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Grafiteros dañaron mural en honor a la Comisión de la Verdad que se había terminado 24 horas antes
La artista espera poder restaurarlo y dialogar con los responsables de dañar la obra.
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Así quedó la obra que rinde homenaje a la lucha de la mujer colombiana en la búsqueda de verdad y justicia. FOTO: Carlos Velásquez -
08 de julio de 2022
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Durante seis días, la Crespa y doce compañeros se sometieron al calor y a los chaparrones. Montaron y desmontaron andamios y resistieron al dolor físico de esas largas jornadas. El resultado fue un hermoso mural para honrar la memoria, un testimonio a todo color para toda la ciudadanía. Sin embargo, solo 24 horas después el mural, el esfuerzo de la Crespa y sus compañeros, fue violentado en cuestión de minutos.
La Crespa, una artista que ha plasmado su arte en varios lugares del país y hasta en el Metro de Medellín, dio vida a dos murales en homenaje al trabajo que adelantó la Comisión de la Verdad, que entregó su Informe Final la semana pasada dando paso a un largo proceso de reflexión que deberá adelantar el país para acoger la verdad de medio siglo de conflicto armado y reconciliarse con ella.
Uno de los murales está ubicado en el Graffitour, en la Comuna 13, el otro sobre una enorme fachada de una casa en la glorieta de la 80 con Colombia. El mural tiene un mensaje en lettering que declara: “La Verdad abraza lo que el fuego arrasa”, una frase del periodista y defensor de los derechos humanos, Juan Mosquera.
Está acompañado con la imagen de una mujer poderosa cabalgando sobre unas letras que representa la lucha por la memoria y la verdad de las mujeres que durante décadas han buscado a sus hijos, hermanos y compañeros, según relata la Crespa, quien después de terminar las agotadoras jornadas, pensó que esa “herencia popular” como llama a la obra, duraría años. Pero apenas 24 horas después la mitad del mural quedó oculto bajo unos rayones grises.
Los responsables de vandalizar la obra, según la Crespa, fueron unos grafiteros que de manera agresiva reclaman como suyos varios espacios para hacer lo que ellos califican como graffiti sucio, rayones caóticos y deformados sin ningún mensaje de fondo. La fachada en la que crearon el mural, con autorización del propietario de la casa, había sido “firmada” días antes por algunos integrantes de este grupo de grafiteros y según le advirtieron a la Crespa esto los convertía en propietarios de este espacio.
“Es un grupo de pelaos que se dedican a rayar con marcas callejeras y sus nombres. Ellos se están disputando los espacios para pintar con otra gente e incluso con muchas personas y personal de seguridad han tenido problemas y responden de manera agresiva. Como habían marcado la pared del mural alegan que eran los únicos que podían tocarlo, por eso le hicieron esto a la obra”, relata.
Fueron los mismos parceros cercanos de estos graffiteros los que avisaron a la Crespa el ataque que le habían hecho al mural, en rechazo a lo que ellos consideran un concepto equivocado de los códigos grafiteros.
La Crespa dice que ha recibido hostigamientos de estos mismos muchachos a través de redes sociales. La acusan de “vender” el arte urbano pues, según ellos, los graffitis que realizan salen de su propio bolsillo y no de ninguna entidad y se autodenominan antisistema. La artista defiende las expresiones artísticas que se han tomado la ciudad, gracias, en buena medida, a las convocatorias que realizan la alcaldía y otras entidades.
Y a pesar del daño que causaron a la obra en la que ella participó dice que la denuncia pública que hace busca que a los muchachos responsables les llegue el mensaje de que el trasfondo del mural supera cualquier interés personal o egos y que en realidad es un triunfo de la ciudadanía para recordar el dolor y la injusticia que sometieron a jóvenes como ellos mismos y familias y comunidades como en las que estos grafiteros surgieron.
La Crespa espera restaurar el mural. Y a pesar del ataque que recibió este homenaje a la Comisión de la Verdad siente que en la última década la ciudad ha experimentado un despertar del arte popular al servicio de la memoria histórica. “Las galerías al aire libre, todas las expresiones que hoy abundan en la ciudad son nuestra memoria y patrimonio vivos y han hecho, poco a poco, que el ciudadano de a pie cambie de opinión y las reconozca como un arte que les pertenece”.
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