Un llamado de alerta, casi una súplica, acaba de hacer la Fundación Zarigüeyas (Fundzar) y su grupo Chuchas, Zarigüeyas y Marsupiales para que estos animales no sigan siendo víctimas de ataques y los humanos no continúen eliminándolos, pues son especies inofensivas que ejercen un papel esencial en la cadena ecológica, como controladores biológicos y dispersadores de semillas.
La alerta la desató una denuncia recibida esta semana según la cual, un individuo estuvo dos días a la intemperie tirado en una manga, con lesiones graves y sin auxilio.
“Conocimos el caso de uno que sufrió mucho, llevaba mucho tiempo lastimado y tirado en una manga, mucha gente lo vio pero, por asco y miedo, lo dejaban ahí, y debido a tanto tiempo sin atención, presentaba edema pulmonar, sangrado por ojos, boca y nariz, fracturas en varias partes de su cuerpo; si tan solo se hubiese reportado antes, se hubiese salvado”, fue el lamento de Alexánder Gaviria en la página de la fundación.
Por la gravedad de las lesiones, el Área Metropolitana le aplicó la eutanasia a la zarigüeya.
Todos los maltratos
Francisco Flórez, ingeniero forestal de la Fundación, afirma que casos así son constantes en el Valle de Aburrá.
“Recibimos, en promedio, cinco denuncias por día. Llegan casos de envenenamiento, atropellos en las vías, muchas son apedreadas, apaleadas y lo más doloroso: en algunos barrios, se las ponen de carnada a perros con capacidad de mordida para que entrenen matándolas”, relata Francisco, cuya fundación la integran biólogos, ingenieros forestales, médicos veterinarios, abogados y hasta una socióloga, la directora Beatriz Henao.
Desde 2015, el Área Metropolitana trabaja en la protección de esta especie, que es esencial para el equilibrio biológico. En solo 2015, se tuvo registro de 268 rescates, pero esto es la mínima parte de lo que pasa, porque la mayoría de casos no se reportan. Al animal lo matan y a nadie parece importarle.
“En sí, la zarigüeya no representa riesgo para la especie humana, más bien la especie humana representa un riesgo para ellas”, ha repetido, en múltiples ocasiones, Víctor Vélez, del equipo de Fauna del Área Metropolitana.
El ejemplo a seguir
Viviana Muñoz, reconocida animalista y representante legal de la corporación Dejando Huella, que tiene un refugio de mascotas en Santa Elena, una finca donde los animales son tratados con respeto y excesivo amor, invita a respetar esta especie.
“Las zarigüeyas son las ingenieras sanitarias del medio ambiente: controlan plagas, mantienen el equilibrio del ecosistema, no transmiten enfermedades, se pueden comer hasta 5.000 garrapatas en una semana; en Santa Fe de Antioquia están controlando los caracoles africanos, que no tienen depredadores, ponen hasta cien huevos y son una plaga nociva para los humanos”, cuenta Viviana, que pide a las personas, en lugar de atacarlas, protegerlas.
En el mundo se conocen 98 especies, de las cuales en Colombia hay reportadas 38, y de ellas 12 en el Valle de Aburrá, donde cada día se ven más porque hay menos bosque y más urbanizaciones. Las casos pueden reportarse a la línea 385 6000 extensión 127.