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Técnicos de avión, héroes en tierra de la navegación aérea

Acompañamos a dos mecánicos en su jornada laboral en el centro de mantenimiento de Avianca en Rionegro.

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  • Técnicos de avión, héroes en tierra de la navegación aérea
23 de junio de 2019
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Ella lo soñó desde niña y él llegó al oficio por azar, cuando ni siquiera lo imaginaba, pero al final ambos terminaron en lo mismo: ejerciendo como técnicos de aviones, una labor de la que se enamoraron y que les ha permitido ser vistos como héroes en sus hogares y sus círculos sociales.

Luisa González y Juan Pablo Bernal no llevan vidas paralelas, cada uno tiene su mundo aparte y su entorno, pero hay coincidencias que los unen: ejercen la misma profesión, y desde hace diez años laboran en el mismo lugar: el MRO de Avianca ubicado en el aeropuerto de Rionegro. Cada día se enfrentan a gigantes que multiplican 6.100 veces su peso corporal (un Boeing 747 puede llegar a pesar 397.000 kilos con su carga plena para un viaje).

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(El MRO -Maintenance, Repair and Overhaul, por sus siglas en inglés- es el centro de mantenimiento de las aeronaves de Avianca, un espacio en el aeropuerto José María Córdova inaugurado en 2016 y en el cual laboran 1.000 personas. Su función es mantener en perfecto estado las aeronaves. Tiene capacidad para atender más de 100 aviones al año, incluidos algunos de compañías aéreas extranjeras, y es considerado el centro para mantenimiento de aeronaves más moderno de América Latina).

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“Claro, uno puede trabajar en el avión más pequeño o en el más gigante, las bases generales son las mismas, pero cada aeronave tiene su especificidad”, dice Luisa, que desde niña sintió una fuerte atracción por los aviones.

Juan Pablo, de 34 años, los mismos que Luisa, cuenta que el motor de un avión CFM-56 de la familia A320 puede pesar hasta cinco toneladas.

“Los motores de los nuevos aviones Leap CFM Internacional pueden pesar menos, unas 4,5 toneladas”, explica Juan Pablo, quien era un técnico electrónico hasta que un día su hermana, que trabajaba en esta labor, lo invitó a que aplicara sus conocimientos en el mantenimiento de aeronaves, lo que lo animó a ingresar al Sena, terminar estudios de técnico aeronáutico y pasar de allí a las prácticas en Avianca, donde se quedó laborando hasta hoy en el MRO.

Mundo de gigantes

A los gigantes no se les teme, se les enfrenta. La mitología griega cuenta la historia de cómo Ulises venció a Polifemo —un gigante que se comía sus amigos y que pensaba devorarlo a él también— al que dejó ciego clavándole una estaca encendida en su único ojo. La Biblia narra cómo David, rey de Israel, venció a Goliat, un filisteo enorme, de 3 metros, al que mató lanzándole con una honda una piedra que se le incrustó en la cabeza.

El oficio de Luisa y Juan Pablo evoca, tal vez, esas historias, pues para ellos enfrentarse a un gigante de hasta 397 toneladas, requiere la misma responsabilidad que reparar una avioneta o un avión ligero cuyo peso ronda los 600 kilos.

“El peso de un avión no me asusta, porque uno los va viendo como algo normal, pero coger aviones más grandes da una satisfacción propia, subir de aviones pequeños a los de carga, aunque no es ascender, es bueno para uno”, afirma Luisa, cuyos inicios como profesional en el área hidráulica, en la que aún se desempeña, fueron en una compañía que solo manejaba aviones de menor tamaño.

Al llegar a Avianca, ella tuvo que coger colosos como el 320, que pesa 78.000 kilos con carga y combustible, es decir, 1.040 veces su peso, que es de más o menos 75 kg.

Gustavo Andrés Aristizábal, director del MRO, que tiene una planta de 1.000 personas a su cargo, aclara que en el mantenimiento aeronáutico se puede pasar de un gigante como el A330-300 que es el avión más grande de Avianca, a una aeronave pequeña, y es la rutina normal. “En el campo de los pilotos esto sí es muy importante, y de hecho ellos van escalando con el tamaño de los aviones”, cuenta.

Tanto Juan Pablo como Luisa destacan la importancia del trabajo en equipo. En un avión nunca hay una sola persona laborando. De hecho, son siete áreas las que abarca el mantenimiento de un avión: la aviónica, hidráulica, cabina, planos, bodegas, fuselaje y motores.

“Haga de cuenta una entrada a pits en una carrera de autos, cada uno ejerciendo una tarea”, detalla Juan Pablo.

A veces no todos trabajan a la vez, porque unas tareas requieren más tiempo que otras, dependiendo de la situación de cada aeronave.

Y tal vez Luisa y Juan Pablo pocas veces coinciden en el mismo lugar o aeronave, porque ella trabaja en los aviones, mientras él lo hace en los talleres del MRO, donde están los motores y las piezas a reparar o en mantenimiento.

Sin grasa ni aceite

El MRO es un gigante que alberga gigantes, como la cueva de Polifemo, al que Ulises dejó ciego. Su dimensión total alcanza los 44.300 m2 y en el hangar mayor, de 8.400 m2, se pueden atender hasta 5 aviones de pasillo único (la flota de la familia A320) a la vez.

Pero a estos dos técnicos de aviones no se les ve engrasados ni oliendo a aceite o gasolina. Y tanto ellos como sus compañeros de labor lucen sencillos, tal vez sin percatarse de la dimensión de sus oficios.

“Yo soy bogotana, casada y madre de un hijo en edad escolar. Para él, yo soy como una heroína, en la escuela dice que trabajo en aviones y eso les despierta admiración o curiosidad. Y en las reuniones familiares o con amigos uno dice que trabaja en esto y todo el mundo es ‘wow’, y empiezan a preguntar y decir cosas”, relata Luisa. Juan Pablo está de acuerdo con ella. Y añade que, en realidad, puede ser un oficio muy común, como el que hace mantenimiento mecánico a los vehículos.

“Yo soy un rolo, casado y sin hijos, enquistado en esta región (Antioquia) y creo que cualquier persona puede desempeñar este oficio. Eso sí, hay que tener dos cosas: ganas y recursos, porque en las escuelas de aviación es costoso, a no ser que se estudie en el Sena, donde es gratuito y la preparación es excelente”.

El líder de ambos, Gustavo Andrés Aristizábal, sostiene que Avianca tiene su propia escuela y prepara los técnicos, y que la exigencia para pasar cada curso es la máxima.

“La formación es similar a la que recibe un técnico que trabaje directamente en las fábricas de los aviones. Ellos reciben instrucción en cada avión específico y si no pasan un nivel no avanzan al otro”, señala Gustavo.

Es requisito saber inglés, pues los manuales vienen en este idioma, y conocer la responsabilidad que implica. Y aunque no está en el manual de funciones, hay algo que los identifica: la vocación.

“Mi esposo también trabaja en esto y no podemos evitar hablar del tema en la casa o donde estemos. Todos en el gremio somos iguales, nos apasiona”, afirma Luisa.

“Esto hay que hacerlo con entrega y amor, porque en un avión de estos puede estar alguien de mi familia, tiene que dolerle a uno”, apunta Juan Pablo. La seguridad de los 220 pasajeros que caben en un A320 depende de las rutinas que se hacen en tierra .

60
millones de dólares (cerca de $192.000) costó el montaje del MRO, según Avianca.
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