X-Men: Días del futuro pasado, de Bryan Singer

X-Men: Días del futuro pasado, de Bryan Singer

Más que una película de acción

Por: Oswaldo Osorio


Las sagas de súper héroes son las gallinas de los huevos de oro de la actual industria del cine. Incluso con prácticas absurdas que no respetan tiempos y continuidades (como ocurrió, por ejemplo, con el Hombre araña), solo se preocupan por sacar una película tras otra sin mucho que las diferencie, salvo el aumento en publicidad y en productos de merchandise.

Batman y los X-Men son las franquicias más explotadas en términos de secuelas, precuelas y capítulos nuevos que a veces no tienen mucha relación con los demás. No obstante, esta nueva entrega de los X-Men hace su mejor esfuerzo por conectar las películas originales (las tres como grupo y las dos de Wolverine) con la última estrenada (X-Men: primera generación, 2011), entre las cuales había una diferencia de décadas, a pesar de tratarse de los mismos personajes. Incluso se preocupa por corregir contradicciones argumentales que había entre las unas y la otra.

La posibilidad de un viaje en el tiempo de la consciencia de Logan es el pasadizo que une el relato ubicado en 1973 con el oscuro y amenazante futuro en el que sobreviven los X-Men adultos. Con esta excusa argumental es posible no solo crear un complejo y entretenido argumento, sino también ahondar en las relaciones que hay entre los tres personajes más fuertes: Magneto, Charles Xavier y Mystique.

Estas relaciones van más allá de simples discrepancias de caracteres, pues el origen de sus diferencias es nada menos que la definición misma de lo que debería ser la ética de los X-Men y su actitud frente al mundo. Optar por la paz o la guerra sin cuartel entre humanos y mutantes, usar la fuerza y la venganza o procurar por la tolerancia y convivencia pacífica entre las dos especies, esas son las dos grandes opciones que dividen a los protagonistas y con ellos a todos los mutantes que toman uno u otro partido.

Y es que hay que recordar que, de fondo, el universo de ficción de los X-Men sostiene la alegoría de la tolerancia o intolerancia a los que son diferentes como la base de un mundo en paz o en conflicto. Además, a estas discrepancias éticas y existenciales se suman los matices de las emociones y sentimientos más propios de su parte humana, entonces la confrontación entre ellos alcanza unos niveles de complejidad que sobrepasan la simple lucha entre el bien y el mal o entre la fuerza y la tolerancia. Es por eso que aquí las secuencias de diálogos y de desarrollo de la trama, a diferencia de casi todas las demás películas de súper héroes, no pierden interés e intensidad en comparación con las secuencias de acción.

En cuanto a estas secuencias de acción,  bueno, en realidad es una película que no tiene ni más ni menos de lo que tienen las demás cintas de su tipo. Estamos en un momento en que la tecnología digital permite hacer absolutamente todo lo imaginable, es por eso que ya la diferencia, aun con estas películas, la debe hacer es la originalidad de la historia, la construcción de personajes y las ideas que de fondo pongan en juego, y se puede decir que esta película tiene todo eso.