Uno de cada seis habitantes en el departamento ha sufrido alguna afectación en una temporada de lluvias que cobró la vida de 25 personas y que, lejos de menguar, posiblemente se prolongará durante el mes de junio.
Las lluvias trastocaron la vida y la cotidianidad de 45.000 familias en los primeros cuatro meses de 2022, superando la cifra total de familias afectadas por lluvias en los últimos tres años.
La prolongación de la temporada y su severidad explican la menguada capacidad de respuesta que tienen los municipios a esta altura, tal como lo advirtió el Dagran en una reunión la semana pasada ante la Unidad Nacional para la Gestión de Riesgos y Desastres.
Y también explica, en parte, los estragos que han dejado las lluvias en casi la mitad del territorio: 80 movimientos en masa; el desbordamiento de afluentes principales en Urabá, Suroeste, Bajo Cauca y Magdalena Medio; y los perjuicios a suelos productivos que convirtieron a Antioquia en el quinto departamento más golpeado en el sector agrícola.
Sin embargo, hay otros factores de fondo que explican por qué buena parte del departamento parece cada vez menos capaz de soportar los embates del clima.
Según explica el ingeniero civil Diego Arango, magíster en aprovechamiento de recursos hidráulicos y asesor de ordenamiento territorial y cambio climático, tras más de cuatro meses de aguaceros sin tregua es normal que exista una saturación por la acumulación de sedimentos en suelos y fuentes.
No obstante, en el departamento persisten otras condiciones que incrementan la vulnerabilidad desencadenando, entre otras amenazas, los movimientos en masa que han asfixiado la movilidad y han causado interrupciones en los servicios básicos en siete de nueve las subregiones.
“El análisis más reciente de vulnerabilidades que tiene el departamento es contundente: todas las subregiones arrojan riesgos altos por cuenta de variables como la edificación en zonas de retiro, la deforestación; por características en diseño y materiales de construcción poco aptas y redes de acueducto caducas. En otras palabras, seguimos preparando en los territorios el cóctel necesario para el desastre”, señala.
A esto se suma, según él, que las medidas asumidas por el departamento siguen orientadas a soluciones tradicionales que no atienden a los problemas crecientes ante la variabilidad climática. “Seguimos solucionando con jarillones y muros, y hemos explorado muy poco la adaptación basada en ecosistemas: restauración ecológica o protección de manglares”.
Falta ejecutar
Paradójicamente, aunque Antioquia es reconocido por el Ideam como el departamento con mayor cantidad de acciones de adaptación climática (1.119) y el segundo en cuanto a número de acciones de mitigación (149), sigue siendo uno de los más vulnerables a eventos como el aumento en las precipitaciones. La falta de continuidad en las acciones propuestas le pasa factura a los municipios a la hora de lograr mejores resultados y la consecuencia es un departamento con más de la mitad del territorio poco preparado para afrontar los riesgos por aumento en las precipitaciones. Hoy, por ejemplo, es el tercer departamento más afectado por la actual temporada invernal.