A los rellenos sanitarios van a parar, cada día, toneladas de residuos que pueden aprovecharse, desperdiciados en los hogares, colegios o empresas por ineficientes procesos de separación.
El panorama en este ámbito no es favorable para la ciudad. Según el Informe de Calidad de Vida de Medellín Cómo Vamos, presentado en junio de 2019, la meta local a 2030 está fijada en 70.000 toneladas anuales de residuos sólidos recuperadas. Pero el indicador de la capital antioqueña está estancado en 5.197 toneladas por año (ver gráfico).
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El informe entregó otros datos adicionales: entre 2013 y 2018, el porcentaje de residuos sólidos aprovechados pasó del 14% en 2013 al 23% en 2018.
Entre sus conclusiones, Medellín Cómo vamos enfatizó en la importancia de avanzar en estrategias ambientales para reducir la generación de residuos por parte de hogares y unidades productivas.
En Colombia, según la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios, durante el 2018 fueron aprovechadas 690.000 toneladas de residuos, con un porcentaje de reciclaje de alrededor del 8,6%.
Una tarea aún mediocre
Luis Aníbal Sepúlveda, director Ejecutivo de la Asociación Colombiana de Ingeniería Sanitaria y ambiental seccional Noroccidente, recordó que las metas de recuperación de residuos reciclables deben partir del Plan de Gestión Integral de Residuos Sólidos (PEGIRS), definido por el Área Metropolitana (AMVA) para el Valle de Aburrá y proyectado a 2030.
En este documento, explicó Sepúlveda, se fijó una meta para la región de alcanzar un aprovechamiento del 30% de los residuos reciclables. Sin embargo, aunque las cifras son estimadas, en 2017 el Valle de Aburrá apenas conseguía el 15%, (es decir, unas 527 toneladas por día de un potencial de 1.000).
Comparada con ciudades como San Francisco en Estados Unidos (que recuperan cerca del 60%), Medellín aún tiene retos pendientes.
Y los problemas en este proceso, como indica Andrés Felipe Jiménez Vásquez, profesor de Ingeniería Ambiental de la Universidad de Medellín, están relacionados con una cadena que involucra al Estado, las empresas, los hogares, la academia y los recicladores y que funciona de forma “ineficiente y mediocre”.
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“Las personas no separan bien en las casas, no hay una ruta selectiva, los residuos a los recicladores se les están entregando mezclados. Está fallando el Estado, la sociedad civil, el sector empresarial”, comentó Jiménez.
El ingeniero enfatiza en que el tema no es cuánto se recicla ni cuánto se capta, sino cómo pueden involucrarse estos sectores para generar menos desperdicios: “El residuo mejor gestionado es el que no se genera. Hay que ir más allá: no utilizar ciertos materiales problemáticos, tóxicos, u otros que no se degradan como el plástico”.
Al respecto, Sergio Ignacio Soto, director de Fenalco Antioquia, indicó que en los últimos años ha existido un compromiso ambiental más consciente por parte de las estructuras empresariales y que, incluso, Medellín va en camino de convertirse en una región líder en buenas prácticas.
“A pesar de que falta mucho todavía, destaco las alianzas entre el sector público y privado en este proceso. también los Planes de Desarrollo locales que privilegian la gestión de residuos”, comentó.
Como programa piloto para aumentar el reciclaje en la ciudad, hace 18 meses Emvarias implementó la Ruta Recicla en El Poblado (comuna 14). Aunque la ruta ha conseguido incrementar la recolección de material aprovechable de 1,5 toneladas por día en 2018, a 2,5 en 2019, antes de replicarse en otras comunas de Medellín necesita llegar a las 7 toneladas por día en este sector.
Asunto de salud pública
Para Gustavo Cabrera Arana, profesor de Salud Pública de la Universidad de Antioquia, el reciclaje es uno de los retos más desafiantes en el área del saneamiento ambiental.
El investigador agregó que si bien Medellín es una ciudad limpia en términos generales, todavía un rezago en la cultura ciudadana de separar los residuos en la fuente. El problema, en el mediano plazo, podría acarrear otras consecuencias.
“Según la OMS, una inadecuada disposición de residuos trae riesgos a la salud humana, por la contaminación de los territorios, las aguas superficiales y los perjuicios a la calidad del aire”, concluyó.
De hecho, uno de los residuos de mayor impacto en los rellenos sanitarios es el orgánico. Se descompone en condiciones de ausencia de oxígeno, genera olores, lixiviados y atrae a vectores como moscas y ratas. Según el Plan de Gestión de Residuos del Área Metropolitana, a 2016 solo se estaba aprovechando el 6% de estos residuos (unas 216 toneladas por día). La meta allí también está lejos: el potencial aprovechable de orgánicos es del 55 % y, en ese punto específico, Medellín también tiene un trecho pendiente por recorrer, en un escenario que, de no impulsarse, seguirá acortando la vida útil de los rellenos sanitarios de la región, hoy hostigados con la cantidad de basura .