Tan dura como la muerte de una mascota, es su desaparición, pues la incertidumbre de no saber su suerte o su destino causa gran dolor e inestabilidad emocional en las personas.
En las ciudades, por ejemplo, es un drama cotidiano: decenas de mascotas, perros y gatos, huyen de sus casas y jamás regresan, pues no siempre tienen la habilidad de reconocer el camino de retorno. Se van, a veces, detrás de otro animal o salen a caminar sin rumbo y terminan perdidos en la telaraña de calles.
Pensando en este drama, Viviana Cano, una educadora de Medellín, se ingenió hace dos años la cédula Mi Maskott Id, un documento de identidad que contiene algunos datos básicos del animal y que éste lleva colgado en el cuello de manera que, en caso de perderse, quien lo encuentre sepa su nombre y pueda contactar a sus dueños.
El documento, muy parecidos a las cédulas, contiene datos básicos como el nombre de la mascota (pueden incluirse los apellidos del amo si este lo desea), su raza, la fecha de nacimiento, su foto y los nombres de su amo con máximo dos números de teléfono.
Emprendedora animalista
La gestora de este sistema de identificación es Viviana Cano, educadora y coordinadora de una institución educativa de Medellín, amante de los animales y sabedora de las tristezas de la gente cuando sus perros o gatos se les van de casa y no regresan.
“Yo veía la tristeza de los dueños cuando se les perdían los animalitos y pensé en ingeniar un sistema de identificación para que no se quedaran extraviados”, dice Viviana.
Primero inventó unas manillas con los nombres de los amos y sus teléfonos. Luego creó el documento de identidad del perro, pero para que lo portaran los amos; y luego descubrió el paso más sencillo: el documento para el propio perro.
La plaquita que venía en la manilla tenía un código QR que, al escanearlo, ubicaba el animal. Pero no siempre la gente tiene lector a la mano, por lo que necesitaba idear algo más sencillo e innovador: “ahí pensé, si nosotros tenemos cédula, ¿por qué los perritos no?”, recuerda Viviana, y así se ideó el documento.
Si bien en Medellín, desde la Secretaría de Medio Ambiente, se promueve la instalación del microchip, que es como un grano de arroz que se introduce entre la piel del animal y que contiene los datos básicos de su residencia y los amos, no todas las mascotas lo tienen. Además, este necesita de un aparato lector que está en las veterinarias de la ciudad, pero muchas veces quien halla un perro perdido no se percata de que tiene el microchip y mejor lo suelta para que siga en la calle, expuesto a peligros y maltratos.
En el caso de la cédula, el animal siempre la porta en su cuello, visible para quien se le acerque. Por un solo valor se entrega una cédula para el amo y otra para la mascota.
“Hay gente que saca cédula de la mascota aunque ya esté muerta, porque quiere conservar el recuerdo”, dice.
En el extranjero
Desde 2017 hasta hoy se han expedido cerca de 3.000 cédulas de mascotas, incluso a ciudadanos del exterior. Como su proyecto es un emprendimiento que nació por amor a los animales, Viviana comparte las utilidades con fundaciones animalistas.
Silvia Ospina, reconocida en la ciudad por su labor en defensa de los animales, cuenta que por cada cédula expedida, Mi Maskott Id le entrega un porcentaje para su refugio.
“La cédula es fundamental cuando un perro se pierde. Yo se las tengo a varios animales, incluso a un gallo que se me vuela para la casa vecina y no quiero que en una de esas me lo dejen allá, sino que me llamen y me lo devuelvan”, cuenta Silvia.
Dice que incluso le parece más sencillo que el microchip, pues no siempre hay lectores cercanos, “además, el microchip es en realidad un número y con él hay que llamar a La Perla, que es la que busca al dueño, porque es la que tiene los datos, mientras que la cédula es más directa para contactarlo”, subraya Silvia .
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mascotas han aparecido gracias a que portaban el documento en sus cuellos.