Urabá y Caucasia (Antioquia), con destino final a los combatientes del clan en el Bajo Cauca y el Nudo del Paramillo.

En esos territorios, el cartel tiene varios frentes de guerra abiertos contra el Eln, las disidencias de las Farc y “los Caparros”. El enfrentamiento contra este último grupo, particularmente, ha generado las más recientes masacres en la subregión (ver el recuadro).

El pasado 3 de diciembre, la Dijín ejecutó 12 allanamientos en cuatro departamentos, arrestando a igual número de hombres, sospechosos de integrar la red de tráfico de armas. Entre ellos estuvo Arcadio Pérez Macea (“Pedro”), exparamilitar desmovilizado de las Auc y señalado por las autoridades de ser el principal coordinador del grupo, a órdenes de “Gonzalito”.

También cayeron Luis Almanza (“Edward”), presunto responsable de los contactos en la frontera venezolana; y Piero Martínez (“Piero”), quien al parecer se encargaba de reclutar miembros de la Fuerza Pública para la banda.

Precisamente, en la lista de capturados está Yovanis Rodríguez (“el Cabo”), un policía del Escuadrón Móvil de Carabineros (Emcar), sospechoso de hurtar proveedores y municiones de un armerillo en el municipio cordobés de Sahagún, para vendérselos a la red.

Los otros ocho detenidos serían enlaces directos con los frentes del clan en el territorio: Ronald Corcho (“el Mono”), William Guevara (“Chapulín”), Gerardo Banqueth (“Gerard”), Jorge Lozada (“el Gordo”), José Ruiz (“Cañavera”), Roberto Almario (“Robert”), Argenis Patiño (Ánderson) y José Martínez (“Niche”).

La Fiscalía les imputó cargos por concierto para delinquir y tráfico de armas de uso privativo de las Fuerzas Armadas. Las audiencias de garantías ya ajustaron tres semanas, ante el Juzgado Quinto Penal Municipal de Montería, las cuales han sufrido retrasos por la salida a vacaciones de varios funcionarios.

“Gonzalito” y “Chiquito Malo” lograron evadir el cerco, y según fuentes policiales estarían tratando de abastecerse de armas por medio de las rutas de otros bloques del clan.

Los rivales

La guerrilla del Eln y “los Caparros” estarían importando las armas desde EE.UU., en particular de los estados de California y La Florida. Son compradas en ferias y tiendas legales de aquel país, o intercambiadas por cocaína con los carteles mexicanos.

Estos artefactos son desarmados y camuflados en contenedores y encomiendas de electrodomésticos, para que sus partes metálicas se confundan con estas piezas y engañen los escáneres. Tras salir de los puertos estadounidenses, pasan por México e ingresan a Colombia por el Urabá antioqueño y la costa Pacífica chocoana, para de allí ser enviados por tierra al Valle de Aburrá y el Bajo Cauca.

“Por algunas interceptaciones, hemos sabido que aquí en Antioquia mueven esas armas en camiones con caletas adaptadas”, precisó un investigador judicial consultado.

El tráfico de armas representa un desafío grande para contrarrestar la violencia que afecta al Bajo Cauca.

El analista de seguridad y defensa, Erich Saumeth, sugirió que las autoridades no solo deben concentrarse en el tráfico internacional, sino atacar el mercado interno de armas que todavía permanece, con artefactos que quedaron rodando después del antiguo conflicto con las Farc y otros que fueron hurtados al Ejército y la Policía en los combates.

A su juicio, se requiere un fuerte trabajo anticorrupción por parte del Gobierno. “Este es un tema bien complejo. Grupos como el clan del Golfo y las disidencias guerrilleras tienen un gran volumen de dinero que permea cualquier intención del Estado de blindar las fronteras, tanto para el tráfico de drogas como para el de armas”.

Boris Castaño, analista del conflicto e integrante de la corporación Innova Idea Estrategia (I2E), enfatizó en que se requiere de operaciones de carácter internacional para afectar estas redes, en especial con agencias de EE.UU., donde se compran muchas de estas armas, y de México, cuyos carteles están involucrados en el narcotráfico del Bajo Cauca

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presuntos miembros de la red de armas fueron capturados en la operación Santa María.
Infográfico

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