Solo, en una plaza diseñada para 300.000 personas pero con cientos de ojos viéndolo a través de la pantalla, el Papa Francisco le envió al mundo la primera señal de cómo se vivirá esta Semana Santa para los católicos.
La escena que le dio la vuelta al mundo tuvo lugar el pasado 27 de marzo y fue suficiente para que Adela Restrepo dejara de insistirles a sus hijos y nietos en ir a Santa Fe de Antioquia en los días Santos.
Ella nunca ha faltado a las procesiones y ceremonias de la Semana Mayor. En muchas, incluso, ha participado vistiendo santos, preparando la cena, lavando los pies. Por eso, dice, el plan de ver las Siete Palabras por televisión le parece difícil. “Pero si el Santo Padre lo hace, yo lo sigo. En mis 86 años nunca había visto nada igual, pero ningún virus va a acabar con mi fe”, sentenció.
La situación también es nueva para Rocío Holguín, quien cada año visita su natal Jericó en compañía de dos hermanas y un cuñado. “Este año habíamos reservado hotel desde marzo, pero cuando el Gobierno dijo que los mayores de 70 años no podíamos salir, tuvimos que desbaratar todo”, narró. Ahora, dijo, tiene una sensación agridulce: va a pasar la semana con sus hijos, pero lejos de su tierra y con la iglesia cerrada.
¿Desde casa vale?
Ramiro Delgado Salazar, profesor de Antropología de la Universidad de Antioquia, explicó que desde que nacieron la radio y la televisión, se han hecho transmisiones de ceremonias religiosas. “Si siempre ha sido válido para un mayor o un enfermo ver la misa por televisión, y se le ha dado el mismo valor simbólico que tiene caminar hasta un templo, entonces aplica para un contexto de pandemia. Este será un año donde la Semana Santa se vivirá de otra manera, pero el católico no va a perder nada”, dijo.
Delgado agregó que esta celebración católica tiene dos componentes: uno de oficios religiosos en sitios de culto (iglesias, catedrales, capillas), y otro de eventos externos (procesiones, dramatizaciones y eventos) que se hacen para tener recordación y ritualidad alrededor de la pasión y muerte de Jesús.
Ese primer componente ceremonial se realizará como siempre se hace, aunque esta vez sin gente en los templos.
Así lo confirmó monseñor Mauricio Vélez, obispo auxiliar de Medellín, quien aseguró que cada sacerdote tiene la instrucción de estar en su templo, pero a puerta cerrada: “Muchos están usando las herramientas modernas de internet para transmitir y los medios de comunicación permitirán que los fieles nos acompañen desde sus casas”
Monseñor Fidel Cadavid, obispo de la Diócesis de Sonsón-Rionegro, agregó que esta será la oportunidad para que la gente haga de sus casas lugares de encuentro con Dios. “Vinculemos nuestra vida con la pasión del Señor. Estamos sintiendo una fragilidad que Jesús asume para librarnos del mal. La ganancia es vivir la fe en grupos familiares”, señaló.
Las decisiones no son independientes. El pasado 19 de marzo El Vaticano emitió el Decreto 153/20, “En tiempo de covid-19”, en el que confirma que el triduo pascual (jueves, viernes y sábado santo) no puede ser trasladado, pero da facultades a los obispos para mover la fecha de la misa crimal (en la que se consagran los santos óleos). Además indica que se omitirá el ritual del lavatorio de pies y las procesiones.
Adicionalmente da la posibilidad de trasladar el ejercicio del Viacrucis y los Siete Dolores de la Virgen para el 14 y 15 de septiembre. Sin embargo, la Arquidiócesis de Medellín señaló que en esta jurisdicción no se pospondrán y que los viacrucis se realizarán en los templos.