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La venta de UNE, que desde la semana pasada se agita en el Concejo, ha escalado a niveles insospechados, pues algunos miembros del gabinete de la Alcaldía presionan desde las redes sociales a los concejales que se oponen a la negociación, llamándolos “sinvergüenzas” y acusándolos de ejercer un supuesto “odio” hacia el alcalde Daniel Quintero.
Desde hace varios años, la venta de UNE se ha movido en la corporación, sin tener éxito. Incluso durante la administración de Federico Gutiérrez se hizo público un documento en el que una firma de consultoría sugería que la venta era lo que más le convenía a la ciudad, pero dicho informe no fue definitorio y los concejales cerraron fila en bloque por este patrimonio. Ahora, cuando hay un ambiente favorable a la opción de la venta, los concejales argumentan que necesitan saber el valor de la venta y temen por el destino que tendría el dinero.
Y es que la administración ha dado dos versiones distintas de a lo que lo va a destinar. Primero se planeó llevar para alimentar el Plan Joven y de Reactivación Medellín Futuro, con el que la ciudad está encarando la crisis económica de la pandemia, pero ahora el alcalde insiste en que es para salvar a Hidroituango. Hasta hace poco faltaban 4.5 billones de pesos para terminar la obra, sin embargo, ayer hicieron una actualización y la cifra llegaría a 6 billones —desde EPM aseguran que el dinero incluye desde el aumento de costos de materiales hasta la subida del dólar—. Precisamente casi los dos billones que ahora dice necesitar. Ese es el argumento que están usando algunos miembros del gabinete de Quintero, quienes aseguran, desde su lógica, que hay mezquindad al pretender querer salvar Hidroituango pero no acceder a la venta.
Pero la polémica, con subida de tono incluida, empezó este martes por la publicación de una columna del alcalde en el diario La República. Allí, Quintero asegura que en 2013 su hermano Miguel, siendo concejal, les pidió con lágrimas en los ojos a sus compañeros que no vendieran la mitad de UNE a Millicom, pero su voz no fue escuchada y, además, fue torpedeada porque supuestamente el exconcejal Bernardo Alejandro Guerra volteó su voto a último momento.
Más allá de la pelea, claramente política con uno de sus críticos más acérrimos —Guerra—, Quintero aseguró que, para aupar la venta, en su momento la administración alteró “la contabilidad de UNE acelerando amortizaciones y depreciaciones para simular UNE como una empresa en crisis” y de esa manera argumentaron que Millicom no podría entregar ganancias a su socio, EPM.
Según Marck Eichman, gerente de UNE para la época, en respuesta a Quintero las cosas no sucedieron así: “Los sindicatos que acompañaban a Miguel (Quintero) arrojaron tomates podridos en esa sesión del Concejo. Sus argumentos no tenían peso. Desde UNE no hubo ningún afán en presentar la compañía como una empresa en crisis, todo lo contrario, se enaltecían los buenos resultados que se estaban logrando en todos los escenarios. No se aceleraron las depreciaciones, sino que se ajustaron a lo dictaminado por las normas internacionales de información financiera (NIIF), como era obligatorio y fue sugerido y aprobado por el auditor externo”.
Sobre la parálisis de ganancias para la ciudad, Eichman dice que todo sucedió como lo preveían los asesores internacionales: “Las acciones de Millicom en los mercados internacionales han caído alrededor de un 70%, las de Telefónica un 60% y las de América Móvil, Claro, un 30% a la par que el índice Dow Jones se ha duplicado”. Pese a dicha crisis, las acciones de EPM en su momento eran de 2,3 billones de pesos y hoy se estiman en 3 billones, argumenta Eichman.
Quintero afirma que es el momento para vender UNE, pues la cláusula de Protección del Patrimonio Público —acordada en el momento de la venta a Millicom— vence en octubre. Como quien dice: es ahora o nunca.
Sin embargo, las decisiones de Quintero en su administración llenan de dudas a algunos concejales, quienes no se convencen de darle luz verde a una venta, así la consideren necesaria
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