88 minutos, de Jon Avnet

 

Otro thriller común y corriente que llega a quitarle espacio a una posible buena película. Ni siquiera su gancho, la presencia del actor Al Pacino, es una buena razón para verla, porque se trata de otro papelito también común y corriente, como los que las estrellas hacen sólo con fines “alimenticios”.

El asunto es muy simple, un sicópata se quiere vengar del testigo que lo hizo meter a la cárcel y orquesta todo un plan para hacerlo. El espectador, por su puesto, no sabe nada sino hasta el final, cuando en un par de minutos, antes del desenlace, le explican todo. Es decir, es lo que se conoce como un “engaña bobos”, un argumento lleno de información oculta, falsas pistas y tensión superficial, que sólo mantiene la atención del espectador por la débil recompensa final de saber quién es el asesino y sus motivaciones.
I.M. 

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